Contigo

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- ¿Thomas? ¿Por qué llamas tan temprano hoy Domingo?-me sorprendió mucho la llamada- ¿ocurre algo? -pregunté asustada
-No, tranquila, era para saber si no estabas ocupada porque necesito tu ayuda, ¿puede ser?
-¿Pero qué es tan urgente que tienes que quitarme mi tiempo de sueño?
-Necesito ayuda femenina para acondicionar un departamaento.
-¿Eh!!?¿En serio?- esto si que es extraño. Thomas y yo nos conocemos hace muy poco y me pareció raro su ofrecimiento, pero la verdad es que el es un encanto y no puedo negarme a su pedido- vale, te ayudo.
-Ok, te paso la dirección y nos vemos allí. ¿En 1 hora te parece bien?
- Si, ahí estaré.
- Gracias Lina, te debo una.
- No me agradezcas aún, espera a que verdaderamente haga algo que lo amerite.
Salir temprano de la cama un domingo después de la semanita que me había tocado experimentar era un reto. Pero ya había quedado con Thomas para ayudarlo. Me preparé y desayuné hasta hartarme, como hoy tenía tiempo podía comer todo lo que quisiera.
-¡Niña pero no comas tanto!
- Mamá, tengo que aprovechar que hoy puedo- y me deleité con el sabor de la rica tarta de chocolate que había preparado.
-Y ¿se puede saber dónde vas tan temprano?
-Es que un compañero necesita del toque femenino para acomodar su departamento y le voy a hechar una manita.
-¿Quién es ese compañero, el que te trajo anoche?
-Shhh - le hice seña de que callara-no menciones al diablo y por favor mamá no quiero hablar de ese ser, ahora quiero paz y tranquilidad.
-Está bien. Recuerda que debes buscar el auto, tu papá lo iba a sacar ayer pero lo olvidó.
Cierto!!! No tenía auto.
- Tendré que ir en taxi. Cuando regrese paso por el taller de Leopoldo y lo traigo, seguro que era una bobería lo que tenía, pero si ves que papá va para allá recuerdale que lo traiga.
- Está bien
- Chao ma- le besé la frente y me fui- te quiero.
Mi cuidad es linda, tiene un toque que sabe a gloria y su gente, que decir de su gente, su gente es irrepetible. Siempre me ha gustado el aire que se siente cuando vas recostado en las ventanillas de los carros, ese frescor que despeina y se te impregna en la cara. Hay quien piensa que es cursi, yo sé que es mágico .
Llegué a mi destino a la hora acordada, no había rastros de Thomas. Me decido a llamarlo para confirmar la cita.
- Hola Thomas, estoy afuera esperándote
- ¡Oh! ven, sigue que ya estoy aqui. Y se dispuso a abrir la puerta
-Hola- me saludó muy risueño al verme.
- Buenos días- le respondí.
La risa desapareció de mi rostro. Sam estaba ahí también. El me observaba como si nada. ¡Hay que mala suerte la mía! Pero no me voy a ir, ya veremos quien es más fuerte.
-Ehhh, Tomas, no me habías dicho que el Dr iba a estar con nosotros.
-En realidad, querida, - comenzó diciendo Sam- soy yo quien debería saber que tu ibas a venir ya que estás en mi apartamento, pero si la compañía no te agrada o no es suficiente puedes marcharte.
-¿ Cómo que su casa?¡ Thomas me quieres explicar que está pasando!
-Eh eh- el muchacho se interpuso entre Sam y yo-una tregua los dos. Lina lo siento, debí haberte dicho, pero es que si te decía todo desde el principio no ibas a aceptar ayudarnos y Sam- dirigió a él completamente su atención- seamos honestos, sin ayuda de una mujer, estamos destinados al fracaso.
Sé que en estos momentos no son los mejores amigos pero les pido que por favor se comporten. Piensen que esta es una oportunidad de limar asperezas.
-Bien
-Bien
-Bien
- ¿Qué hay que hacer?- pregunté poniéndome manos a la obra.
- De todo- respondió él.
Me puse cómoda y agarré fregona en mano. El apartamento era un desastre estaba lleno de cosas de Sam; de ropas, libros, objetos que no se que eran y mucho polvo; parece que hacía tiempo no vivía nadie ahí.
Me tocó la habitación, que incómodo. Sentía que invadía la privacidad de mi superior. Empecé a limpiar todo cuanto vi a mi alrededor, incluso había una fotografía de Sam de pequeño que pedía a gritos limpieza. Supe que era el al instante, esos ojos negros eran solo de él. Estaba muy mono.
-Tenía 5 años -el llegó y me sorprendió en el acto.
-¡Hay por Dios que susto!- rapidamente coloqué la fotografía en su sitio
-Te asustas muy fácil, ya lo sabía, aunque pensé que solo era en los temas de hospital- su comentario me hirió un poco.
-¿Eres feliz?- pregunté con toda la intención posible.
- ¿Perdón?
- ¡Qué si eres feliz tratándome mal? -En sus ojos vi que mi comentario había ido directo a su ego.- cuando te conocí no fuiste tan despreciable como lo eres ahora y creo que no hice nada para merecer un mal trato- se recostó del marco de la puerta y dejo caer todo el peso al aire.
- Ayer dejaste claro todo lo que pensabas de mi y respeto tu opinión pero nunca vas a encontrar similitudes entre Sam y Cortés. La responsabilidad que lleva sobre su hombro el segundo supera el buen corazón del primero.
No sé ser médico de otra manera, y si vas a estar conmigo este tiempo tienes que acostumbrarte- dió la media vuelta y se marchó.
Ya esto era imposible para ambos. El no iba a cambiar su actutid y yo no la podía soportar más. Estaba claro que teníamos que hacer algo para disminuir la tensión. Pero ninguno de los 2 bajaba las defensas.
Ya habían pasado 3 horas desde que estaba ahí y evitabamos el roce a toda costa, hasta que bueno llegó la merienda. Thomas había encargado pizzas y ya las habían traído. Cuando nos sentamos a la mesa, a Sam le cayó un poco de salsa en la sudadera y se la retiró. Dios!!! Estaba mejor de lo que imaginaba y lo peor es que de descarada no me perdí ni un cm de su piel lo miré todo y cómo lo disfruté. Creo que son las hormonas. Después de Alex no dejé entrar a nadie a mi vida, consideré al amor como una complicación. Tuve uno que otro ligue pero nada serio. Hacía rato que mi cuerpo no se encendía por un hombre y Sam logró que el pulso se me acelerara y más.
- Contrólate Lina, control- me decía esa que llevamos por dentro e influye en todas las decisiones que tomamos, la conciencia.
Sam no se molestó en vestirse y en su cuerpo desnudo estaba mi concentración.
-Él es tu jefe, es un idiota y no debes mirarlo- buena observación hacía mi yo interno.
Nos sentamos los 3 en la mesa de la sala. Thomas repartió las pizzas. Debo decir que estaban deliciosas.
- Thomas pero tu comes más que lo que trabajas- añadió Sam
- Es que necesito muchas energías- respondió con la boca llena de comida.
-Voy a buscar algo para acompañar las pizzas.
- Tranquilo Sam, lo tengo todo controlado.
Thomas se paró y se dirigió a la nevera, de donde sacó unas cervezas.
-Sabes que no me gusta beber- afirmó Sam al ver lo que sacaba su amigo de la nevera.
-Lo sé, pero es que ya las tenía en casa y además una no viene mal.
- Ok. Solo una.
-¿Lina?
Agarré la cerveza sin hacer comentarios.
Después de comer estábamos repletos pero aún faltaba para terminar la tarea. Después de reposar 15 minutos me levanté y volví a lo mio. Los muchachos no se quedaron rezagados y siguieron lo que estaban haciendo.
Es que te has convertido,
En parte de mi alma,
Ya nada me consuela
Si no estas tu también....
Contigo en la distancia
Amado mio estoy.
- Guao!!
Los aplausos de Sam me trajeron a su apartamento. Mi mante estaba a kilómetros.¿En dónde? Desconozco, quizás con alguien en la distancia.
- Cantas muy bonito.
- Si, imagino que pienses que debería cantar, así mis pacientes no corren el riesgo de que su doctora se quede paralizada ante ellos- sarcasmo puro.
- No he dicho eso. ¿O es que acaso lo piensas tú?
- Para nada. Mis pacientes estarán agradecidos de que sea yo quien los trate.
- Me basta- en su rostro había algo que no había visto, satisfacción- Thomas tuvo que salir urgente, según él se le presentó un problema.
- No se despidió.
- Me dijo que te dijera que lo disculparas, que él mañana te ve en el hospital y te explica.
- Está bien. Termino de colocar la cortina y me marcho. Tengo que aprovechar lo que queda de mi descanso.
- Me visto y te llevo.
- No hace falta.
- La última vez que tuvimos esta conversación, terminamos acalorados. Me visto, te llevo y punto. Viniste aqui engañada y me ayudaste mucho. Lo mínimo que puedo hacer es dejarte sana y salva en tu casa.
Ya en el auto intentaba no mirarlo. Vestía un desmangado gris que le aportaba un especto juvenil y desenfadado. No estaba peinado y el aire que se coloba por la ventanilla, formaba un remolino en su cabello que daban ganas de acariciar. Verlo así, era ver a Sam. El otro, Cortés, ya era harina de otro costal.
- No pregunté a dónde llevarte porque supongo que es al mismo sitio de anoche.
- Si, a casa.
En el camino, absorbí toda la energía que emanaba de las calles y la gente. Aunque no lo era en realidad, volver a casa era un paseo.
- Hemos llegado.
- Gracias- me desabroché el cinturón y me dispuse a bajarme del auto. Sam bajó por su lado y rápidamente vino y abrió mi puerta. Me quedé perpleja observando lo que hacía, extendió su mano e hipnotizada por lo que hacía, puse la mia sobre la de él. Cómo si fuera la cosa más frágil, me ayudó a bajarme del auto.
- Ten buena tarde, señorita- sus labios tibios dejaron escapar en mis manos el beso más tierno que pudieran darme.
- Tu también, Sam.
Me quedé en la puerta a la espera de que se marchara. Después entré a mi casa y con la espalda pegada a la pared y el corazón latiendo a mil por minuto, no dejaba de pensar en lo que acababa de suceder.
Este hombre me va a volver loca. Un día es de una forma, al otro es todo lo contrario. ¡ No hay quién lo entienda!
El lunes la alarma sonó a la hora de siempre. Papá había ido a buscar el carro, eso me daba un poquito más de tiempo para desayunar y arreglarme. Me puse en camino al hospital y cuando llegué miré mi reloj, faltaban 10 minutos para las 8. Estaba a tiempo.
- Buenos días Lina.
- Buenos días Thomas, ¿que pasó ayer que te fuiste sin decirme nada?
- En realidad no pasó nada. Solo quería dejarlos solo a ti y a Sam a ver si se ponían de acuerdo para que nuestro trabajo se haga mas cómodo y más tranquilo.
- Muy mal Thomas. No tenías que haberlo hecho.
- No te molestes,- y encogiéndose de hombros me explicó lo que esperaba con su acción- solo quería lo mejor para los tres.
- Mira, mejor subimos y después seguimos esta charla.
Sam nos esparaba con las historias clínicas en las manos, nos dió los documentos y comenzamos a ver los pacientes. Su rostro tenía expresión impenetrable.
- Ringggg!!!!- Era el teléfono de Sam.
- Cortés
No dijo nada más, miró a Thomas y salió a correr.
- Lina sigue tú .Vengo para acá enseguida -Thomas me dejó lo que tenía en las manos y se fue corriendo detrás de Sam.
No entendía nada asique obedecí a lo que Thomas había dicho.¿Qué habría pasado para que se fueran así ?
Al rato regresó Thomas.
-¿Todo bien?
- No- masajeaba su cabeza en busca de alguna respuesta. Sé que es así porque es lo que hago yo cuando las necesito- Lina por favor ve con Sam. El no está bien, alguien muy querido para él acaba de fallecer y no lo lleva bien. Está sentado abajo, llévalo a su casa y no lo dejes solo. Yo voy a encargarme de todo el trabajo de hoy.
- Pero ¿por qué mejor no vas tú?
- No Lina. No podemos irnos los dos médicos y no puedo denegar esa responsabilidad en ti.
Entendí enseguida a Thomas, no podía dejar su trabajo, era su obligación.
- Está bien, voy con Sam.
Recogí mis cosas y bajé a su encuentro

¿Qué quieres de mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora