Capítulo 8: Ahora somos 8

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Clemente's POV

Desperté hecho pico, weon. Sentía que me estaban partiendo la cabeza con un hacha y que llevaba meses sin tomar agua. En algún momento la Coté se metió a mi pieza a webearme, pero yo quería puro que se fuera para poder vomitar tranquilo, weon. 

No tomo nunca más.

Me quería levantar pero me dieron unas ganas de vomitar tremendas, y puta, sabía que mi nana me iba a mandar a limpiar a mí la alfombra si lo hacía. Así que me recosté, cerré los ojos y en algún momento me quedé raja.

Cuando desperté otra vez ya era más de día. Vi mi ropa a los pies de la cama, estaba ordenadita y todo, pero desde aquí se sentía el olor a copete. No podía llegar así a mi casa.

Espérate, ¿entonces no estoy en mi casa?

Chucha.

Me senté en la cama y caché que estaba en una pieza de mina. Menos mal, weon.

No recuerdo casi nada de anoche, pero si llegaba así a mi casa mi papá me iba a sacar la chucha. Y si me veía algún compañero me podía echar al agua con el profe para que me sancionaran. 

Fui al baño para lavarme la cara y me encontré con un zombie muriéndose por la caña. Tenía las medias ojeras, mi bronceado de Miami había desaparecido y estaba casi en pelota. Me apoyé en el lavamanos para sentir un poco de autocompasión antes de pensar qué mierda hacer. Recorrí con el dedo los detalles de la porcelana y súpe que había estado aquí antes. Esta era la pieza de la abuelita del Clemo, veníamos a jugar a veces cuando éramos chicos y siempre nos retaban.

Recorrí un poco la pieza y supe que ya no era más de su abuelita. Cuando vi las fotos en el velador entendí que aquí dormía la Coté, y nuestra conversación de la madrugada apareció de golpe en mi cabeza.

Puta weon, parece que la cagué un poco.

Igual, no dije ninguna mentira. Si la mina está así es porque no se respeta, comer puro McDonald's es una clara falta de amor propio.

El tema es que si le dijo a los cabros, se me van a venir todos encima porque la adoran, weon. Pero en algún momento de mi vida tengo que salir, ¿verdad?

Como no me podía poner la misma ropa, agarré una toalla y me la amarré a la cintura. Salí de la pieza sin pensarlo mucho, cuando me puteraran iba a decidir qué contestar. 

Apenas abrí la puerta me encontré con una imagen que no esperaba: La Coté estaba sonriendo, radiante y hermosa, mientras sacaba una bandeja de muffins del horno. El Nacho la ayudó a desmoldarlos y le hicieron espacio para que se sentara en el sillón entre el Maxi y el Javo. 

- Buenos días, mi reina - la saludó el Mauri, que venía bajando la escalera.

- Ooooh, están súper ricos, preciosa - comentó el Santi cuando probó uno de sus queques.

- Lo mejor para mis hombres, nomás - respondió ella, dándole un beso en la mejilla a los cabros que tenía al lado.

¿Qué onda esta tipa? ¿Tiene una relación poliamorosa acaso? 

Primero el Mauri, después el Maximiliano... No entiendo.

Me quedé parado como weon a la entrada del living hasta que hubo un silencio incómodo y todos se pararon a mirarme. Los amigos del Valentino parecían tan enojados como la primera vez que vine a esta casa. La Cote, en cambio, se puso pálida de repente.

- ¡Clemo! - el Valentino se tiró a mis brazos - casi te mueres, weon. Estábamos súper preocupados por ti, ¿cómo te sientes?

- "Estábamos" me suena a muchas personas - oí un susurro por lo bajo, ya me quedaba claro que no me querían aquí.

¿Y si nos comemos mejor? (Clemente Montes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora