Capítulo 3: Cocinando pa weones

297 19 12
                                    

Estaba sentada en la mesa de la cocina webeando con el celular un rato. Habíamos terminado de almorzar recién.

- Tchaaa - reclamó el Mauri - ¿por qué siempre me toca lavar la loza a mí?

Me reí bajito, es que el Mauri reclamaba igual que un cabro chico.

- Porque todos comemos en esta casa y tú eri el único que tiene libre a esta hora - le respondí y me acerqué para hacerle cariño por la espalda - ya, no reclamís tanto, si igual te dejé en el refri el último pedazo de kuchen. 

- ¿En serio? - abrió los ojos súper grandes y una sonrisa se dibujó en su rostro. Acto seguido, se sacó los guantes y el delantal.

- ¡Epa! - lo detuve - Terminai de lavar primero y de ahí te lo sirvo. Te vai a tener que apurar eso sí porque es lo último que queda y no pienso hacer más, y el Javo llega como en media hora.

El Mauri se giró hacia mí para quedar de frente y me miró con los ojos entrecerrados.

- No sé cómo lo haces - negó con la cabeza, riendo - pero siempre termino haciendo lo que me dices.

Yo eché la cabeza hacia atrás y solté una carcajada. No era nah mentira la wea.

- Es que a lo mejor soy bruja - bromeé y le di unos golpecitos en el pecho para que el weon volviera a trabajar.

Agarré el celular y volví a lo mío. Había pasado toda la mañana cocinando un pedido de cupcakes para un cumpleaños, en verdad estaba chata pero había sido mi primer cliente "real", eso significaba que mi negocio se inauguraba oficialmente.

Había sacado caleta de fotos esa mañana, y ahora las estaba editando para subir algunos post a mi instagram, poniéndole todos los hashtags que se me ocurrieran para tener un poco más de alcance.

Estaba anunciando mi publicación en todas partes cuando me llegó un mensaje del Valentín:

Hola Coté

¿Estás?

Dudé un poco antes de contestar. Es que era raro que me hablara a esta hora, se supone que debería estar ocupado en la pega... O a lo mejor es que no le fue bien.

Hola Valito, ¿pasa algo?

"Escribiendo". Fue la única wea que apareció durante 5 minutos, ahí yo me imaginaba que el weon me iba a mandar el medio testamento para desahogarse, incluso pensé en decirle "oye, ¿por qué no hablamos en la casa mejor?" pero le iba a cortar toda la inspiración. 

Esperé a que terminara, todo para que el culiao me mandara un mensaje de dos líneas.

Oye, ¿te queda kuchen?

Voy con un amigo a tomar once.

"Cabro de mierda, weon", me pasé las manos por el pelo, frustrada, "estuve 5 horas cocinando y ya me duele la espalda de estar tanto rato pará, no cocino ni una wea más".

"Cagaste, no queda", escribí emputadísima.

Pero pucha, el Valito era mi regalón po. Yo diría que de los siete, es el menos simio de todos, y más encima nunca me pide nada... 

Borré el mensaje antes de que lo viera, y en su lugar respondí:

Si yo siempre te tengo weas ricas pa tomar once, ¿de qué te preocupai?

Eres la mejor, muchas gracias Cotecita.

"Michis gricis Kiticiti", repetí de mala gana, haciéndome el ánimo para volver a cocinar.

Agarré la wea de delantal y me puse a hacer una nueva masa sablée. Era raro que los cabros invitaran amigos a la casa, en general se llevaban bastante bien entre ellos y como que no necesitaban más gente para carretear. Por eso se me hizo extraño poner un puesto más en la mesa, pero si es invitado del Valito, por lo menos debe ser un niñito bien decente.


Clemente's POV

Salí de los camarines con mi bolsito al hombro más contento que la chucha. Mi nana no es muy buena para cocinar y mis papás desde chico que no me dejan comer cosas dulces. A lo mejor debería pedirles que contraten a una mina como la que tiene el Vale en su casa, debe ser bacán que te cocinen a tu antojo. Una repostera personal, algo así.

Nos fuimos en metro, hace rato que no usaba el transporte público, pero igual cuando estaba en el colegio iba harto para Los Dominicos. Caminamos por el condominio hasta llegar a una casa bien bonita, entonces el Vale me empezó a nombrar a todos sus compañeros de casa pero yo me anduve mareando con los nombres, es que eran caleta. 

- A mí me interesa el nombre de la mina nomás - le di un golpe en la espalda para que se callara.

- Cotecita, digo, Coté, no, es que... - se puso nervioso, ¿acaso tenía un nombre tan difícil?

No hubo tiempo para preguntarle. Apenas puse un pie en el antejardín se empezaron a escuchar gritos que venían de la casa.

- ¡Cabros de mierda, ya les dije que...! - decía una voz femenina - ¡Ya po Mauri, vístete! Javo, weon, ¿qué te dije de dejar los boxers tirados en la escalera?

Me paré en seco, ¿qué onda esta mina?

- Oye, ¿estai seguro de que está todo bien? - me dio desconfianza.

El Valentino se notaba incómodo, pero intentó disimular.

- Sí, tranqui, si mis compañeros son re simpáticos, te van a encantar.

Me quedé un momento parado en el jardín, pensando qué mierda me podía encontrar adentro. Mi amigo prácticamente me tuvo que empujar hasta la puerta y, mientras buscaba sus llaves, pude entender mejor la conversación:

- Ya po, Santiago - decía ella - cambia la carita, si es un invitado del Vale. Quiero que todos se porten bien hoy día, no me dejen en vergüenza.

- ¡Pero si me caen mal los amigos del Vale! - reclamó ese tal "Santiago", sin saber que yo estaba afuera - son puros zorrones aweonaos.

- ¿Y voh no? - respondió la chica.

Me reí. Empezaba a imaginármela: si le decían "Coté" era porque seguramente se llamaba María José, y por el tono de su voz me imaginé a una mina alta, flaca, chora, como típica mina runner o que le gusta el kickboxing. debe ser entera rica, weon.

- Eh, ¿Montes? ¿Pasemos? - me habló el Vale sacándome de mis pensamientos. 

Me estaba esperando con una mano en la puerta para dejarme pasar. Acomodé el bolso de la Católica en mi hombro y me encontré con 6 miradas de odio, ordenadas en fila. 

Puta que me salió caro el kuchen. 

⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆⋆

Hola, hola :)

Hubo un pequeño cambio de planes: Les tenía este capítulo de regalo para ayer, pero me pegué la cachá de que mañana es 14 de febrero po, el día del amorsh, así que pensé que lo mejor era dejarlo para esa ocasión especial.

¿Tienen planes? ¿Algún panorama por ahí? 

¿Y si nos comemos mejor? (Clemente Montes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora