Ponle nombre a lo que soy

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Jacob apenas podía respirar con la pregunta que le había hecho Samantha. Y agradecía infinitamente que estuvieran solos, pues no sabía cómo reaccionar ante semejante situación.

—Sam, la voz dubitativa de Jacob hizo sonreír con ternura a la pequeña y frágil mujer quien ya se había acercado hasta en donde él estaba, acariciando el brazo de Jacob con suavidad y honesta fraternidad, -tú sabes que ahora es más abierta la forma de pensar humana, pero un compañero hombre para mí que siempre he jodido con mujeres, bueno...

Samantha apoyó la cabeza solidariamente en el brazo de su amigo, —tú sabes que eso es lo de menos, pero debes aceptar lo que eres.

Jacob se volteó y bajó la mirada hasta donde estaba la pequeña mujer, —¿y qué soy?,

Samantha sonrió traviesamente, —eres un ser humano libre para enamorarte de quien tu cerebro quiera.

Jacob salió del laboratorio mientras subía a su silencioso vehículo.

No podía creer que había dado el primer paso para aceptar lo que era... Un ser humano libre para amar a quien sea, del género que sea.

Ahora el alma le pesaba menos y sentía una especie de fuerza.

Es verdad que en sus años de universitario tuvo sexo con uno o dos chicos y esa fue la experiencia más gratificante. Y a pesar de que había sodomizado a varias de sus parejas femeninas, nunca tuvo ese éxtasis que sintió con un hombre.

Era como si a sus treinta años por fin las cosas tuvieran sentido, como si su rompecabezas estuviera armado colocando la única pieza que el siempre había tenido en la mano y que se había negado a colocar.

Ahora... Tener sus queveres con un hombre era otra historia.

Pues hasta ese momento no había conocido alguno que lo hiciera salir del ancestral closet.

Y sumado más a que aún quedaban homofóbicos y extremistas en contra de las relaciones de humanos y humanos emparejados con droides, de hecho él mismo no aceptaba del todo la convivencia de ese tipo...

Cada época tenía sus ventajas y desventajas, y cada era significaba una lucha contra algo.

Actualmente a los droides que se encontraban solos en la calle, sin la compañía de sus compañeros humanos eran destrozados o dañados. Y era difícil repararlos. Pues cada uno venía con una personalidad única. Encima de que a veces el repararlos no garantizaba que volvieran a ser los mismos de antes.

La única forma de proteger sus "derechos" era haciendo un contrato de convivencia y protección, lo que los románticos llamaban matrimonio. De esa forma las cámaras que captaban los ataques leían el código que todo droide tenía y grababa el ataque y a los perpetradores les hacía pagar con una sentencia y fichándolos para limitar sus privilegios sociales como comprar licor, cervezas o ir a fiestas a altas horas de la noche.

Ahora que si destruían al droide por completo entonces eran recluidos por varios años, aunque la sentencia no eran por lo general tan altas, era un paso para una lucha que apenas empezaba.

Era común leer en los diarios algún ataque surgido a un "aparato" de esos como despectivamente Jacob los llamaba.

—Hola Jacob, —la suave voz femenina lo sacó de su ensimismamiento. Era la hora de tomar un trago en su bar favorito. A pesar de lo sucedido temprano esa mañana había sido un día muy bueno pues pudo hacer varías exportaciones y varías llamadas importantes que le auguraban una buena respuesta en crecimiento a su prolífico negocio. Pero no esperaba encontrarse a su ex en ese bar en particular.

—Hola Cassandra, —la mujer iba del brazo acompañada de un droide, quien a pesar de su atractiva apariencia masculina rápidamente sus expresiones lo delataban como un robot, a pesar de ser casi imperceptibles.

—Él es... -— Jacob desconcertado miró hacia el tipo frente a él, —espera, Cass, ¿en serio crees que estrecharé la mano de tu cafetera?

La mirada indignada de la mujer hizo sentir algo de remordimiento en Jacob, —Arturo no es una cafetera, es mi esposo. —El droide miró con aquellos ojos que curiosos miraban a Jacob y apretó la cintura de la mujer en forma protectora.

—Me disculpo Arturo, dijo Jacob sin mirar siquiera al droide.

—Disculpa aceptada, —la voz masculina de varítono le hizo mirar. Jacob por primera vez observó detenidamente al "muñeco".

—Dime Cass, ¿qué te hizo elegir a un droide de compañía?, —la curiosidad de Jacob era un poquito más de lo normal, pero Cassandra no lo sintió amenazante.

Ella se abrazó al droide y por un momento Jacob creyó ver algo en esos vacíos ojos que miraban a la mujer. Pero pensó que era su infame imaginación de recién declarado bisexual o gay o algo...

El título ahora era lo de menos.

—¿Celoso?... —La voz burlona hizo sonreír a Jacob quien negó con la cabeza.

—Curioso más bien, —Jacob les hizo señas para que se sienten cosa que la sorprendida Cassandra aceptó.

Jacob observaba con gran intriga al droide.

Y sin apartar la mirada de él empezó a hablar con Cassandra que en todo momento tenía la mano del droide entrelazada con la suya.

—Bien, ¿qué es lo que quieres saber exactamente?, la mujer se mostraba muy a la defensiva.

Jacob percibió eso y de inmediato levantó la mano en señal de paz.

—Solo quiero platicar contigo,— luego Jacob volvió a dirigir la mirada al droide de nombre Arturo, —bueno con ambos.

Los hombros de la mujer se relajaron visiblemente, pero el droide no apartaba la mirada de Jacob como si lo estudiara.

Y muy a su pesar de Jacob el droide le sonrió, cosa que el escéptico Jacob tuvo que corresponder.

—¿Y de qué quieres hablar con nosotros?,— Cassandra tomaba fuertemente la mano de Arturo.

—La verdad estoy muy curioso de su relación. Y de antemano te advierto, —Jacob se pegó en la frente como si recordase algo, —perdón, les advierto que no soy un extremista, solo no entiendo esto, hizo una seña con la mano señalándolos a ambos.

Cassandra miró a su pareja y ambos sonrieron, eso era un misterio para Jacob quien a pesar de haber tenido más parejas que cabellos en la cabeza no comprendía ese lazo que se formaba humanos con humanos y mucho menos humanos con droides.

A ese ritmo Jacob empezaba a estar seguro de que la máquina era él.

—Bien querido ¿qué quieres saber de nuestra relación?, —Cassandra había pedido ya un té para beber, intuyendo que la plática que se aproximaba duraría un rato.

Jacob tomó un sorbo de su trago y suspiró, tratando de ordenar mentalmente las preguntas que giraban en su mente, de mayor a menor importancia.


D-dier Un Amor InteligenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora