¿¡Qué!?

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Otro día con Sam y cada rato que paso con él es maravilloso. Es un hombre muy atractivo y como médico, no me cabe la menor duda de que es muy bueno en lo que hace. Pero no todo es color de rosa, sus altibajos me dañan. En momentos es súper tierno y en otros, es un iceberg en potencia. No sé hasta cuando voy a seguir resistiendo esto.

-Buenos días- saludó Sam al verme llegar al hospital.
-Hola.
-Hace 2 días que no sé de ti, ni siquiera has llamado. ¿Pasa algo?
Sam se acercó y calentó con sus tibios labios los mios. Quedé algo consternada por su acción; ya que había dejado claro que no era de su interés hacer público lo que sea que estuviesemos viviendo; aunque no había casi nadie en nuestros alrededores.
-No pasa nada- ambos hechamos a andar hacia los adentros del hospital- hace 2 días no me sentí bien e informé que no iba a venir y ayer me tocó estar todo el tiempo en la planta de pediatría.
- No entiendo como puede ser, nadie me informó de tus movimientos.

Confieso que ahí tengo un poco de culpa, al llegar ayer, vi a Alfred y me comentó que necesitaba un poco de ayuda en pediatría y yo me ofrecí. Él señaló que debía hablar con Sam; pero le dije que lo haría yo.
-Yo tampoco entiendo nada. Solo me limito a cumplir con lo que mandan.

Espero no meter a Alfred en algún lío por mi pequeña mentira.
- ¿Acaso era muy difícil que me lo contaras tú?
- Lo siento mucho, no pensé que fuera importante.
Estaba muy molesta, no , esa no era la palabra, estaba cabreada por todo lo sucedido. Llevamos un mes viéndonos, fuera del hospital él es maravilloso. Es un hombre muy inteligente y podemos tener conversaciones de cualquier tipo y en la cama,¡por Dios!, nunca me habían hecho sentir como lo hace él. Pero lo que temía esta pasando, estoy sintiendo cosas y creo que me va a tocar sufrir y no quiero, sufrir nunca ha estado en mis planes.

-Hoy tenemos que estar en emergencias. Saben que será un largo día- y ese fue el saludo al encontrar a Thomas.
En efecto que el día fue largo, no dejamos de ver pacientes. En parte fue bueno para mí, porque la cabeza la tenía ocupada y no tenía espacio para los pensamientos que me habían estado perturbando estos últimos días. Cerca del medio día la afluencia de pacientes había disminuido y los que teníamos bajo nuestros cuidados estaban estables.

-Voy a aprovechar y voy a almorzar. Veo que ustedes no tienen intención de ir ahora y como no podemos dejar esto solo, pues voy a ir yo.
Comunicado esto a mis casi colegas, Thomas asintió.
En la cara de mi amante no se podía ocultar el desconcierto que estaba sufriendo. No lo he tratado igual y no es culpa mia. No puedo controlarme, esto me supera. A veces, creo que es mejor vernos de vez en cuando, para marcar distancias.
Al principio pensé en establecer límites, pero esta relación la maneja él.
Cuando terminé de hablar, di la media vuelta y me dirigí hacia la cafetería. Sé que irme, sin esperar la respuesta de Sam, era una falta de respeto y una provocación, pero la verdad no me importaba.
- ¡Señorita Brown!- gritaron desde un extremo del pasillo
- Hola, ¿que tal Dr García?- y este se acercó para saludarme- desde el lamentable incidente de la gala no la veía. Ese día Cortés no estaba muy ecuanime que digamos y la hicimos pasar un mal rato. Le ofrezco mis disculpas.
- No se preocupe, todo quedó en el olvido.
- Sabe, no deja de sorprenderme su belleza. Incluso cuando en sus ojos se asoma una pizca de tristeza como ahora...
-¡Lina!- es que la gente hoy solo sabe gritarme.
Sam venía hacia nosotros con cara de muy pocos amigos.
- Dr. Cortés- saludó Kaleb.
- Dr. García- respondió Sam sin quitarme los ojos de encima.
¡Qué momento más incómodo! Ahí estabamos los 3 otra vez, mirándonos sin nada que decir.
Sam me tomó de la mano y pidió permiso para irnos. No me soltó hasta llegar a la cafetería, yo no dije ni una sola palabra. Me dejó en una mesa y buscó nuestro almuerzo.
Todos a nuestro alrededor nos miraban. Luego de comer, no pude más, me disculpé y casi salí a correr para el cuarto médico.
Gracias a Dios no había nadie, me lavé el rostro y sólo le pedí control a mi reflejo. Respiré hondo y cuando me disponía a salir, estaba él. Su espalda descansaba en la pared de enfrente y sus manos estaban en los bolsillos. Con el pie en la pared y la mirada en el piso, parecía como esperando que pasara el tiempo. Cuando me miró, vi algo que nunca había manifestado hacia mi: preocupación. Vas por mal camino Lina, lo de nosotros es puro placer y pasión, no trates de buscar más porque lo vas a perder.
- Ahora si me vas a decir lo que pasa.
- Creo que ahora no es momento para hablar- miré hacia los lados para asegurarme que nadie estaba escuchando- Thomas debe estar hambriento y nosotros estamos tardando mucho.
- Thomas está bien y si pasa algo para eso están los localizadores.
Ya estaba parado frente a mi y aunque estábamos en el hospital, era el hombre que me abrazaba y con el que compartía cuando estábamos en su casa, era el otro. Lo agarré de la mano y de un tirón lo metí al cuarto.
-¿Qué crees que haces?- Estaba desconcertada y empezaba a molestarme, acababa de tener una muestra de sus altibajos.
-

¿Qué quieres de mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora