Fue él

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- ¡Mili?- la abofeteo fuertemente para lograr que despierte- Reacciona por favor.¡Mili!
Trato de mantener la calma y le marco a emergencias para que vengan por nosotras.
-¿Si? Hola, necesito una ambulancia a esta dirección.
Mientras dicto nuestra ubicación, los ojos de mi mejor amiga se abren y con ello me vuelve el alma al cuerpo.
-Eso es, no cierres los ojos. Mirame... tranquila, yo estoy aqui y todo va a estar bien- separaba los cabellos que me impedían observarle el rostro completamente.
- Lina, fue ....él- alcanzó a decirme entre balbuceos.
- No te preocupes, después me dices. Ya casi viene la ambulancia. Tranquila.
No quería que gastara sus energías, que se concentrara más bien en mantenerse despierta. Apretaba su mano entre las mías, ya había revisado sus escleras, su pulso, su temperatura...parecía que todo estaba bien, dentro del estado en que la había encontrado.
Los paramédicos entraron y yo rápido les informé lo detectado en mi examen físico, no sin antes presentarme como la Dra Lina Brown. Era la primera vez que usaba mi tan anhelado y sacrificado título de galeno. Pedí que la llevaran al Saint José, que allí era donde yo trabajaba.
Esta es la parte más difícil de ser médico, cuando eres allegado a un paciente; la razón y la cordura del médico tienen que sobreponerse al dolor del familiar. Cuando estudiamos la carrera tratan de enseñarlo de diferentes formas; pero cuando lo enfrentas, te das cuenta si verdaderamente aprendiste bien.

Hacía unos minutos había recibido una llamada de ella. Al llegar la encontré tirada en el piso llena de sugilaciones y hematomas. Estaba casi desmayada. Estaba claro que había sido golpeada o que había estado peleando con alguien. Ella no estaba bien...

Luego de concluir mi evaluación, me tomé una semana libre. Estaba claro que debía velar por mi salud y la de mi bebé. Los últimos acontecimientos habían alterado mi cabeza; mi hijo, la culminación de mi carrera y la posibilidad de una relación con Sam.
Necesitaba de un tiempo, de un espacio para asimilar esta nueva vida que ya me estaba pasando factura.
- Hola mi amor- nunca me voy a cansar de escuchar a Sam decirme esas palabras por las mañanas.
- Hola- él parece darse cuenta que la luz me molesta, por lo que enciende la pequeña lamparita que esta a mi lado y cierra las cortinas- ¿No vas a trabajar?
- No, aproveché y saqué mis vacaciones, quiero dedicarme a cuidarte y cuidar a nuestro peque.
Aunque ya lo había acariciado, lo había besado y le había hecho el amor incontables veces, no me acostumbraba a esto que estábamos viviendo.
- ¿Y entonces que vamos a hacer hoy?
- Aquí hay una dieta- mostró un papel escrito completamente- que si sigues al dedillo, permitirá que dentro de poco superes esa anemia que estás sufriendo.
Cuando leo el papel me doy cuenta que con solo ver el nombre de los alimentos, ya se me revuelve el estómago.
- ¡Sam! Esto es mucho...- enseguida su expresión cambió y se volvió impenetrable. Digamos que quedé un poco intimidada - de acuerdo, lo voy a intentar.
- ¡Ah!, otra cosa, hoy por la noche vamos al ballet.
- ¿Al ballet?- eso si que no me lo esperaba- me dijiste que no te gustaba.
- Pero a ti si- pegó su frente a la mía y con la mano me acariciaba las mejillas- quiero empezar bien y desde donde lo dejé. ¿Me lo permites?
-¿Desde dónde lo dejaste?
- Si, porque ahí es donde comenzó nuestra historia.
- Pero si mal no recuerdo, nos conocimos en el hospital.
- También es cierto, mas fue en el ballet que comprendí que verte allí no fue ninguna casualidad. Eras para mi.
-¡Arrogante!
No pude resistirme a esa invitación, él de verdad quería hacer las cosas bien. Sam se había convertido en mi perdición, en ese tormento que te trae con el corazón acelerado y las bragas mojadas, asique lo agarré por las mejillas y me coloqué encima de él. Sus manos fueron a mi trasero y sentí como debajo de mí se erguía un obelisco que deseaba saborear con mi boca, con mis senos y perderme en el placer de tenerlo dentro.
- ¡Epa! Debo ir al mercado a buscar los víveres, para tu nueva dieta.
- Quédate un ratico- y pasé mi lengua por su oreja. Sabía perfectamente que eso lo ponía al límite.
- Me estás volviendo loco ¿sabías?
Lo había logrado, el pullover con el que yo dormía empezaba a desalojar mi cuerpo. Sus manos palpaban mi espalda, mientras me arqueaba en respuesta a su contacto. Mis senos quedaron frente a él, ahí estaba otra vez desnuda ente sus ojos. Lamió mis pechos, estos respondieron mandando un impulso directo a mi clítoris y logrando que mis pezones endurecieran. ¡Una maravilla! Esto prometía, incluso...
Rinnnngggg.
- No contestes por favor- le supliqué entre jadeos.
- Espera, solo deja ver quien es.
La madre de Sam, escogió un buen momento para saber de su hijo.
- Dime madre.
Acababa de perder la batalla.
Mientras mi amor charlaba con su mamá, recogí las prendas del suelo, acomodé el cuarto y me arreglé para irme a casa. Por lo visto lo que había empezado bien en la mañana, iba a tener que esperar hasta la noche.
- Era mi madre, quiere verme, me extraña...¿vas a algún sitio?- comentó Sam al girarse y verme completamente vestida.
- Si, voy a casa. Quiero ir a ver a mis padres, aprovechar que no tengo que trabajar y darle una manita a mamá con las tareas del hogar.
- ¿No quieres retomarlo donde lo dejamos?-me tomó de la mano y me acercó a él.
- Aunque quisiera quedarme, debo irme, quizás...- llevé mi boca lo más cerca de él que pude, hice un silencio y lo dejé en expectativa- más tarde.
-¡Qué me has hecho Lina Brown!- exclamó resignado- Vamos que te llevo.
- No, ya pedí el taxi. Aprovecha y visita a tu madre y en la noche serás para mi sola.
Se acercó y me besó en los labios, no con la fuerza y la pasión con que lo habíamos hecho hacía un rato, sino con la ternura de un adolescente que sucumbe por primera vez a una mujer. Por supuesto, después de besarme, bajó hasta mi barriga y susurró:
- Para ti también hay beso- y quedé derritida ante ese gesto. Ver a Sam así hacía que mi corazón fuera a mil por hora. Si hace unas semanas me hubiesen dicho que lo iba a tener arrodillado ante mi, no lo iba a creer. No quería separarme de él, ¿para qué? El era todo lo que necesitaba, se había convertido en el dueño de mi vida de mi corazón y de mi destino. Estaba enamorada y feliz.
-Pasa a buscarme en casa- le dije al salir del apartamento.
- Como desee mi reina.

¿Qué quieres de mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora