Una oportunidad

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- ¿Qué estás dónde?
- Mili, después te explico que hago aquí, ahora necesito que vengas a buscarme.
- ¿Y por que él no te trae?
- Él no está.
- ¡Pero será canalla! ¿Te dejó sola?
- ¡Mili basta! Luego me das el sermón. Debo estar en 30 minutos en el hospital. ¿Vas a venir por mí o no?
- Claro que voy. Pásame la dirección.
Desperté y estaba sola en la casa. No tenía idea de dónde podía estar Sam, de lo que estaba segura era de que se había marchado. Busqué mis pertenencias y llamé a Mili para que me fuera a recoger. No esperaba que él me llevara el desayuno a la cama, pero me sentía mal por amanecer sola en otra casa que no fuera la mía.
Era un apartamento muy acogedor. Desde el primer día me pareció un exelente lugar para vivir. Todavía estaba algo desordenado, pero cuando estuviera listo iba a ser de esos lugares de los que no quieres marcharte.
¡Tun tun!- alguien llamaba a la puerta. Seguro era Mili que ya llegaba en mi socorro.
-Buenos días- la expresión me cambió cuando vi que no era mi princesa azul a la que saludaba.
- Hola, ¿y tú que haces aquí y quien eres?
- Y¿ por qué debería darte explicaciones?¿ quién eres tú?- mi tono defensivo predominaba en la conversación.
- Elsa, soy la esposa de Sam.
La esposa... Es una idiota y un mentiroso. Como pude creerle toda su palabrería barata. Su esposa...La noticia me tomó por sorpresa. Era evidente que tenía que inventar algo para justificar mi presencia en aquella casa.
- Soy Lina- extendí mi mano y me sentí la mujer mas cínica del mundo- el Dr me envió a buscar unos papeles que se le quedaron y los necesita con urgencia.
-Y ¿dónde están? veo sus manos vacías.
-Es que al parecer los dejó en otro lado, aquí no hay nada para él.
- Seguro los dejó en casa.
- Bueno yo me voy, si quiere pase que ... perdón, es su casa y yo invitándola a pasar.
-No, solo vine a buscarlo, como no está, voy al hospital, después de todo ese es el lugar que más le gusta.
Mili llegó en ese momento y solo Dios sabe cuanto pedí para que no metiera la pata.
-  Yo me marcho, mi transporte acaba de llegar- agarré a Mili del brazo y fuimos directo a su coche.
Creo que nunca me había sentido tan avergonzada y tan ridícula. El hombre con el que había pasado la noche era casado. Siempre había respetado eso de irrumpir en un matrimonio y era yo la que había caído en esa situación. Ya en el auto, Mili no paraba de preguntar y le conté todo lo sucedido el día anterior y las novedades de la mañana.
Llegué a casa y me cambié de ropa, no podía evitar pensar en el encuentro de hacía un rato. Traté de llegar temprano al hospital, pero el esfuerzo fue en vano.
- Señorita Brown, 5 minutos tarde, creo que fui claro en que no toleraba impuntualidades- ese fue el recibimiento del gran médico.
-No volverá a ocurrir- di media vuelta y marché hacia donde estaban los pacientes. Él se acercó a mi un poco y me susurró:
- ¿Sucede algo?
En ese instante lo miré a los ojos y sé que era fuego lo que salía de los mios, por el calor que recorría mis vasos sanguíneos. No valía la pena hacerle algún reclamo, no tenía ese derecho. Solo era una muchacha que había dormido con un hombre sin ningún tipo de compromiso. Al mirar por encima de su hombro vi que Elsa se abría paso hacia nosotros.
- Creo que por ahí viene tu esposa. Te fue buscando muy temprano.
- ¿Qué?- su rostro se tornaba desconcertado- Lina, espera, deja explicarte.
- No quiero y no lo tienes que hacer, a mi no me debes nada.
- Lo sé, no tengo porque darte explicaciones, pero quiero hacerlo. Mira, aquí estoy para enseñarte de medicina y los únicos temas que nos interesan son esos, si me dejas...
- No sigas, no quiero saber nada. Con tu permiso voy a ver los pacientes, he compartido más de la cuenta con tu señora.
Elsa se acercaba más a Sam mientras me alejaba. Quería marcharme a casa, no estaba dispuesta a seguir pasando momentos incómodos, pero yo no era la que había actuado mal, yo no tenía razón para esconderme.
Después de hablar con Elsa, Sam se acercó a Thomas.
-Thomas, tengo que salir, quedas a cargo. Vendré lo más rápido posible.
Y eso fue todo.
Estar bajo la supervisión de Thomas no era malo. El era muy buena persona y un exelente profesional. Aunque en el fondo extrañaba a Sam, no podía quejarme de mi jefe sustituto.
Cuando culminamos las rondas nos dirigimos a por un café. Thomas era un muchacho muy inteligente y con un amplio conocimiento del mundo que le rodeaba.
-¿Por qué estabas nervioso el día que nos conocimos?- me atreví a preguntar.
-Ves a aquella enfermera de allí- y me señaló a una joven preciosa que iba atravesando el parque que estaba frente a la cafetería- se llama Riley. Nos conocemos hace mucho. El día que viniste con tu amiga estábamos tomando café y nos avisaron de un accidente masivo. Fue muy fuerte ver en las condiciones que llegaron esas personas. Entre los heridos estaba su padre, había llegado en paupérrimas condiciones. Se hizo todo lo que se pudo, pero su pronóstico era desfavorable. Me partió el corazón verla así. Lo más triste es que no sabía como consolarla y tuve que dejarla sola para venir a atender a los demás pacientes, o sea, a tu amiga.
- ¿Ella te gusta?
Los colores se le subieron al rostro. Era evidente que había dado en la diana.
- No respondas, te acabo de leer la expresión.
- Lina, eres mucha Lina. A propósito, no te he dado las gracias por acompañar a Sam con lo de Hilda.
- No te preocupes, pero no hagas más nada que implique que estemos cerca. Creo que la solución a nuestros problemas es guardar las distancias.
- ¿Sucedió algo?
- No, solo te digo.
Esa semana transcurrió tranquila. Me esmeré mucho en mi trabajo para evitar regaños de Sam, llegué temprano todos los días y en mi tiempo libre estudiaba. Me apoyé mucho en Thomas para aclarar las dudas y eso hizo que la relación fuera fortaleciendose entre nosotros. Esto me hacía bien. Cada día ganaba más confianza y mi rendimiento mejoraba. Eran mis mejores momentos, me atreví a decirle a Mili. Estaba contenta en el hospital y lo sucedido con Sam ya lo había superado.
  Se acercaba el aniversario del hispital y es tradición la gala benéfica para recaudar fondos para los pacientes de Oncología Pediátrica. Clara y Riley eran las encargadas de organizar la festividad.
- Lina, hola- se acercaron ambas a mí No sé si sabes que estamos organizando la recaudación para la sala de oncología y queríamos que nos ayudaras en la mesa en que se hacen las donaciones.
- No tenía pensado asistir, pero todo es permitido para ayudar a esos pequeñines.
Clara enseguida me explicó cuál era mi tarea. Le comenté a Mili y ella quizo acompañarme para no ir sola.
El día había llegado. Decidí lucir un vestido blanco de mangas largas y sin espalda, ajustado al cuerpo y hasta la
rodilla . El pelo lo rizé y lo llevaba suelto. Los labios, por supuesto que iban rojos al igual que los zapatos y la cartera. Llegué y sin demoras, fui directo a cumplir con mis obligaciones.
- Hola- un hombre de alta estatura se acercó a mí para hacer la primera donación-me permite decirle que es usted la mujer más linda de la fiesta.
- Muchas gracias- estoy segura que me sonrojé.
- Soy Kaleb de cirugía.
- Lina y aún no me graduo.
- Mucho gusto Lina la no graduada.
Me pareció muy simpático el hombre. El dejó su donativo y se dirigió a un grupo que estaba cerca. A pocos metros estaba Sam. Desde que me senté lo divisé. Había bebido más de 3 copas, lo que me pareció extraño. En el rostro se le notaba que estaba tenso, pero ese no era mi problema. Ya el tenía alguien que se ocupara de sus cosas y de su vida. Trataba de no mirarlo, mas él hacía todo lo contrario.
Como de costumbre, andaba guapísimo. Usaba esmoquin y el cabello perfectamente peinado. Un sueño, nunca mejor dicho. Luego de casi una hora a solo unos pasos de mí, se acercó:
- Lina, nos vamos.
-¿Cómo has dicho?
-¡Qué te vas conmigo ahora!
- Mira Sam aquí estoy haciendo algo importante y no lo puedo dejar porque tu lo quieras. Además yo no tengo que ir a ningún sitio contigo.
-Si tienes y lo vas a hacer.
-¿Estás bien Lina? -preguntó Kaleb que escuchó lo último que le decía a Sam
-Si lo estoy, solo conversaba con el Dr que ya se retira.
-Lina, no voy a hablar 2 veces.
-Yo tampoco.
Riley vino rapidamente a tratar de calmar los ánimos
-¿Puedo ayudarlos?
-Si- dijo Sam sin quitarme los ojos de encima- quédate en el lugar de Lina que la necesito.
-¿Pero es que no me has escuchado?- le repliqué.
Zasss.
El golpe que dió en la mesa Sam hizo que todos a nuestro alrededor mirasen.
Kaleb iba a hablar cuando Sam lo interrumpió.
- Dr creo que esta un poco alterado y la señorita..
-Este no es tu problema García. Y tú- me señaló con el dedo- te vas conmigo.
Nos quedamos mirándonos en espera de alguno bajara la guardia y fue cuando Riley suplicó que fuéramos a resolver nuestros problemas afuera.
- Por favor, la fiesta está quedando estupenda. Les pido que no me la hechen a perder.
Me paré indignada, tomé mi bolso y salí. Sam iba detrás de mí.
-¡Lina que te detengas te digo!
La cólera me poseyó y me voltee y lo abofetee.
-Ten mucho cuidado Sam, no te equivoques conmigo. Esa escena que hiciste estuvo fuera de lugar y que sea la última vez que me gritas y menos delante de todo el personal del hospital.
-Ya liberaste tu rabia contra mí- se tocaba el lugar donde lo había golpeado- ya dijiste lo que tenías que decir. Ahora súbete al maldito auto.
-Pero volvemos con las órdenes y las malas formas. ¿ Es que no entiendes lo que digo?
- Qué te subas al puto auto Lina porque no me queda paciencia y no respondo.
- Me amenazas entonces.
- ¿ No sabes cuando callar? -Y me levantó en su hombro y me montó en el carro. Me puso el cinturon y luego el entró y arrancó.
Me llevó al departamento de los acontecimientos. Luego de estacionar estuvimos un rato en silencio.
-Sé que no era la manera Lina- sonaba a una disculpa- pero eres muy obstinada y sacas lo peor de mi- error, era una justificación- De otra forma no hubieras accedido a venir y necesito hablar contigo a solas. Una vez te dije que no era un...
- ¿Canalla?¿Es eso lo que vas a decir? Me mentiste Sam y me usaste. -Tecnicamente no lo hice, porque no preguntaste; pero arriba tengo la explicación. Si hay una pizca de confianza me sigues; si no, eres libre de tomar mi auto y marcharte. Se donde vives y mañana lo paso a recoger.
El salió del auto rumbo al apartamento. Yo no hacía más que mirarlo desde el asiento del copiloto, hasta que decidí creerlo y lo seguí.
Al entrar me dió un documento. No entendía por qué, pero cuando leí comprendí. Eran los documentos de su divorcio.
-Soy un hombre divorciado Lina, el día que Elsa vino era para que fueramos ju tos a la firma de este documento. No te lo mencioné porque solo era cuestión de tiempo y después de besarte, no quería que te marcharas. Fue egoísta de mi parte pero te quería esa noche a mi lado.
No tenía nada que decir, me sentí una estúpida. En el fondo estaba muy feliz por que Sam no tenía a nadie que lo atara. Para no hacer mas incómodo el momento lo mejor era marcharme, asique tomé mi bolso y me dirigí a la salida. El fue detrás de mí. Cuando llegué a la puerta me tomó de la mano para frenarme.
- ¿No vas a pedir que me quede?- le dije.
El apretó aún más mis manos. Dejo escapar un suspiro y por fin habló
- No te vayas- y esa fue mi perdición.
Me atrajo hacia él y cerró la puerta. Puso su mano en mi nuca y me besó.
Era fuego lo que salía de nosotros. Sus manos acariciaban mi rostro y las mías fueron a su espalda, a sentir su calor y cuerpo que en ese momento era mío. Respiré su aroma, era a miel. Me separé de repente
-Esto no está bien- dije en voz alta para llamarme la atención a mi misma por mis actos.
- Puede que no sea correcto, pero bien si está.
Me mordí el labio mientras analizaba mis opciones. No pude aguantar más y fui directo a los de él. Me alzó por la cintura y me sentó en la mesa. Los besos iban aumentando el calor entre nosotros. Mi cuello era el blanco de su boca. No se atrevió a ir más allá, pero yo sí. Desanudé la pajarita y abrí los primeros botones de su camisa. Ahora era él quien paraba el momento tan íntimo que estábamos teniendo.
-¿Estás segura?
Por un momento me replantee lo que hacía, pero era tarde para frenar el deseo que Sam había despertado en mi ser.
- Lo quiero hacer.
Al oir esto él agarró mi vestido por el borde y me lo sacó en un solo movimiento. Mis pechos quedaron al aire, pero no me avergonzaba mi desnudez y menos después de ver la manera en que él me contemplaba, como lo más especial que había visto.  No demoró en lamerlos y succionarlos y luego trazó un camino de besos hasta mi ombligo. Fue una sensación maravillosa.
-Vamos- me cargó y me llevó a su cama. Allí me dejó muy suavemente en la cama y cuando estuve acostada ante él me sacó las bragas. Comenzó besando mis pies mientras me descalzaba. Siguió por mis piernas, hasta llegar a la cara interna del muslo. Sabía lo que quería hacer y facilité su trabajo colocando mis piernas en sus hombros. Encontró su blanco más rápido. Mi sexo nunca se había sentido tan satisfecho.
- Me parece que estoy llevando mucha ropa.
- Estoy de acuerdo- y poco a poco se fue despojando de todo lo que traía encima.
Volvió a mí para continuar con la tortura de placer que había comenzado.  Pensé que me iba a penetrar, pero no, introdujo 1 y después 2 dedos en el centro de mis sensaciones y con movimientos en círculos y de afuera hacia adentro me regaló mi primer orgasmo.
-Dámelo Lina, por favor no te detengas- su boca reclamba mi estallido.
-Ahhh, ahhh, ahhh- y se lo di.
Me avergonzaron un poco los gemidos que salieron de mí y él lo notó.
-Qué nada de lo que hagamos te avergüence. Tu placer es el mio.
Ese fue el pie forzado para que se colocara el preservativo y suavemente me penetró. Las embestidas fueron aumentando de intensidad, así como los besos y las caricias. Agarró mi cintura para guiar los movimientos juntos llegamos al clímax ¡Qué delicia lo que me hacía sentir ese hombre!
Cuando terminamos se paró de la cama sin decir nada y fue al baño, supongo que a limpiarse. Mientras lo esperaba busqué mi ropa interior y me la puse. Después de todo Sam era impredecible y no sabía que iba a suceder. Él salió envuelto en una toalla y aquí venía otro momento de tensión.
- Veo que te has puesto tu ropa.
- Si- y no sabía donde meter la cara.
- Es tarde- perfecto ahora me va a hechar educadamente- pero no tengo sueño, ¿te apetece ver una peli? Mañana si quieres te llevo temprano a tu casa.
Mi yo interno no sabía que pensar asique no lo hice.
- Vale, veamos una peli.
El tomó el control y se sentó en la cama.
- Ven aquí - y me coloqué entre sus piernas. Tomó el edredón y nos acurrucó a los dos- no quiero que te resfríes
Me envolvió en un abrazo y nos dispusimos a ver la película.

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