Primeros auxilios

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D-dier y Jacob llegaron hasta el angar. La pareja había acordado que Jacob permanecería en su departamento, pero diariamente iría a ver a D-dier.

El caos que vieron al llegar no se comparaba con lo que habían visto anteriormente.

—¡D-dier, que bueno que llegaste!, —Samantha saludó a la pareja con un cálido beso, mientras tomaba a D-dier del brazo y lo dirigía hasta el lugar en donde más de veinte camas estaban ocupadas por droides quienes presentaban diferentes estados de agresión.

Muchos de ellos estaban en muy mal estado. Tanto que difícilmente podrían ser restaurados.

—Sam, ¿crees que es seguro que ustedes estén aquí?, —preguntó preocupado Jacob mientras su mirada se paseaba de una cama a otra.

Samantha se encogió de hombros, —los ataques han sucedido en lugares que se consideraban seguros Jacob, así que ese es un término muy endeble en éste momento.

Jacob estaba en una reunión cuando el proyector fue encendido. Ese sistema de información se habilitaba cuando se necesitaba que la población se entere de alguna situación adversa en el país.

—Los ataques están en total descontrol, —la reportera narraba las noticias mientras imágenes de ataques a droides eran transmitidas.

—Hace escasos cuarenta minutos laboratorios L-oVe fue víctima de uno de los ataques más cruentos.

Jacob sintió ganas de vomitar, mientras en la pantalla se mostraban imágenes de los laboratorios y del hangar. La saña de los ataques era más que evidente.

Un muy lastimado Iker se mostraba en la proyección y era sacado en camilla mientras paramédicos buscaban víctimas humanas las cuales eran la prioridad.

El corazón de Jacob se comprimió, pensó en su asustado D-dier. Él debía salir de ahí e ir a buscarlo.

De inmediato la junta se suspendió, pues varios de los integrantes tenían parejas, amigos o conocidos que convivían con droides.

La maldita autopista estaba llena de personas que como él querían saber de sus familiares. Por fortuna las autoridades abrieron una desviación para llegar hasta el lugar en donde eran llevados los dorides rescatados y estaba muy cerca del hangar en donde trabajaba D-dier.

Bajando del automóvil Jacob corrió hasta el interior. Ese caos familiar estaba presente.

—Busco a D-dier Salazar, —dijo Jacob a una droide que vestía como D-dier, lo cual le indicó que también era enfermera.

La droide con apariencia de mujer mayor sonrió mientras escaneaba el código de identificación puesto en el droide que estaba muy averiado. —Permítame un momento ¿señor?...

—Jacob, Jacob Salazar y busco a mi esposo D-dier Salazar, —la droide movió unos cablecillos que estaban conectados a una especie de monitor. Lo cual le indicó a Jacob que el droide estaba siendo evaluado.

—Sígame por favor.

La droide guió a Jacob hasta una sala en donde para su horror estaban los droides muy dañados.

Jacob sintió que la vida se le iba del cuerpo, mientras su mirada buscaba a D-dier en algunas de las camas.

Fue guiado hasta el final del hangar.

En una cama estaba su muñeco, tan lastimado.

Parte del rostro había sido golpeado y quemado, un brazo le fue arrancado y varios cables se mostraban expuestos, producto del artero ataque.

Una rabia enceguecedora se apoderó de Jacob. Si por él fuera, mataría a cada maldito pendejo que puso las manos sobre su esposo.

Los ojos ardían y la garganta parecía decidida a cerrarse y matarlo.

—¿Es él a quien usted busca?, —preguntó la enfermera con voz empática, —sí, él es mi esposo, —la voz de Jacob sonaba tan extraña, tan vacía.

La enfermera asintió, —venga conmigo señor Salazar, ayúdeme a llenar algunos formularios y en breve nuestro biomédico le buscará para dar información.

Jacob siguió como un autómata a la enfermera quien le entregó varios cuadernillos.

Siéntese en aquella mesa y llénelos con calma. Sus datos nos ayudaran para poder restaurar a su esposo.

Jacob y otras personas esperaban noticias de sus parejas.

Samantha entró al hangar para revisar a los droides que estaban siendo revisados y restaurados por los biomédicos, mientras vio de lejos a un presto D-dier que raudo ayudaba al personal.

La primera bomba que fue lanzada abrió un boquete en la parte lateral del hangar.

Obviamente nadie estaba preparado para algo así.

La conmoción fue mayor cuando personas vestidas como paramilitares invadieron el lugar llevando armas como lanzallamas, lanzagranadas, bates, mazos, y barras de metal tan pesadas las cuales eran estrelladas contra cada droide que asustados e indefensos intentaban protegerse.

—¡Nuestro objetivo no son los humanos, pero si alguno interfiere le daremos una lección. Pues la vida humana es primero y eso respetamos!, —gritaba el hombre al que todos identificaron como el líder del grupo.

Varios de los científicos valientemente defendieron a los droides, por desgracia el líder de los extremistas no estaba alardeando cuando dijo que también lastimaría humanos si estos se metían.

D-dier logró moverse rápido y en medio del caos logró poner en modo hibernar y autoresguardar a todos los droides. Este proceso permitiría que protegieran su tarjeta madre y la memoria interna, aunque sus cuerpos fueran dañados, algo así como un bloqueo. La rapidez con la que D-dier tecleo la clave de seguridad y añadió la lista de droides fue impresionante.

También apretó la alarma silenciosa de seguridad que avisaba a la policía sobre un ataque, enviando la ubicación.

Solamente faltó el mismo para meterse en la base de datos pero eso implicaría apagarse y ponerse en modo hibernación lo cual no le permitiría proteger a sus amigos.

Cuando levantó la mirada tanto Samantha como Iker estaban siendo golpeados. Iker era quien llevaba la peor parte de la agresión. D-dier sin pensar aventó a los agresores y eso dio tiempo a Samantha para ayudar a un lastimado Iker, mientras los enojados extremistas golpeaban con bates y usaban lanzallamas y una sierra eléctrica sobre el cuerpo de D-dier.

A los ojos de Samantha todo parecía moverse en cámara lenta, hasta que a lo lejos se escucharon los ruidos de sirenas de patrullas y esperaba también de ambulancias.

Pero sea lo que sea... el daño estaba hecho.

D-dier tirado en el suelo tenía los ojos abiertos, su mirada color oro estaba carente de brillo y su estado era tan lamentable.

D-dier Un Amor InteligenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora