- ¡Cabros de mierda! - grité mientras avanzaba por el pasillo de las habitaciones - ¡Levántense!
Ese era mi dulce "buenos días" de todas las mañanas.
Ya voy a cumplir 2 meses viviendo aquí, y la verdad es que la Belu tenía razón, fue la mejor decisión que pude haber tomado.
Efectivamente la dueña de esta casa tiene caleta de plata. Es una casa de estilo colonial, de color blanco, y cuenta con 6 habitaciones, un estar, balcón y patio. Yo no sé qué hace esa señora viviendo en un departamento, si fuera yo estaría cagá de la risa viviendo acá, me cambiaría de pieza todas las noches para no tener que hace la cama hasta el domingo.
Pero resulta que la señora tiene un nieto, Valentino Astaburuaga, que quería independizarse un poco y ella le prestó esta casa para que "viviera solo", aunque fuera de mentira. Él estudia kine, ya está en cuarto año y en verdad el weon es tiernucho.
Eso sí, la Belu no mentía al decir que es un inútil. El Vale no duró nada viviendo solo, le dio pena e invitó a un amigo, ahí la vieja empezó a dar pensión. Y es así como llegó el Mauri, el Nacho, el Octavio, el Santi, el Maxi y el Javo.
La señora se pegó la cachá de que tener a 7 hombres viviendo en la misma casa se prestaba como pa dejar la zorra si no había nadie que se hiciera cargo, así que me dejó venir a quedarme acá sin pagarle arriendo, la única condición era que tenía que cocinarle a los cabros y evitar que se mataran entre ellos. Del resto de las cosas cada uno sabía lo que tenía que hacer, y yo los tenía bien entrenados a estas alturas.
Hoy tenía que levantarlos a gritos para que me dejaran su ropa sucia temprano, al Mauri le tocaba poner la lavadora y después el Javo la iba a colgar antes de irse a la u.
- ¡Y no quiero ni una cama sin hacer, ¿me escucharon?! - volví a gritar, llegando al final del pasillo.
Bajé las escaleras hasta la cocina y fui a poner el hervidor. Todos los cabros tenían horarios distintos así que me tocaba servir el desayuno por turnos. La primera ronda era de Valentino, el Mauri y el Nacho.
Le estaba echando un vistazo al horno cuando sentí sus pisadas bajando por la escalera. Se sentaron a la mesa con el pelo mojado, recién duchados y todavía medios dormidos.
- Buenos días - los saludé con suavidad ahora que ya se habían levantado, hasta les di un beso en la cabeza pa que vean que amanecí buena onda.
- Tss, andai amorosa - dijo el Mauri pa molestarme.
- Bueno, no hay pastel pa voh entonces - me hice la ofendida y volví al horno para sacar el molde.
- Ya, no, no - me tomó del brazo para pedirme perdón - sí quiero.
"¡Já! No hay mejor manera de manipular a estos weones que la comida", me reí sola.
Con cuidado, pasé el cuchillo por las orillas y terminé de desmoldar un kutchen de nuez y chocolate blanco todavía calentito.
- No es porque lo haya hecho yo - les dije mientras lo ponía en el centro de la mesa - pero puta que me quedó weno.
Eso fue suficiente para que estos tres simios se pusieran a comer como animales. Tuve que tomar el plato y apartarlo de sus brutas manos.
- Hey, ya, contrólense - les pegué un wate en las manos - hay que guardar un pedacito porque el Vale tiene su primera práctica hoy y queremos que le vaya bien, ¿no cierto? - lo tomé por la perita para hacerle cariño y me sonrió como un cachorro al solcito - ya, terminen luego de comer para que me dejen lavado antes de irse, porque yo no soy nana de nadie.
Y eso era verdad. Una cosa era que yo me preocupara de que no se murieran de inanición, pero no estaba ni ahí con criar weones machistas. Acá cada uno agarra su platito y lo lava.
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¿Y si nos comemos mejor? (Clemente Montes)
FanfictionVivo con 7 hombres y aprendí a dominarlos a todos, pero hay un príncipe cruzado que viene a desafiar mi instinto. En la cocina y en el amor todo se vale.