❝colors❞

1.5K 65 0
                                    

disfrutabas como nadie las vacaciones de verano, con el aire corriendo, golpeando tu rostro y levantando tu vestido y tu cabello mientras corrías sobre el monte que se había podado para estas fechas exclusivamente.

volver a ser abrazada por tu pequeña localidad de origen cada verano era tu tiempo más ansiado del año, era tú despertando a las nueve por los rayos del sol cruzando por tu ventana, para bajar hasta tu patio trasero y cortar de los arboles que se habian sembrado hace años un par de limones para hacer bebida para toda tu familia.
sin duda alguna te encantaba revivir la emoción de tu infancia, cuando vivías aquí y esa era tu rutina diaria, que ahora se reducia a un par de semanas al año.

—¡qué raro es verte echada haciendo nada!— te levantaste del suelo al escuchar un grito al otro lado de tu jardín; yeosang estaba abriendo la reja de madera dejando pasar primero a su bicicleta y tirandola a un lado de lq entrada para correr hasta tu lugar y aventarse a tu lado en la blanca sábana que habías bautizado como tu sitio de relajación.

—qué raro había sido mi día sin tus gritos— cerraste nuevamente tus ojos al sentirlo recargarse sobre tu abdomen.

—más vale que no te duermas, invité a eunseo para que vayamos a nadar.

—¿me puedes recordar en qué momento acordamos esto?— levantaste ligeramente tu cabeza para, verlo y sólo mostró una sonrisa cómplice hasta el punto que sus ojos se cerraron, se levantó ligeramente de tu abdomen y se acercó hasta tu rostro y dejar un beso en tu mejilla.

—no me digas que prefieres desaprovechar tu verano acostada, nos vemos una vez al año.

rodaste tus ojos y echaste tu cabeza nuevamente al piso dando a entender que habias cedido, pues no estaba equivocado yeosang, una de las razones que hacía aún mejor tu estadía era pasar las tardes junto a él y eunseo, tus amigos de la infancia. con quienes habías entendido qué era una amistad.

sin embargo, con yeosang se había desarrollado de una forma tan diferente, desde los trece algo había cambiado entre ambos, culpabas a las hormonas por aquellos sentimientos que habían florecido entre ambos, incluso te intentabas convencer que era porqué era el único chico que no te daba asco de donde vivían. pero en cuanto fueron creciendo te diste cuenta que ninguna de esas excusas encajaba con lo que habías sentido por yeosang desde los trece, era simple amor y atracción, que por alguna extraño razón la distancia había aumentado ese deseo entre ambos.

pero por más que esa tensión que aumentaba cada verano a tu regreso, ninguno de los dos tenían confirmado qué es lo que sucedia entre ambos –más allá de ese sentimiento que conocían y esos desquites carnales en el armario de jardinería–, lo único que ambos tenían seguros es que sea lo que sea que sucedería entre ambos quedaría inconcluso hasta que la promesa que se habían hecho a los diesciocho se cumpliera.

no tendrían algo hasta que uno de los dos viera el color en el otro. no querían estropear más aquella amistad con una verdad vaga y una relación a la que no sabían si estaban destinados.

dejabas que tu cuerpo flotara en el agua de aquel río, escuchando cómo el agua golpeaba las rocas de la orilla y a eunseo y yeosang jugar a aventarse agua.

—qué tanto piensa tu cabeza hueca— tu hundiste en el agua al escuchar la voz de eunseo a tu lado.

—demasiadas cosas, por ejemplo; que debimos traer algo de comer.

—tienes razón, muero de hambre— se acercó hasta ti y abrazarte por encima de tus hombros, correspondiste su abrazo levantandola ligeramente y pudiste escuchar cómo yeosang nadaba rápidamente para hundirlas.

eunseo gruñó una vez pudieron deshacerse de él —no puedes estar tranquilo un sólo momento.

reíste mientras volvían a pelearse intentando hundir el uno al otro, te preguntabas entonces si de verdad tenían veintidós años o seguían siendo los mismos niños de cinco años peleando por una pelota. te alejaste de ellos para salir del agua y subir a las grandes piedras a la orilla. el sol comenzaba a ocultarse y no faltaba mucho para que dejaran el río y volvieran, muy posiblemente a tu casa, a cenar y desnocharse platicando en tu patio.

𝐲𝐞𝐨𝐬𝐚𝐧𝐠 𝐫𝐞𝐚𝐜𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora