El Dr Cortés antes de Lina

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Sam
- Me cansé Sam, siempre fui la última opción para ti. En primer, segundo y tercer lugar está tu hospital, tus pacientes y yo no quiero eso. Con que estuvieras para mi y completo, me hubiera conformado, pero no te importó.
- Pero esa no es razón para que actuaras como lo hiciste- la impotencia quemaba todo mi ser. No supe que hacer cuando ella me dió la noticia- Me robaste mi derecho a decidir y nunca, fijate bien Elsa, nunca te lo voy a perdonar.
- Tu nunca has tenido ese derecho- ella recogió su pelo rubio en una cola en el centro de la cabeza y después de calmarse volvió a hacer uso de la palabra- Creo que es hora de divorciarnos. Hemos dilatado mucho este tema y ya es hora de que cada cual tome su camino- mientras me siento en el sofá a procesar lo que me acaba de decir, ella camina la casa observando lo que juntos habíamos logrado estos 8 años- fuimos felices, pero ya no nos soportamos. Por nuestro bienestar mental es lo mejor.
- Si así lo quieres. Mañana voy a sacar mis cosas, ahora voy a ver a Hilda. Me avisaron que no está bien.
- !Ves! , otra prueba de lo que acabo de decirte.
No respondí. Salí de casa super cabreado con Elsa, me había destruido. Me quitó el sueño de toda mi vida, mi hijo. Un enorme suspiro emanó de mí. Pero todo lo que decía era cierto. Desde hace meses dejamos de llevar una vida de pareja. Tuvimos la suerte de que una noche nos invitaron a una fiesta donde nos pasamos de tragos y al llegar a casa el alcohol hizo desaparacer los problemas asique nos fuimos a la cama y ahí engendramos a nuestro bebé. De iluso pensé que esa iba a ser la salvación de nuestro matrimonio, pero ahora había decidido interrumpir el embarazo sin contar conmigo. Se llevó el anhelo más grande de este hombre, me arrancó a mi hijo.
Ya no podíamos estar juntos, no era fácil para mí superar su acto egoísta. Lo mejor que hacemos es divorciarnos, ya la relación no funciona y el bebé que podía salvar lo que quedaba, no está.

- Buenas noches Dr Cortés, hicimos lo que pidió, pero no ha mejorado.- Clara me entregaba la historia clínica de Hilda-  Pensamos que lo mejor era llamarlo y que valorara usted mismo la situación.
-Gracias Clara, yo me encargo.
-¿Dr?-dijo Clara antes de marcharse- usted la ha ayudado todo este tiempo, pero ya ella no está bien.
- Lo sé Clara, lo sé.
La enfermera se fue y yo me dirigí a ver a mi amiga.
- Hola, ¿cómo está la paciente que más quiero?
- ¿Eso es lo único que tienes que decir?- me responde entre tos y tos.
- Bueno... y la que me tiene capturado todo el corazón.
- Mejor así- me hizo un lado en la cama y me acosté con ella. Era lo que hacía cuando presentía que no le traían buenas noticias.
- Estos medicamentos no te están bien- comencé- por lo que no hemos visto mejoría, asique vamos a tener que llevarte a cuidados intensivos y probar otro tratamiento.
Decirle esto me partía el alma. Desde hace 4 años venimos luchando juntos contra su enfermedad y comunicarle que este tratamiento no estaba dando resultado, era como empezar a dejarla ir.
Ella por su parte era muy fuerte, nunca se derrumbó ante ningún resultado. Se que sabía que su enfermedad era terminal y que iba a llegar el momento en que solo tocaba esperar lo peor.
-Sam, déjame vivir tranquila los últimos días de mi vida. Has hecho todo por mí- sus manos apretaban las mías y sus ojos se iban llenando de lágrimas- pero ya es hora de que me dejes seguir mi camino. Mi tiempo aquí concluyó.
-No, no puedo renunciar a ti- y la apreté contra mi pecho- déjame intentar algo más.
-¡Hay Sam! Ya no quiero más nada, quiero descansar. Yo siempre voy a estar agradecida por lo que has hecho, no como médico, sino como persona. Me diste amor de hijo y has estado cuidándome desde que llegué a ti. Yo sé que tu padre donde quiera que esté ha de estar muy orgulloso de ti. Ahora por favor has lo que te dice esta vieja que de sus 79 años ha pasado los últimos 4 bajo tu cuidado.
Nos abrazamos muy fuerte, esa era la señal de que a partir de ahora las cosas iban a ser como ella quisiera.

-¿Dónde está Thomas?- pregunté con la intención de cambiar de tema y dejar a un lado la tristeza.
-Hoy no ha venido a verme, seguro está muy ocupado.
Al levantar la cabeza veo que va con dos jóvenes hacia el cubículo de enfrente
-Míralo ahí está- le indiqué con un gesto- Parece que está nervioso
-No lo mires así, que se intimida.
-No, que va. Thomas es muy bueno y ha aprendido mucho de todos aqui, es un residente de primera.
Mi mirada quedó totalmente en el cubículo de enfrente, la joven que acompañaba a la herida era muy hermosa, pero enseguida algo me hizo clik en la cabeza, Elsa.
- ¿Lo miras a él o a la joven que está a su lado?
-Por favor, sabes la cantidad de problemas que atravieso con Elsa- respiré y continué informando a Hilda de lo sucedido- Ya tomamos la decisión de separarnos. Es el fin de nuestro matrimonio.
-Es lo mejor para ambos mi joven amigo. Cuando el amor no alcanza el matrimonio se acaba.
- Pensé que iba a estar con ella toda la vida. La conozco desde hace mucho y ella a mí. No imaginé que a mi edad iba a empezar de cero.
- ¿Pero te das cuenta de lo que dices? Si solo tienes 31 años, puedes empazar de nuevo. No quiero que cuando no esté te quedes solo. Mereces a una mujer que te ame por lo que eres, un hombre maravilloso, de los que no hay. Tienes tus cositas, pero eres bueno.
Esto hizo que me pusiera melancólico.
- Eh, pero la muchacha es la que está atendiendo a la otra- apuntó Hilda- ¿ Por qué no lo hace Thomas?
- No sé, pero tengo que dejar que empieze a tomar sus propias decisiones. Tengo que guiarlo para que sea independiente y seguro.
Ambos mirábamos atentamente a lo que sucedía frente a nuestros ojos.
- Parece que ya terminó.
- Si, eso parece. Voy a serciorarme de que todo está bien. Espera que ahora regreso -crucé la habitación deseoso de ver lo que la muchacha había hecho.

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