¡Si queremos!

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- ¿Kaleb?, pero ¿cómo has podido caer en esas garras?
La impotencia me consumía en ese momento. Tenía claro lo que podía hacer ese hombre, digo, si es que se le puede llamar así. No la culpo, ella no tenía conocimiento de sus antecedentes, pero ¡ah! el saber que se pudo evitar esta situación me está matando.
-Sé que merezco cada regaño, pero por favor, te ruego que te calmes, en tu estado eso no le hace bien al bebé.
Todo comenzó a hacer clic en mi cabeza. Ese tenía que ser el hombre que conoció en la gala del hospital, claro.
-Entonces, ese era el hombre con el que te viste el día de la gala y no quisiste decirme nada.
Su mirada desolada me confirmó lo que yo había razonado.
-Ese día…cuando llegué a la fiesta y no te vi, me enfadé un poco, pensé que me habías dejado plantada. Él se acercó a mí, supongo que porque no me reconoció como una colega o por la cara que puse al no encontrarte. Me invitó una copa y ahí comenzamos a charlar y me agradó. Al final de la noche decidí llevarlo al apartamento, me había parecido fantástico y me merecía un buen polvo.
Sé que ella se sentía un poco apenada. En toda la historia que me estaba haciendo, ni siquiera levantó la cabeza un minuto, mientras que sus manos no dejaban de hacer círculos con el extremo de la sábana. Me acerqué y la abracé, quería que supiera que ya todo había pasado y que iba a estar a su lado, que no tenía que preocuparse.
-Él me pidió que no comentara nada -continuó- porque estaba atravesando un proceso de divorcio litigioso y tenía miedo que fueran a alegar infidelidad a su caso, etc. Me pareció justo, asique no dije nada de lo nuestro hasta ahora. Hoy llegó muy molesto, según, porque le estaba siendo infiel con mi portero, que él nos había visto conversar y que se había dado cuenta de cómo me miraba. Discutimos fuerte y aquí acabó la pelea.
-Sam me contó que en una ocasión recibieron a su esposa en emergencias muy golpeada. Él mantuvo siempre la posición de que había sufrido una caída; ella igual. En ningún momento cambiaron sus historias, pero cuando uno es médico sabe identificar esas cosas. Ellos afirman que esos golpes fueron de él, pero nunca pudieron probarlo y ella no hizo la denuncia. ¿Tú si la vas hacer verdad?
- Claro que sí. Jamás desearía que otra persona pasara por lo que yo.
Sam aparecía en la habitación con unos cafés en las manos.
-Hola Mili, ¿cómo te sientes?, ¿recuerdas lo sucedido? ¿Sabes quién te hizo esto?
-Nada más y nada menos que el Dr. García -dije mirando a los ojos de mi amor.
- ¿Cómo? - la cara de sorpresa de Sam no fue mejor que la mía.
-Es una larga historia- dejé en la frente de Mili un beso, como los tantos que ella me ha dado de consuelo a lo largo de nuestra amistad- creo que ahora lo mejor es que descanses y después hacemos todos los procesos legales para denunciar a ese canalla.
-Está bien… pero no quiero quedarme sola. Me da miedo que venga aquí y que intente algo.
-Tranquila- Sam la tocó por el hombro para que supiera que no estaba sola en esto- yo voy a hablar con seguridad y les voy a informar de la situación- ella le dio su mano como muestra de agradecimiento. Esa escena me puso sensible, eran mi amiga de toda la vida y el hombre que se estaba adueñando de mi corazón, verlos así era una alegría inmensa para mí; aunque hubiera deseado que fuera en otras circunstancias- duerme que cuando despiertes ya todo estará bien.
Al salir de la habitación la furia emanaba de mis poros.
- ¿Te das cuenta de lo que ha hecho ese hombre?, merece estar tras las rejas. Lo que más me molesta es que Mili confió más en él que en mí.
-Mi amor tranquilízate, que juntos vamos a salir de esto.
- Está bien- dije para que el que se tranquilizara fuera él- ve a ver a los de seguridad, yo te espero aquí.
Apenas salió del pasillo, salí en busca de la cucaracha esa. Justamente en el área de cirugía estaba.
- ¡García! – llegué gritando- la enfermera se acercó para ofrecerme ayuda- ¡Oh! Riley, si eres tú, podrías ser tan amable y decirme si García está por aquí.
- Claro, está justo en esa habitación- y me señaló el cuarto que quedaba frente a nosotras.
- García, que bueno verte. Sabes quería…quería preguntarte algo- me acerqué un poco a él y le dije bajito- ¿Qué tan bien se siente pegarle a una mujer? ¿Acaso te hace sentir más macho? ¡Responde!
-No sé de qué hablas Lina, pero si no es molestia necesito que te marches que tengo pacientes por ver.
- ¡Me marcho una mierda! Esa que esta allá abajo es mi amiga y tu cometiste el error de meterte con ella así que esto no se va aquedar así. Todo el mundo - y señalaba todo a mi alrededor- va a saber la clase de hombre que eres y cuidado con acercarte a su habitación o te las veras conmigo.
- ¿Es eso una amenaza?
-Tómalo como quieras.
- ¡Ven acá pequeña perra! -en dos pasos llegó hasta mí y me agarró por la mandíbula; pero el puño de Sam impactó en su rostro dejándolo caer al piso.
- ¡Mucho cuidado Kaleb! te dejo sin manos si vuelves a intentar pegarle a una mujer y menos a la mía.
Todos a nuestro alrededor observaban con asombro lo que pasaba.
- ¿Qué tienes deseos de pegarle a alguien? Ven, levántate y vamos a fuera.
Aunque Kaleb se veía furioso, sabía que lo mejor que hacía era quedarse quietito. Yo misma hubiera sido víctima suya si Sam no aparece. El grupo de seguridad venía detrás de mi salvador y rápidamente intervinieron en la pelea. Antes de llevárselo fuera del hospital, Sam se acercó.
- No te quiero ver cerca de mi mujer ni a diez metros. Si la ves que va en tu dirección cambia el rumbo; pero no quiero ni que la mires.
Cuando los de seguridad se marcharon, se volvió a mí
-¿Estas bien? - y pasó su mano por mi vientre.
- Si, estamos bien.
- Es que no puedo quitarte los ojos de encima- me estrechó contra su pecho- ¿qué pretendías hacer?
- No sabes la impotencia que me da toda esta situación.
- ¡Hay mi mujer maravilla! 
Cuando por fin decidió soltarme, me pude percatar que había miradas indiscretas posadas en nosotros.
-Ya que estamos aquí vamos a ver cómo está nuestro bebé -sugirió.
- ¿Se mantiene en pie lo que acordamos anoche?
- No recuerdo nada de anoche - era evidente que lo hacía para mortificarme.
- ¿Vamos a volver a lo mismo? - no importan las excusas absurdas que él se inventara, yo iba a volver a mi trabajo.
Él suspiró hondo y dejó salir su frustración.
- Está bien Lina Brown, tú ganas. Si todo marcha bien vuelves a trabajar hasta que la panza te lo permita.
Volvimos a sellar el acuerdo con un beso en los labios.
Cuando llegamos con la Dra. Fleming, esta nos recibió muy cariñosa.
-Siempre es un gusto ver a unos padres tan preocupados; pero me parece que están abusando de su profesión para estar vigilando a ese pequeño. ¿En qué puedo servirles?
-Después de todos los acontecimientos queríamos saber si por fin todo estaba bien- explicó él.
-Por parte del bebé todo ha estado bien- aseguró la obstetra- si mal no recuerdo lo que quedaba pendiente era la analítica.
- Si lo sabemos, pero...bueno, queremos estar seguros de que no hay problemas. Lina quiere incorporarse y queremos que no haya dudas.
Siempre me pongo nerviosa cuando me hacen una ecografía, creo que en el fondo tengo la incertidumbre de que algo esté mal; pero todo cambia cuando miro al monitor y lo veo, o la veo. Los miedos se van y entonces aflora ese deseo de cuidarlo con todo mi ser, de protegerlo hasta siempre. Al otro lado está él, agarrando mi mano y con un brillo indescriptible en sus ojos. Nuestra historia ha sido complicada, pero es nuestra. Somos tres, este es un cuento donde los tres somos protagonistas.
- Está bien. No hay de qué preocuparse. Creo que acá el doctor- refiriéndose a Sam- debería repetir la analítica. Esa es su área.
- Entonces vamos a hacer la analítica, Fleming, ¿crees que te la puedo encargar un momento? No confío en dejarla sola.
Mis ojos se entrecerraron dejando ver una expresión de pocos amigos en mi rostro.
Cuando me quedé a solas con mi doctora, recordé que desde hace días algo me estaba dando vueltas en la cabeza. Era momento de despejar las dudas.
-Renata, cuando tuve el altercado con el paciente, que repetiste la eco, mencionaste que Sam estaba preocupado por mí. ¿Por qué?
Luego del primer examen el fue a buscarme para saber de tu salud.
-Renata espera, ¿hay algo más que deba saber del caso de Lina?
-No, dije todo. Ella está bien, solo fue un susto. Por lo visto tiene un bebé muy fuerte.
- ¿Hay algo que me recomiendes?
- Si, ella está bajo mucho estrés y creo que está descuidando su dieta. Ahora no se trata solo de su salud, sino también de la del bebé. No seas tan estricto con ella, ayúdala que ahora lo necesita. Ayer estaba muy asustada, cuando le di la noticia no lo podía creer, incluso creo que pensó en un aborto. Sé que esa idea solo fue traición de los nervios, mis años de experiencia me han enseñado que en la mirada está la respuesta del corazón y en los de ella vi que no iba a abandonar a su hijo.
-Gracias Fleming, te debo una enorme.
-No me debes nada.
Luego de que me repitiera los exámenes, a Sam no le quedó más remedio que recibirme en su equipo de trabajo. Tanto el bebé como yo estábamos bien.
Al salir de la delegación dejábamos atrás una experiencia desagradable. Mi amiga ya estaba mejor, afortunadamente lo sucedido no fue nada grave fisicamente. Estaba feliz por ella, en ningún momento titubeó con respecto a su decisión. Sabía que lo correcto era denunciar a ese cretino, solo Dios sabe cuántas mujeres pasan por lo mismo y el dolor queda encerrado junto con el llanto en una habitación. Somos nuestro mayor tesoro, no dejemos que nos lo arrebaten.
Ya estaba otra vez en mi trabajo, confieso que no fue fácil. Sam está encima de mi constantemente, vigilando que no haga nada que me ponga en riesgo. La verdad que creo que le van a salir canas.
Mi panza se empieza a ver y en ocasiones lo he sorprendido embelesado mirándome la barriga. Se que está tan contento como yo por nuestro hijo.
-Hola desconocida- venía lentamente hacia mí con una serie de documentos en las manos
-Hola desconocido-le seguí el juego.
-Ya casi no cabes en esa silla, creo que no te debes ver ni los pies.
-Es verdad, este bebé está creciendo demasiado- lo había intentado mientras hablaba, no podía verme los pies.
-Entonces ya te acabas de convencer de que debes ir a casa.
Aunque me costara admitirlo, tenía razón. A este tiempo de gestación, lo que hacía era estorbar.
-Si, ya es hora de ir a casa.
-Te voy a llevar ahora mismo.
Me ayudó a salir de mi asiento, fuimos por nuestras pertenencias y fuimos a nuestro hogar.
- Creo que ya es hora de acomodar el cuarto del bebé- comenté después de merendar.
- Va a ser algo difícil, no has querido que Renata nos revele el sexo y ahora estamos indecisos entre rosa y azul.
-Creo que será amarillo, ese color le viene bien a ambos sexos.
-Está bien, amarillo me parece perfecto.
El domingo terminamos muy agotados, pasamos todo el fin de semana arreglando, limpiando y pintando el cuarto de nuestro hijo. Confieso que hubo ocasiones en las que me puse muy sensible. Ya casi se acercaba el momento de su llegada y yo a veces dudaba de mi capacidad como madre. Había sido un año duro, pero fue el mejor de mi vida. Mi camino se juntó con el del hombre con el que iba a tener un hijo, el hombre del que me había enamorado. Creo que no podía pedir nada más salvo mucha salud para todos.
Sentada en el sillón, San se acerca para ayudarme a ponerme en pie.
-Vamos mi gorda.
- ¿Cómo dijiste?  En tu vida vuelvas a decirme esa palabra, creo que esa sería la causa de que me largue con mi bebé de aquí.
Fui disparada para el baño, eso me había herido. Me había llamado gorda ¿cómo pudo? lo veo entrar en la ducha conmigo y en su cara trata de esconder la sonrisa que traía.
-Discúlpame, no quería que te sintieras así, sabes que me pareces bella como sea- lentamente se fue despojando de toda su ropa.
- ¿Qué haces?, ¿es que ya no tengo privacidad para bañarme?
-Ya lo hablamos, estás en las últimas semanas y me da pánico que te caigas aquí, desde hoy me baño contigo te guste o no.
En ese instante abrió la llave del agua y cayó el agua fría sobre nosotros, luego sus labios impactaron en los míos.
- ¿Estás loco? me asustaste.
-Tú me tienes loco - el beso se hizo más profundo. Ya la molestia había pasado, estaba feliz de estar con Sam, eso nunca iba a cambiar.
- ¿Y se puede saber cómo vamos a hacer para bañarnos los dos?
-Fácil, yo te voy a bañar.
Me puso de espaldas a él e hizo que me levantara el cabello, tomó el jabón y dejó caer un poco en la esponja, la comenzó a pasar por mi espalda, por mi trasero, incluso llegó desde atrás a mis senos. Mientras mordisqueaba mi oreja, susurró:
- Sabes, hoy pasé y compré una esencia que la vendedora me aseguró que era muy buena para las embarazadas.
-¿Ah sí?
- Quédate aquí que la voy a buscar.
Lo esperé bajo el agua de la ducha. Lo veo acercarse con un pomo color ámbar, me pide que me dé la vuelta para volver a quedar de espaldas. Mientras, cierro los ojos para disfrutar del agua recorriendo mi cuerpo.
Me pide que me de vuelta, y ahí, lo veo hincado ante mí con sus manos extendidas y en la palma un anillo. Me llevé mis manos a la boca en un intento por ahogar el grito de sorpresa que salió de mí. En ese momento comienza a decir:
-Cuando te vi la primera vez en el cubículo frente al mío, te robaste mi aliento por lo bella que eres, pero fue más grande mi sorpresa cuando pasaste por delante de mi butaca en el ballet y con una sonrisa pura y un cuerpo deslumbrante, lograste que muchas miradas se posaran en ti. Me cuestioné mucho no pedirte tu número telefónico, pero en ese entonces estaba atado legalmente.
De mis ojos empezaron a brotar lágrimas, él estaba haciendo e un recuento de lo que había sido nuestra historia.
-Y entonces estabas en el hospital- prosiguió- llegaste otra vez y tuve que darle la razón al destino. Eras para mí. A pesar de nuestros desacuerdos nos encontramos y nos reclamamos el uno al otro. Te deseaba tanto y estabas aquí. Ahora está lo más lindo que puedas darme, un hijo. Creo que es muy obvio lo que quiero pedirte hoy, y con nuestro hijo como testigo te prometo amarte siempre, ser tu soporte en los malos momentos y sonreír contigo en los buenos. Prometo serte fiel y amarte hasta que mi cuerpo no emita ningún pulso.
No podía hablar , las hormonas estaban haciendo de las suyas. ¿Y si él está equivocado? ¿y si solo lo hace porque estoy embarazada? ¿y si como todo pasó tan rápido no está pensando con claridad?...
Al verme que no respondía se puso en pie y me puso el anillo en la mano.
-No quiero que te sientas presionada y hagas algo de lo que no estás segura, pero este anillo lo compré para ti y así será siempre - no lo puso en mi dedo anular ; sino en el índice- quiero que lo conserves, aun si nunca nos casamos, quiero que pertenezca al primero de nuestros hijos, para que cuando encuentren a la mujer de sus sueños y decidan unir sus vidas en matrimonio, siempre sepa que tú, fuiste la mujer de los sueños de su padre. Me besó en la frente y salió del baño. Me dejó en la ducha y a los pocos minutos vino a buscarme ya vestido, me dejó en el cuarto para que yo hiciera lo mismo.
-Voy a preparar la cena, te espero.
Él aparentemente estaba bien, yo sabía que no, le había roto las esperanzas con mi actitud, pero me tomó por sorpresa. No niego que en los últimos días pensaba en una vida al lado de él, incluso había soñado que nos casábamos. Era una cobarde me estaba negando a ser feliz, debía solucionar esto.
Me arreglé, me hice un bonito peinado, me pinté los labios de rojo y me puse un vestido suelto.
Sam se sorprendió al verme así en la cocina.                                                                                                                                                                                                           -Huele bien, ¿qué preparas?
-Estás preciosa. Ven, siéntate, preparé espagueti- apagó la estufa, ya todo estaba listo.
Cuando se giró me preguntó que hacía.
-Verás- me tocaba hablar a mí- hace un rato me quedé callada, luego de las cosas tan lindas que me dijiste. Confieso que tuve miedo de responder
-Lina…
- ¡No! déjame terminar. Tuve miedo porque no sé si vaya a funcionar, pero la verdad, no me importa. Hablé con la persona más importante de mi vida y juntos llegamos a una decisión- dejé caer mi vestido y en mi panza vio escrita la frase: ¡Si queremos!
En este momento era él, el que se quedaba sin palabras.
- ¡Oh Lina!
-Yo te amo, estoy agradecida de haberte encontrado- y nos fundimos en un beso que terminó en la cama, desnudos, con él entrando y saliendo una y otra vez de mí hasta alcanzar un orgasmo y diciéndome lo mucho que me amaba.
















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