D-dier sintió las lágrimas correr por su rostro. A pesar de ser vida inteligente su mayor propósito al ser creado era hacer feliz a Jacob. Por eso cuando se dio cuenta de que la conducta de su pareja no era la adecuada para su relación, su sistema empezó poco a poco a desconectar ciertas emociones, que si Jacob no hubiera reaccionado a tiempo entonces D-dier se hubiera apagado.
Era un recurso que nunca había sido utilizado por los droides construidos años atrás, pero estaba ahí como medida de seguridad para ambos.
—Agradezco que no hubieras hecho de mí el primer droide en ser apagado.
Jacob apretó un poco más el cuerpo de D-dier en sus brazos, —¡Ay!, se quejó el chico al sentir la fuerza de aquel abrazo.
—Lo siento, dijo Jacob apenado, —el agradecido soy yo de que me aceptaras otra vez, —dijo Jacob quien depositó un suave beso en la coronilla de D-dier.
—¿Qué hice mal?, —Jacob suspiró ante la pregunta inocente de D-dier, —bebé tu no hiciste algo malo, fui yo. Yo y mi estúpida manera de pensar.
D-dier observó detenidamente a Jacob, y como si decidiera que le creía sonrió, —es la primera vez que me tratas así.
Jacob besó una vez más aquellos generosos labios, seguro como la vida misma que nunca se saciaría de ellos, —acostúmbrate porque así será de ahora en adelante.
Las manos de Jacob acariciaban el rostro de D-dier, mientras este sonreía, —eres precioso D-dier, eres mi sueño más profundo hecho realidad.
D-dier sentía que su sistema se calentaba, pero sus índices de temperatura no registraban peligro. Eso era lo que sentían los humanos al amar, esa sensación de amplitud en el pecho, esa fuerza con la que podría emprender una batalla o crear una dulce canción solamente para Jacob.
D-dier sonrió dulce y soñadoramente, —te amo.
Aquellas palabras llenaron de satisfacción a Jacob, pero no de una satisfacción maliciosa, sino de una poderosa. Una egoísta y mas posesiva que nada, D-dier era suyo. Era suyo hasta que su corazón parase y el aliento abandonara su cuerpo.
—Te amo D-dier, te amo... —Jacob se sació de besar el cuello de D-dier que soltaba suaves gemidos al tiempo que la cálida piel enrojecía en respuesta a los fuertes chupones que Jacob le hacía posesivamente. Quería que cuando D-dier y él salieran todos vean que era suyo, que no había nada más perfecto que su amor.
D-dier tocaba a Jacob, en su más recóndito recuerdo estaba la necesidad de tocar a Jacob. Y ahora sus manos se daban un festín memorizando cada flexión de los músculos de la perfecta anatomía de su compañero. Y sentía tantas cosas, una de ellas era alegría.
Jacob con premura desnudó a D-dier, ese torso perfecto con las pequeñas y rosadas tetillas dispuestas para él. No eran turgentes como estaba acostumbrado, pero ahí estaba él, babeando por poner esos guijarros duros en su boca y chuparlos con hambre.
D-dier al sentir esos labios y dientes raspando y tirando de sus tetillas, torturándolas, se aferró a la nuca de Jacob mientras su sistema buscaba bajar la temperatura de su cuerpo, jadeando y gimiendo.
D-dier descubrió que a Jacob le excitaba escuchar esas reacciones en él y también Ddier quería provocar esas reacciones. Pero esperaría su turno.
Jacob estaba fascinado con la respuesta de D-dier. Quien había resultado tan sexy.
Lentamente bajó hasta la turgente erección que dejaba salir un líquido. Cerrando sus ojos y deseando con todo su corazón que aquél líquido transparente no fuera aceite de motor, pegó su boca a aquella rosada y cóncava cabeza, gimió al sentir la explosión de sabor salado, dulzón... ahora tenía una nueva adicción, chupar el pene robótico de D-dier.
Engulló aquella longitud delicada, rosada, caliente y con protuberancias como venas, y sin pensar más sus manos masajearon el par de apretados testículos, dejando por momentos de chupar el pene de D-dier, para disfrutar de las pelotas de su compañero, que estaban apretadas como si se prepararán para... ¿Una explosión de semen?, la curiosidad ganó a Jacob que de inmediato chupo más duro.
—Me siento muy raro, —la voz lastimera y sensual de D-dier hizo sonreír fieramente a Jacob que chupó con más fuerza mientras su chico se empujaba dentro de aquella cálida garganta.
Un chorro desordenado de líquido blanco, cálido y denso llenó a Jacob quien gustoso devoró aquel manjar.
Mas sin apartarse de aquella zona, Jacob bajó un poco más, asombrándose de lo delicioso y masculino que olía D-dier.
¡¡Amaba la ciencia!!.
Rápidamente su lengua se introdujo en aquel cerrado lugar. Tan suave y tan apretado.
Esta era la primera vez que Jacob chupaba a un hombre y estaba feliz de que la primera vez de ambos sea en ese momento justo.
Así que su hambrienta lengua exploró aquel lugar, saturándose del sabor de D-dier.
Pronto sus dedos exploraban y recorrían aquella zona, estirando y encontrando una bolita como nuez, la cual al ser pinchada por su dedo arrancó un salvaje gemido a D-dier.
—Así que aquí es...
Sonrió de lado y torturó un poco más aquel lugar.
—Lléname, exigía D-dier, quiero sentirte.
Jacob a regañadientes se alejó del que era su lugar favorito, y con la previsión de un cazador sacó un sobrecito de lubricante. El cual esparció por su dura longitud mientras D-dier le regalaba la vista más placentera de su vida.
Ahí tirado, con su juvenil cuerpo, el cabello alborotado y una luminiscencia en sus dorados ojos, era la viva imagen de la sensualidad. Jacob supo que su amor estaba hecho de circuitos, de cables y tornillitos y que así ambos se pertenecían.
Cuando su polla fue empujada hasta el interior Jacob y D-dier gimieron, besándose, probando D-dier su sabor en la boca de Jacob y eso produjo muchas nuevas sensaciones tan inconmensurables.
—Mira como tu culo atrapa mi pene, las palabras sucias de Jacob y su rostro satisfecho dejaban saber a D-dier que su pareja estaba contento con lo que hacía. —Te la podría meter para siempre D-dier, podría cogerte toda nuestra vida.
D-dier gemía y se retorcía. Sus terminales del placer estaban al tope, tan placentera experiencia y tan nueva, quedaría grabada en su memoria, eso era un recuerdo, un muy feliz, dulce y hermoso recuerdo.
El vaivén de la cadera de Jacob sonaba obscenamente en las nalgas de D-dier. Jacob llegaba hasta el fondo De su chico. Llenándolo y marcándolo como suyo. Eran una pareja y ambos no tardaron mucho en correrse.
—Te amo, gemía Jacob mientras su semen llenaba a D-dier, quien ahora tenía una expresión de satisfacción en su bello rostro.
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D-dier Un Amor Inteligente
Science FictionTeniendo en cuenta que Jacob Salazar era el macho alfa pecho peludo, lomo plateado, bolas de acero, cola de dragón y rostro de modelo pero carente de buena intuición para elegir parejas o inteligencia para mantener una relación destinada a ser prede...