D-dier Un Amor Inteligente

El ser perfecto

Iker y Samantha repartían su tiempo entre el laboratorio, pruebas de vestidos y trajes, pruebas de prototipos, testeadas de platillos y bocadillos.

A marchas forzadas estaban tratando de cumplir con los últimos pedidos que habían aceptado hasta antes de la fecha de su boda.

Pero era un prototipo el que realmente les ocupaba un poco más de tiempo.

Ya que ese droide estaba siendo hecho con un especial amor.

De unos buenos amigos para alguien que era demasiado importante en sus vidas.

—Llegó el pedido de látex en tono rosa 460.

Dijo Samantha mientras observaba con ojo crítico como la mano por primera vez tomaba movimiento.

En ese momento con ese regalo en especial era que la pareja se sentían el doctor Frankestein como burlonamente les decía Jacob, tratando de hacer al ser más perfecto.

Iker observaba como los demás colegas evaluaban los primeros movimientos.

—En la mesa de diseño están los ojos que pediste, —dijo Iker a Samantha, quien estaba del otro lado de la mesa observando todo el trabajo.

—En un momento lo revisaré, esos ojos deben ser perfectos según el resultado del evaluador virtual. —Iker asintió y volteó a ver a sus compañeros que hacían la prueba.

—Bien muchachos mañana probaremos las otras extremidades antes de ensamblar el cuerpo.

Samantha anotó algunos datos en su tableta, —entonces en un rato ensamblaré la cabeza.

Iker asintió.

—Me parece perfecto, ya que contamos con muy poco tiempo.

Jacob se probaba un traje que Iker había sugerido para su boda. Como el padrino del novio estaba contento de poder ver a sus buenos amigos unidos.

Pues a pesar de la tecnología y las relaciones alternativas, el amor a la vieja usanza de humano con humano aún prevalecía.

Samantha observaba la cabeza con rasgos humanoides que ya empezaba a tomar forma, era impresionante ver como los ojos y los labios cobraban "vida".

—Ese color de cabello es perfecto, —afirmó Iker pasando los dedos por la cabeza que apenas era ensamblada.

—Lo sé, creo que a Jacob le gustará, —Samantha frunció el ceño mientras hacía los ajustes pertinentes, Iker sonrió un poco inseguro.

—Sam dudo que Jacob ya haya follado con un tipo, y sospecho que este droide le tomará por sorpresa en toda su estrecha mentalidad.

Samantha sonrió, debía admitir que su prometido tenía razón.

—Recuerda que el escáner no se equivoca, así que esperamos que sea amor a primera vista, —Samantha continuaba colocando los cabellos uno por uno en la semi calva cabeza. Después de ese proceso vendría el hecho de hacer el corte ideal, pero de eso se encargaría la estilista virtual.

Dos semanas pasaron con la fabricación de ese y otros droides,  también la pareja estaba a la mitad de la fecha de su boda, así que ya era el momento de armar por completo al droide que se esperaba sea el compañero de Jacob.

—Oye Sam, es hora de revisar el torso,  —Iker caminaba apresurado mientras entraba al laboratorio de ensamblaje seguido por un séquito de especialistas.

Samantha dejó lo que estaba haciendo para guiar al grupo hasta el torso del droide.

Las miradas y los murmullos de asombro llenaron el estéril lugar.

—¡Vaya!, la voz emocionada de Iker reverbero en el lugar, —sino supiera y viera que es un droide masculino yo mismo lo tomaría para mí.

Las risas y los aplausos por el jocoso comentario y el buen trabajo se escucharon.

—Bien ensamblémoslo, —dijo uno de los biomédicos encargados de la revisión.

Todas las piezas fueron revisadas antes de ser montadas en el cuerpo que poco a poco tomaba forma de un humanoide masculino.

—Es el momento Sam, activa al droide, ordenó Iker.

Todos los técnicos miraban a la doctora que tecleaba algo en su tableta.

Y todos los corazones se detuvieron en ese momento.

Ahora se definiría si los rasgos y habilidades del droide habían sido los correctos.

El droide poco a poco fue abriendo los ojos, como el recién nacido que era.

Y si antes estaban todos los presentes impresionados por la apariencia tan perfecta e inocente de aquel droide, ahora podrían decir que los ángeles si es que existían eran droides salidos de laboratorios L-oVe.

Aquellos ojos eran perfectos, junto con esos turgentes labios y el cabello entre rubio con destellos cobrizos.

La forma de aquel cuerpo tan delicado y voluptuoso del trasero, lo mismo que el lindo pene que descansaba en aquella estrecha cadera, aunado a la perfección de aquella nivea piel.

—Hola, —fueron las primeras palabras del droide que poseía una voz tan juvenil y dulce, pero sin duda masculina.

El rostro de Samantha y de los presentes se mostraba expectante. Después de todo era uno de los momentos más cruciales para los científicos.

Cada pieza, cada extremidad, cada cable debía ir en el lugar indicado. Así era nacer para un droide.

Casi doce horas de pruebas, de escaneos, de revisiones el prototipo estaba listo.

Aún los presentes podían asegurar que ese droide era uno de los prototipos más bellos y perfectos que había sido creado en el laboratorio.

Muchos de ellos dudaron de su sexualidad y las mujeres suspiraron de ver un rostro tan bonito.

—Sobándose el cuello todos miraron expectantes al oficial quien registraba el código de identidad y tecleaba el nombre, edad y fecha de nacimiento del hermoso droide...

Prototipo L-oVe 180876.

Nombre: D-dier

Edad: 21 años humanos

Fecha de nacimiento: 03-09-XXXX.

Así al finalizar el registro todos los presentes aplaudieron.

Era un momento tan emotivo. Tanto así que los científicos se abrazaron y se felicitaron entre sí.

—Ahora hay que pensar en cómo introducir a D-dier en la vida de Jacob, —la voz de la bella científica sonó en el lugar, mientras verificaba una vez más el correcto funcionamiento del droide.

Iker abrazando a Samantha por la cintura le dio un casto beso, —no lo sé, pero te juro que si el idiota de Jacob no lo quiere, le partiré la madre.

Samantha se apartó un poco de Iker para poder ver su rostro.

Iker al sentirse observado se sonrojó, —siento como si D-dier fuera nuestro hijo.

Samantha abrazó a Iker dándole un fuerte beso, —yo también me siento así Iker, así que más le vale al idiota de Jacob amar a nuestro D-dier.