Capítulo 10: Te acepto como eres

271 17 5
                                    

- ... veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta. 10 segundos de descanso - anunció el Clemo mirando su cronómetro - ya, vamos de nuevo, uno...

Estaba toda sopeada haciendo abdominales mientras el Clemente me sujetaba las piernas. La guata se me subía hasta las pechugas y las pechugas hasta el cuello, además parecía un tomate de lo roja que estaba y me tiritaba todo. Puta que es denigrante esa wea.

Montes de verdad se había comprometido con la causa de ayudarme a bajar de peso, a cambio de que yo le hiciera una movida con los cabros para que lo aceptaran, o al menos, que no lo agarraran a patás en la raja para echarlo. El weon me había hecho un programa de entrenamiento y todo, y aunque me daba más vergüenza que la mierda, por lo menos quedaba dentro de estas cuatro paredes. 

En eso, le empezó a sonar el celular.

- Sigue tú, una serie más y terminamos - dijo dándome un golpe en la rodilla y se paró a hablar por teléfono.

Esperé a que se fuera y me dejé caer sobre la colchoneta. Puta que estaba cansada, weon. Tenía el polerón pegado a la espalda de pura transpiración, no pasaba piola. Me quedé un par de minutos ahí hasta calmar mi respiración, y pucha, no pude evitar escuchar su conversación en la pieza de al lado.

- Hola mi reina, ¿pensó lo que le propuse? - dijo él en un tono súper coqueto - ya, pero si lo vamos a pasar bien po, dame una noche y te dejo enamorá para toda la vida, confía en mí.

Rodeé los ojos. Esto ya se había vuelto una costumbre y no terminaba de gustarme. El Clemo era más pelado que la cresta, siempre que estaba solo se hacía el lindo con una mina diferente. No pude disimular mi cara de enojo cuando volvió.

- Oye, yapo, ¿y qué pasó con las 30 repeticiones? Te dije que siguierai mientras yo hablaba por teléfono - se hizo el desentendido.

Yo me senté en la colchoneta para encararlo.

- ¿Sabís qué pasa, weon? Que no te entiendo. Un día te hacís el lindo y me tirai onda y al ratito después te andai joteando a otras minas por teléfono, corta tu webeo, oe.

Él se echó para atrás, riendo.

- ¿Y cuándo te he tirado onda yo, Coté?  

- Pero weon - me indigné - desde que llegaste a esta casa me estai tirando onda. Me decís que me encontrai rica, me invitaste a carretear con tus amigos, y hasta me estai ayudando a hacer ejercicio pa verme mejor, no te hagai el loco ahora.

- Ya, ¿y eso según tú es tirarte onda? Puta weon, ¿qué les pasa a las minas hoy en día? Sí, te encuentro rica, tiraría contigo, lo que querai, pero igual como a cualquier otra mina que encuentre "agarrable", ¿cachai?

Sacó su celular y se puso a revisar instagram para no tener que mirarme. Yo ahora estaba roja pero de rabia.

- ¿Entonces me encontrai rica pero pa tirar nomás? - repetí sus palabras.

- Ya, puta, igual sí. Pero tampoco es que te esté pidiendo matrimonio Coté, no te pasís rollos.

Sus palabras me dolieron. O sea, no tanto eso sino su actitud. Hubiese sido súper distinto que desde un principio me dijera "oye, sabes que te encuentro muy bonita pero no estoy buscando algo serio" para que yo pudiera decidir si me quería arriesgar o no con él. Lo bueno es que igual no ha pasado tanto tiempo entonces no me alcancé a enganchar tanto, pero lo sigo encontrando una mariconada. Al final terminé por aceptar que el weon es así, no lo voy a cambiar y no me voy a desgastar intentándolo, porque un mujeriego no se rehabilita.

Filo, chao con voh, por imbécil.

- Ya, no, está bien - dejé que mi orgullo hablara por mí - si eris de tirarte a una mina distinta cada noche, wea tuya, pero está bueno saberlo pa no pensar weas. 

¿Y si nos comemos mejor? (Clemente Montes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora