Extremistas a la vista

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—¿Cómo que están de regreso ya?, —la voz algo molesta de Jacob alertó a D-dier que daba los últimos toques a la cena.

La expresión preocupada de Jacob alertó los sensores de su pareja quien continuó hablando por teléfono.

—¿Cómo que atacaron el laboratorio?, está bien, él está conmigo, en un momento les veremos.

Jacob se volteó para mirar a D-dier, —¿sucede algo?, —la mirada preocupada del droide alegró a Jacob quien extendió su mano para tomar la de su pareja.

—Los extremistas atacaron el laboratorio.

D-dier suspiró, había visto demasiada televisión para saber lo que eso significaba.

—¿Iker y Samantha están bien?, —Jacob abrazó protectoramente a su pareja.

Nunca se imaginó convertirse en un acérrimo defensor de los derechos droides.

—Todo el personal del laboratorio están bien, afortunadamente solo grafitearon las paredes y escribieron amenazas.

—¿Qué haremos?, D-dier levantó la vista y Jacob aprovechó el momento para besarlo suavemente, —iremos a ver a Iker y a Samantha.

Jacob rápido se separó de su pareja, a sabiendas que si no paraba aquel beso, pronto estaría chupando y haciendo gemir al chico, como ya era habitual en ellos.

D-dier alcanzó su chamarra y la de Jacob mientras este tomaba las llaves y apagaba las luces del departamento.

El laboratorio era un caos. En las últimas 72 horas tenían una larga fila de droides que habían sido atacados.

En ese momento el personal habilitaba una sala que fungiría como clínica para los droides. Lo único que les faltaba era personal dedicado al cuidado de los droides.

Pues los mismos científicos no se daban a basto.

—Pongan a Zy-am en esa camilla y a —Qi-nu en aquella. Samantha trataba de organizar el cuarto en donde más de veinte droides esperaban atención.

Jacob y D-dier entraron en el laboratorio tomados de la mano, saludando al personal que estaba ya, familiarizados con ellos.

—¡Iker!, —gritó Jacob hasta que llegó donde estaba su amigo embalando parte del instrumental, para así resguardarlo.

—Jacob, D-dier; —Iker los abrazó.

—Déjame ayudarte, —dijo D-dier, cargando algunas cajas, gesto que Iker agradeció.

—Llévalas con Novelo, él las pondrá en la bóveda.

D-dier hizo lo que se le pidió.

—Nos avisaron a penas llagamos a Madrid, y decidimos suspender la luna de miel.

Iker revisaba una lista.

—¿Dónde está Sam?, preguntó Jacob.

—Ella se está volviendo loca en el galerón trasero.

D-dier llegó hasta donde platicaban los amigos.

—Yo puedo ayudar, —la voz suave y segura de D-dier hizo que Jacob e Iker lo miraran con interés.

—No lo sé D-dier... —Iker se rascaba la cabeza como analizando la oferta.

—Necesitan voluntarios y yo puedo ser más útil.

Iker miró a Jacob como esperando una respuesta.

—Bebé esto es demasiado, —Jacob fue tomado por sorpresa y no tenía como disuadir a su pareja.

D-dier Un Amor InteligenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora