La música y sus encantos, encantos que logran sacarte de este mundo y llevarte a otro hecho de tu imaginación. Ella logra transportarte de un mundo triste y sin alegría o color a uno colorido y alegre.
Melodías y canciones son las que lo sacaban de ese injusto mundo al que llamamos tierra, lo sacaban del sufrimiento de existir para luego llevarlo a otro mundo en donde estaba completamente sano y a salvo...
O no...
Solo él creía que estaba sano y salvo, pero no era así. Su conducta en la escuela o casa decían cosas muy distintas a "sano" o "protegido". Era solitario y solo tenía un amigo.
Su imaginación.
Ese lugar en donde todos somos felices por segundos pero luego tenemos que volver a la triste realidad a veces con un bajón emocional o porque nos quitaron los auriculares de los oídos y ya no podemos escuchar música. Esa melodía que te lleva a tu mundo, mundo donde eres feliz y solamente existes, porque no sufres o te emocionas al estar ahí, solo existes acompañado de gente que ni siquiera conoces o tal vez si. Tal vez si porque son tus personajes ficticios creados por ti, al ser tú su creador, tú decides su futuro y forma de ser, logrando que sean amables, alegres, depresivos, que finjan...
Fingir, tal y como todos hemos echo una vez en nuestra vida, todos fingimos una sonrisa para no tener que explicar porque estabas mal, o para poder ocultar esas lágrimas que amenazaban con salir de tus ojos. Así se sentía él.
Estaba deprimido y esa depresión sin expresarse lo consumía, lentamente pero lo hacía. Y aunque sabía que estaba mal, no aceptaba ayuda alguna, por más que insistiera cualquier persona, no aceptaba. Él solucionaba sus problemas solo y le gustaba...
¿En serio le gustaba?
No, no le gustaba en lo mínimo, pero no quería ser una carga para los demás que si tienen problemas en la vida.