Aceptar a D-dier

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Jacob llegó a su departamento, toda esa semana había sido un desastre.

Su humor decaía cada vez más, convirtiéndolo en un energúmeno.

El frío del hogar rápidamente lo recibió, recordándole su patética soledad.

Y es que todos los amigos que tenía ya estaban comprometidos, casados o en una relación estable, mientras que él se empezaba a sentir como un adolescente de 30 años... Ridículo.

Las parpadeantes luces de su teléfono le indicaban que tenía mensajes.

Odiaba tener que revisar esas llamadas insistentes. Algunas de mujeres que despechadas le gritaban que era un bastardo, hubo una que otra que deseo que se volviera impotente. Jacob casi casi se santiguaba, había cosas con las que un hombre no jugaba y su virilidad era una de ellas.

También había recibido llamadas de clientes muy satisfechos que querían seguir haciendo negocios con su compañía y sus amigos aunque los pocos que quedaban solteros le invitaban a salir de copas.

Fuere cual fuere el caso Jacob revisaría la bandeja de entrada, los primeros dos mensajes eran de clientes que solicitaban citas para seguir negociando, pero la tercera era de un muy entusiasmado Iker pidiéndole de manera urgente que vaya hasta el laboratorio. Pero que antes le llame.

La risa emocionada de Samantha sonaba en el fondo, así que ahora Jacob estaba más que intrigado.

Jacob solo atinó a aflojar su corbata y sacársela para así soltar los primeros dos botones de su camisa, se arremangó las mangas hasta los codos y llamó a la eufórica pareja, siendo Iker quien respondió al teléfono.

—¿A quién has matado que estas tan feliz?

Iker soltó una risilla.

—Déjate de pendejadas Jacob, necesito que vengas al laboratorio.

—¿Habrá mujerzuelas?, preguntó Jacob divertido.

El suspiro exasperado de Iker hizo sentir infantilmente feliz a Jacob, —deja de decir pendejadas y ven.

—¡Uy!, ya voy, ya voy... Sospecho que Sam te quiere cortar la verga, así que iré a rescatarte princesa. Jacob soltó una carcajada y colgó antes de que Iker le respondiera.

Con la misma tomó sus llaves y verificó que su cartera estuviera en el bolsillo trasero.

Iker y Samantha afinaban los últimos detalles.

El droide estaba apagado, solamente lo prenderían cuando su legítimo compañero llegará por él.

—Sam, este droide es perfecto, —Iker acariciaba lo que en un humano sería la clavícula.

Samantha sonrió y también se acercó hasta el droide, —no puedo creer que Jacob haya deseado un ser tan perfecto. —El orgullo maternal de Sam era tan evidente.

—Te lo juro Sam que si Jacob maltrata o ignora a D-dier, se las verá conmigo.

La respuesta protectora y paternal hizo sentir orgullosa a Samantha.

—D-dier es nuestro primer hijo, así que los que vienen te disfrutaran como un hermoso y amoroso padre.

Los labios de Samantha se encontraron con los de Iker quien respondió.

Entre ellos las cosas se estaban poniendo calientes cuando el timbre de la puerta principal en el laboratorio sonó.

—Dejaremos esto en donde estaba, dijo Iker traviesamente mientras ayudaba a su prometida a arreglarse la ropa antes de abrir las puertas.

D-dier Un Amor InteligenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora