El reencuentro

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- ¿Si?
- Hola Mili ¿cómo has seguido?
- ¿No podías llamar más tarde? ¿Qué haces despierta tan temprano?
- ¡Ves si eres mala! Asique yo preocupada por ti y tu molesta por que te desperté ¿En serio?
-Tengo que aprovechar la licencia por enfermedad para dormir toda la mañana. Pero ya , disculpa. Hice todo lo que me dijiste y no tengo dolor, no está inflamado y tiene buena pinta.
- Ahora a esperar los 7 días para retirar los puntos.Te dejo para que sigas en brazos de Morfeo. Chao.
- Chao.
Sonrio cuando cuelgo el teléfono, se me había olvidado que a Mili no le gustan que la despierten.
- ¿Cómo sigue Mili?- la voz de mamá me sorprendió mientras dejaba el teléfono sobre la mesita.
- Dice que se siente bien, aunque está molesta porque la desperté. Sabes como es ella; en su vida lo primero es dormir.
-Ven, siéntate aquí conmigo- y me hizo sitio en el sofá.
-Mamá, por favor, déjame pensar. No me presiones- pero igual me fui a sentar a su lado.
- Ayer vi en el diario que hoy presentaban una función del ballet y pensé que a lo mejor te gustaría ir.
Mis ojos se abrieron como platos porque imaginaba que iba a darme un sermón para levantarme el ánimo.
-Ten, aquí está el boleto- y extendió su mano para darmelo- Compré uno porque sé que te gustaría ir sola.
- ¡Qué bien me conoces mamá!
-Cuando eras pequeña decías que el ballet no te gustaba, que era muy monótono y muy estirado y después que fuiste la primera vez, te quedeste pregnada de la paz que expira ese tipo de danza. Ponte guapa y relájate. Ahora necesitas la tranquilidad que el ballet ofrece. Estoy segura de que cuando regreses vas a tener una decisión.
Su beso en la frente despejó cualquier tipo de duda, tenía que prepararme para ir al ballet.

Me vestí de rojo, aparte de que es mi color favorito, tengo un vestido que amerita ser usado en esta ocasión y lleva este color. Hacía rato que no lo lucía; en realidad me lo puse una vez. Ese día salí con mi ex, apenas comenzábamos y me llevó a un restaurant. El lugar era magnífico, vamos, que el muy pillo de verdad que me había impresionado. Una cena a la luz de las velas...fue ahí cuando me enteré que el muy cabrón tenía otra. Resulta que Alex era de estos tipos que no le bastaba con una, siempre tenía que tener un reemplazo inminente para sus conquistas y ahí estaba yo pintada. Lo bueno fue que su otra novia, que se presentó ante nosotros en plena velada, tampoco estaba dispuesta a aguantar este tipo de comportamiento. Arjoneando les digo que, para que resumir lo que pasó aquella noche, si basta con resumir que en la cara tuvo que ponerse hielo y un poco más.
Tal fue el espectáculo, que nos echaron del restaurant y tengo que admitir que me ofendió mucho su actuar. Hoy espero que el vestido no sufra la misma experiencia que en esa ocasión, ni otra parecida, es más, que la experiencia de hoy sea paz y tranquilidad. Al mirarme al espejo dudo si recoger o dejar suelto el cabello, hay que manía la que tenemos las mujeres de no estar conforme con nuestra apariencia. Por fin me decido a recogerlo. Los labios van de rojo también y calzo unos zapatos negros de tacón fino que combinan con mi bolsa de charol.
-Listo - me miro al espejo y para nada me parezco a la muchacha que hace 2 días lloriqueaba porque no la habían aceptado en una compañía de baile. Así parezco...bueno, una mujer de 26 años empoderada. Si, esa es la palabra. Sonrío frente al espejo y mi destino de esa noche ya me esperaba.
Todavía tengo el auto de Mili, como ella no tiene disposición de usarlo hasta que no se agote su licencia, pues lo uso yo. Ciertamente su transporte está en mejores condiciones que el mio, asique, digamos que esa es una determinante para que lo use.
Mientras voy en camino pongo música, aunque no es mi auto se exactamente donde está lo que me gusta. Marc Anthony comienza a cantar "Aguanilé" y voy riendo, disfrutando de como la melodía electrifica mi sangre. Esa es mi pasión, la música, no escucharla, sino bailarla, sentir como mueve cada parte de mi ser y ver como mi cuerpo responde de manera sensual y armoniosa a ese llamado.
Mis abuelos son latinos y creo que sería una falta de respeto, que no me identificara con la música como ellos.
Mamá fue la encargada de que no olvidara mis raíces. De pequeñas, todos los domingos ponía música y poco a poco nos fue entrando el bichito. Después se encargó de que fuéramos buenas bailarinas. Yo aprendí más rápido, mi hermana aún lo intenta.
Cuando dejé el hospital, entré en una crisis depresiva, sentía que estaba desmoralizada y el psicólogo me indicó que buscara algo para que ocupara mi mente y fui a clases de baile todo este tiempo. Mis padres se preocuparon mucho y me hicieron dejar mi apartamento para que me mudara con ellos. Hay quien piensa que las enfermedades psicológicas son un juego, pero no es así. Las crisis de ansiedad no son dramas y la depresión también mata. Lo primero, es aceptar que estás enfermo, luego buscar ayuda especializada. Eso fue lo que hice.

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