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(Tierra 1)
Narra Elizabeth
—¡Lo puedes creer! —exclamó Bruce desde el otro lado de la pantalla—. Hace un año que nació Sarah y cada día está más hermosa.
—Lo sé —dije con ella en brazos—. Se parece a su mamá.
Ambos reímos porque era una broma pues Sarah era rubia y de ojos azules como su padre. Tenían tantas similitudes, que era innegable decir que no era su hija.
Había personas a las que les parecía curioso que yo fuera de tez blanca y pelirroja con ojos verdes y mi hija siendo rubia y de ojos azules.
—Mamá —hablo Sarah con su mano pequeña conté mi mejilla izquierda.
—¡¿Lo grabaste?! —grito Bruce.
—Si.
—Eso fue grandioso.
—Lo sé —respondí con una gran sonrisa en mi rostro.
—Ahora que recuerdo —dijo—. ¿Ya tienes los boletos y los pasaportes?
—Sí Bruce...
Dentro de dos días tomaría un avión para visitarlo en su casa de la playa. Tony había mencionado varias veces que era una belleza de lugar. Siempre decía que un día iría a quitarselo.
<< Y como nos gustaría que eso pasara >>
Hay días en los que lo extraño tanto, sus comentarios con evidente sarcasmo, siempre repetía que era un genio millonario Playboy filántropo. Aunque lo de Playboy comenzó a dejarlo de lado pues a Pepper no le agradaba.
Siempre peleaban por todo, eran como dos niños pequeños llamando la atención del otro. Pero al final del día, estaban el uno para el otro.
Pepper quería verme y hablar sobre cómo estaba, aunque me negué rotundamente durante un año, Bruce me convenció para hacerlo.
Con una identificación falsa contrate un servicio de niñeras para que cuidaran de Sarah en lo que hacía mi visita a Pepper. La habitación de hotel en la que me encontraba estaba cubierta con tecnología para cualquier situación. Pero sobre todo para proteger a Sarah.
Pepper insistió en que me quedara a dormir en su casa y me negué sabiendo que Sarah me esperaba.
—¿Sabes algo de Wanda?
—No linda —me contestó—. Desde el funeral no tengo contacto con nadie que no sea Bruce y Happy.
—Yo solo hablo con Bruce, es el que me tiene con los pies sobre la tierra.
—Linda si quieres quedarte puedes hacerlo —dice con ternura—. Sabes que nos haría bien algo de compañía.
—Te lo agradezco pero tengo que buscar a alguien...
