El Dr. Cortés

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De tantas personas que hay en el mundo, no imaginé que Sam fuera el médico que iba a estar supervisandome.
-¿Se conocen? - preguntó Alfred.
- Hace unos días la vi acompañada de otra joven y me maravilló, que para no tener formación médica, se había desenvuelto muy bien en el rostro de su amiga- respondió muy tranquilo a la interrogante- Pero veo que estaba en lo cierto, sabes de medicina.
- Pues ya ves que si, tiene formación. Bueno, entonces quedas en buenas manos. Tengo pacientes por ver- y esa fue la salida de Alfred de la conversación.
- Hola otra vez- dijo Sam
- Hola
- Quiero que sepas que esto no va a ser fácil para ti y que lo primero que necesito es que seas muy consagrada. No lidiamos con papas o cosas, son pacientes que no eligieron serlo pero nosotros si decidimos ser médicos. No quiero quejas, ni lamentos.
Si tienes algun problema con mis métodos de enseñanza te agradecería que lo hablaras conmigo primero antes que con otra gente. Ahora suelta esa mochila y sígueme.
¿Perdón? ¿Qué habían hecho con el hombre con el que había compartido hacía una semana? No acabo de salir de mi asombro. Son tan diferentes. Este Dr Cortés es todo arrogante y autosuficiente. Es verdad que una no se puede confiar de la primera impresión. Con esa conversación de entrada si que me esperaban unos largos 3 meses. Era una prueba a la que me enfrentaba.

Toda la mañana la pasamos viendo pacientes. Fue bueno verlos, así me iba familiarizando con el ambiente. De cuando en vez, miraba de reojo a Sam. Todavía no podía creer la mala pasada que me estaba jugando el destino. Un día estoy compartiendo con él y al otro somos par de desconocidos que trabajan juntos.
Ya casi rozando el medio día, se viró hacia mi y me dijo que tenía una hora para almorzar. Cuando di la espalda y me dispuse a ir para la cafetería Sam me llamó:
-Señorita Brown, estrike 1. Conoces las consecuencias de dejar el localizador, este es el tuyo- y se acercó a mí, tomo mi mano y dejó caer el localizador-no lo pierdas de vista.
Es un cretino. No puedo creer que tenga que compartir con él este tiempo. ¡Dios todopoderoso!, tienes que darme fuerza porque no me voy a rendir. Lo voy hacer, ¡si que lo voy a hacer!, porque estoy hecha para esto y no me van a frenar, no lo van a hacer. Después del almuerzo, regresé al piso donde él estaba brindando atención:
-Lina ven aquí. Normalmente esta no es la hora de salida, pero tengo una situación en casa que necesito arreglar. Vete y mañana te espero temprano. No tolero las mentiras, las indisciplinas ni las llegadas tardes. No hagas planes para mañana, vamos a estar aquí todo el día muy ocupados. Ten buena tarde. Me dió la espalada y se fue.
-De acuerdo- pensé para mi-me voy.

Llegué a casa y estaban todos esperándome, hasta Mili. Me recordó a la primera vez que fui al colegio.
Todos estaban ansiosos, querían saber como había ido mi día. De manera somera comenté que todo estaba bien, y cuando estuve a solas con
Mili, le conté de mi "nuevo amigo".
La pobre quedó anonadada, no se lo podía creer.
-¿Pero cómo es eso posible?
-Como te lo cuento.
- Pero es que ese día fue tan agradable...
-Lo sé.
- Y tan guapo.
- Mili desconecta. Si hubieras visto la frialdad con la que me habló, ya lo hubieras desechado de tu memoria. Es un pesado y actuó como si no me conociera, ¿quién se cree que es?
Mili quería que le contara todo sin omitir ningún detalle, asique estuvimos dándole vueltas al asunto un buen rato.
Cuando se marchó, aún no salía del asombro. Algo me dijo que pronto la iba a ver rondando el hospital para salir de sus dudas.
A la mañana siguiente el despertador sonó, ágilmente me levanté y me arreglé. Apenas pude desayunar con la prisa que llevaba. Para completar, el auto no quería encender, Mili en la noche anterior se llevó el suyo y yo tenía que volver al mío.
- Hay no- lo primero que me dijo y lo primero que hago: llegar tarde. Después de perder tiempo en espera de que encendiera, me puse en marcha para la clínica.
Al llegar, Sam miró su reloj.
- 10 minutos tarde, señorita.
Se que no le hizo gracia. No añadió nada más a su comentario, pero sabía que estaba enfadado. Comenzó a caminar y yo detrás de él.
-Hoy nos toca en emergencias, quiero que veas la mayor cantidad de pacientes, 2 años sin práctica pueden sacarte un susto.
¿Primero el localizador y ahora hace alusión al tiempo que estuve fuera?Claro, él sabía todo lo sucedido, con causa y consecuencias. Imagino que Alfref lo contó y en mi currículum está.
El primer paciente acudió por una herida en el pie que se había hecho cortando el césped. Sam se hizo a un lado y dejó que me hiciera cargo de la situación. Estaba segura de lo que hacía, solo era suturar, que ya había practicado hacía unos días y revisar si estaba al día con su dosis de toxoide( vacuna para el tétanos).
En eso se unió a nosotros Thomas, el joven que había recibido a Mili el día del altercado en el bar. El quedó extrañado por mi presencia pero sé que le agradó.
-Después te explico como llegué aquí- le dije mientras me saludaba.
Sam aprovechó que estábamos los 2 juntos he hizo una reflexión sobre lo que había hecho ese día. Sé que se refería a que fui yo la que traté a Mili el día del bar, pero Thomas era responsable de ella.
- En su momento amonesté a Thomas, ahora te lo digo a ti para que no vuelva a suceder.
Claro, por eso fue que escuché el regaño cuando volví a saber el nombre de Thomas y por eso era que nos miraba desde el cubículo de enfrente.
En ese instante el sonido de la ambulancia llegando hizo que todos girásemos la cabeza hacia allí.
San enseguida salió con los emergencistas a recibir el paciente. Lo acomodaron en la cama, lo aoscultaron y diagnosticaron un hemotorax, apenas podía respirar. Había que sacar la sangre que estaba en los pulmones para que no falleciera de shock. Sam se separó del paciente y ordenó a la enfermera y a Thomas que hicieran lo mismo.
-Lina, es todo tuyo. Su vida está en tus manos.
Lo sabía, si que sabía la conducta a seguir, pero mi cerebro y mis manos no tenían conexión. En mi mente visualizaba todo el proceder pero yo estaba hecha una estatua, como si no estuviera muriendo ante mi ese pobre hombre.
Al ver que no reaccionaba, Sam me comenzó a gritar:
- ¿Brown que tienes que hacer? Está disminuyendo su frecuencia respiratoria, si no haces algo va a morir en esta mesa y tú lo habrás dejado ir.
Si en algún momento, él pensó que eso me iba a ayudar a salir de mi estado, estaba en un error. Al pánico en que ya estaba sumida, se le añadió un temblor de manos que no me dejaba ni colocarme con agilidad los guantes.
Todo pasaba en cámara lenta ante mí, la voz de Sam, el ruido de los aparatos, el llanto de sus familiares... pero no podía permitir que ese hombre muriera.
- Bisturí- la enfermera enseguida me lo dió. Busqué en la anatomía donde debía hacer el corte y lo hice, limpio y en un solo trazo. El líquido rojo emanaba de la herida provocada mediante el pleurótomo y al mismo tiempo que salía, comenzó a respirar mejor. Lo había estabilizado, ahora, debía ser llevado a cirugía.
Cuando terminé, la cara de Sam era impenetrable. Estaba muy furioso. Solo desvió la mirada de mi cuando lo llamaron por un alta voz.
-No he terminado contigo- dijo y se marchó.
Mi cuerpo quedó tambaleando, lo que había pasado me tenía con taquicardia. Thomas se acercó y no sabía que decir para que me sintiera mejor.
- Cortés no iba a dejar que muriera. Tiene sus formas pero es una gran persona y un médico de primera.
Dudé mucho lo que Thomas decía. Pero no era momento de decirle que su Dr era un odioso de primera.

A los minutos regresó:
- Tú, conmigo.
Fuimos a sala, allí una paciente no quería estar más en el hospital pero no podía marcharse porque aún se le estaban haciendo exámenes. Y por supuesto, mujer al fin, me llamaron para que la convenciera de que esperara y lo hice.
Eran casi las 8 de la noche. Este hombre había cumplido lo que prometió fue todo el día de allá para acá. Estaba muerta. Miró su reloj y me dijo:
- Brown a tu casa. Thomas, tú y yo vamos a lo nuestro.
Bien había sobrevivido al 2do día. Solo faltaban unos cuantos más.

La semana pasaba y Sam no mejoraba su trato. Opté por ir esos días en autobús, mientras dejaba el auto en el taller para que le revisaran el encendido y para evitar otra llegada tarde . Él era un pesado, como pude pensar que era bueno. Ya el Sábado estaba muy agotada, no veia la hora de estar en mi casa, en el calor de mi cama. Iba para la parada cuando Sam desde su auto me llamó para que me montara con él.
- No, gracias. La parada está aquí cerca.
- Vamos sube que te llevo a tu casa.
- Dije que no. Gracias por el ofrecimiento- ya fui subiendo el tono.
El auto se detuvo y él bajó enseguida. Yo me quedé quieta donde estaba. Venía directo a mí.
- Necesito que te subas al auto ya. Estoy tan agotado como tú y no quiero descutir.
- ¿Pero quien te has creído que eres? o peor ¿quien te has creído que soy yo?. Miré hacia los lados para serciorarme de que no había nadie observando, ni que pudiera escuchar lo que iba a decir -En el hospital puedo aceptar tus bochornos y malos tratos porque eres mi jefe prácticamente, pero aquí somos iguales, asique no me levantes la voz y no te me acerques más. - A medida que iba dirigiendome a él, iba envalentonandome.
-¿Estás cansado? Yo también y no me quejo de que mi médico especialista sea un ruin, que en un momento utilizó algo muy personal y muy doloroso para impulsarme a trabajar. Pero tampoco ando por ahí haciendo como si no lo conozco, cundo hace unos días estuvimos tomando Gin Tonic en un restaurant. Sabes, soy muy buena gente, pero no soy idiota. Fue muy cruel lo que hiciste asique quitate de mi camino y déjame en paz.
El también se fue molestando por lo que le había dicho, pero eso yo lo tenía entre pecho y espalda y no iba a pasar un día más para decírselo.
- ¡Oh no señorita!, si piensas que vas a decir todo eso y después te vas a largar estás equivocada. Ahora es mi turno.
Cuando ese paciente llegó fue miedo lo que vi en tu rostro y con miedo no voy a formar a nadie. Te paralizaste y esos segundos podrían haberle costado la vida. Te presioné es verdad, pero es así como trabajamos bajo mucha presión y conmigo no hay lugar para los cobardes. Si esperas una disculpa no te la voy dar porque creo que no te la debo.
-¡Serás cretino!
-No, no lo soy - y cuando iba a hablar puso su mano en mis labios suavemente. Esto hizo que me sorprendiera y a su vez que me callara.
-Si he actuado como si no te conociera es porque aqui no soy tu conocido, soy el responsable de tu educación y me debo comportar como tal. Asique ahora te quedas así calladita y te subes al auto para llevarte porque en medio de tu perreta pasó el autobús.
Soltó mi boca y aunque no quería me fui con él en su coche. No pensaba que me fuera a secuestrar, pero por Dios, ¡que pesado! Era mi única oportunidad de llegar rápido a casa. El preguntó dónde me podía dejar y me llevó hasta mi puerta .En el camino no dijo ni una sola palabra.
Al llegar me bajé y no dije nada más, pero la educación es la educación, por lo que lo miré directo a los ojos y le di las gracias.
- No es necesario que me las des.
En eso mamá abrió la puerta y miraba al chófer que me había traído. Sam la saludó desde lejos y prendió el auto.
-Qué tengas una linda noche.
-Lo propio- le contesté.
Él se marchó y yo entré a mi casa.

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