Se encontraba corriendo.
Corriendo de aquel que lo perseguía, corriendo del que había hecho su vida imperfecta que no era nada más ni nada menos que su propio padre. Él, logró hacerle la vida imposible de un día para el otro, con solo chasquear los dedos garrotes o látigos caían sobre ella para luego dejar marcas permanentes en su hermosa, pálida y débil piel por falta de comida y luz del sol.
Estaba desnutrida y sus fuerzas para correr rápidamente descendían haciendo que tenga que esconderse múltiples veces para descansos cortos de apenas un minuto.
No fue tanto lo que corrió hasta que su cuerpo le dijo basta y obligó a que sus piernas se volvieran débiles y tambaleen. No logró esconderse caminando, así que tuvo que arrastrarse hasta un callejón oscuro de esa ciudad.
Escucho múltiples pasos, para luego escuchar un grito que nombro su nombre junto a la palabra "encuéntrenla" que decía la voz de su torturador. Poco a poco, los pasos se alejaron y volvieron distantes mientras que ella al fin pudo pararse y correr hacia allá comisaria de policías. Allí contó todo lo qué pasó.
- Entonces... ¿Tú eres Martina Usk? ¿La hija del señor Usk? - preguntó el oficial.
- Si, esa soy yo. - algunos jadeos se le escapaban mientras decía esas palabras.
- Pero... aquí usted figura que está muerta. ¿Es esto acaso una broma?
Se quedó pálida, ¿como que muerta? ¿Hasta ese punto había llegado su padre?
- Pero, juro enserio que soy yo. Esto no es ninguna broma. Mi padre seguramente le hizo algo al sistema pero él siempre me torturaba en un sótano que teníamos en casa, ¡¿No me va a creer?!
- Mis disculpas señorita, la mandaremos al hospital urgentemente.
Y así fue, en menos de una hora estaba en el hospital y estaban tratando todas sus heridas, al fin había escapado de él...
¿O no?