Te fuiste.
Hace tiempo que te fuiste, sin embargo, no te extraño. Raramente, no siento ninguna clase de angustia en mi pecho cuando no estás, ninguna tristeza por tu repentina ausencia, siquiera una pizca de emoción por no estar tu presente. Me atrevería a decir, de hecho, que siento un gran alivio en mi corazón. Al fin me puedo dar un respiro de tanto tiempo que pasamos juntos y que yo no lo disfrute, tanto tiempo que estuviste al rededor mía y no te quería, al fin puedo liberarme de las cadenas que me retenían en tu prisión de mentiras, en aquel cuarto oscuro donde retenías la poca luz que quedaba en mi propio ser, consumiendo poco a poco mi energía como si fueses una especie de demonio. Te odie por todo el tiempo que me hiciste reprimirme debido a que tu no querías hacer algo o que no te gustaba, siempre teniendo algo para pelear como si fuese una necesidad tuya, cuando la realidad es que no era necesario en lo absoluto. Me cegabas, me hacías creer a mi y los demás que yo era el enemigo, cuando tú habías causado mi propio comportamiento hacia ti, sin embargo, te seguías quejando... honestamente, mentiría si digo que no me importa tu ausencia, me siendo victorioso por la misma. Es un sentimiento de alivio, de libero... adoro cada parte del mismo.
Ahora estas con ellas, te ves mucho más feliz. Que pena que no sepas lo que verdaderamente ocurre a tus espaldas, como ellas te engañan, como te usan, manipulan... estas tu en una habitación tan brillante que te ciegas y te dejas llevar por sus palabras, retenida por las cuerdas que te controlan, retenida por las voces de ellas. No me rio por lo que te ocurre, por tus desgracias, me quedo en silencio... un silencio eterno donde llegó a disfrutar que tu ahora estés sufriendo lo mismo que yo. Cualquier cosa que te pase me hace recordar tanto a mi anterior ser que me da rabia, pero satisfacción al ver que al fin lo pude superar por completo. Verte retenida en aquella habitación, encerrada por las acciones de ellas que te ciegan y te hacen querer ser como ellas... igual a ellas.
Pero no lo notas.
Para ellas, eres un peón. Un peón más en su gran juego de ajedrez. Buscan saber más de la gente, más de cualquiera solo para reírse un rato entre ellas, burlarse con maldad, como si se tratasen de auténticos diablillos... Sin embargo, tu crees ciegamente que simplemente ellas te quieren, que eres algo especial para ellas, creyendo con una venda en tus ojos que ellas son tu salvación, que esas chicas son tu luz, tu as esperanzador; cuando la realidad es toda la contraria.
Verte sufrir de una forma en la que tú no te das cuenta no es agradable, pero tampoco te pienso ayudar a salir de ello si tú no lo hiciste en su momento.
Pero...
Volviste.
Un día, sin más, sólo una tarde escolar como cualquiera, con una brisa fresca que chocaba mi rostro, mientras yo estaba hablando con una amiga tu volviste con la excusa de que las otras querían estar a solas. Te adoptamos como si fueses nuestra verdadera amiga, cuando en realidad es todo lo contrario. Te acogimos en nuestros brazos, con nuestras palabras, todo el comfort que alguna vez pudiste imaginar te lo brindamos al aceptarte como eras, sin embargo... volviste a irte. Y mejor así. Tu presencia, para todos, fue incómoda. Por más que nos mostráramos amables, era como una máscara que decidimos utilizar contigo. El grupo en sí se sintió incómodo, tenso. Tus disculpas no iban a mejorar todo por arte de magia, como si se tratase de un cuento de hadas y por más que las hayamos aceptado debes de tener en cuenta que no todo es real, que existen las mentiras en esta vida, pero sin embargo lo aceptaste todo con una sonrisa, como si lo que hubieses hecho no fuera nada... sin siquiera saber lo que provocaste en nosotros, un vacío momentáneo que luego fue reemplazado por enojo o simplemente nada. Después de que te fuiste luego de la vuelta, no nos buscaste nuevamente. Y agradezco eso. Estar sin ti fue una de las cosas más agradables que experimenté yo y nuestro grupo, en toda la vida en sí. Agradezco cada segundo el cual lo pasaste sin nosotros por el simple hecho de que me traicionaste, por completo. Ya fueron dos veces y sigues con la ilusión de que puedes recuperar mi confianza, ¿cuántas veces aquella venda te cegó? ¿Cuántas veces pusieron la misma en tus ojos? Parece que lo único que sabes hacer es parlotear de que hiciste las cosas bien o disculparte sin más cuando molestas o haces mal, pero lo vuelves a hacer. Lo vuelves y vuelves a hacer hasta el punto de volverse molesto y rutinario, donde ya comienza a hartar y, más importante, comienza a enojar a uno mismo. Siempre en tu misma burbuja de color de rosas donde nada parece ir mal, la misma burbuja que nadie puede pinchar porque, ¡ay! Es tú zona de comfort... tu querida y preciosa zona, obviamente nadie la puede arruinar. Sin embargo, pinchas la de los demás como si no fuesen nada, como si se tratasen de simples minorías sin sentimiento alguno; reprimes sus pensamientos, sentimientos y acciones, no les dejas hacer nada que no este bajo tu control. Sin embargo, con el grupo de chicas con el que estás, parece que todo cambió...
Ahora, a ti te controlan. A ti no te permiten hacer algo que no este bajo sus mandos, no te dejan expresarte de forma correcta tal cual tu no nos dejabas a nosotros... por eso adoro tanto verte en tal posición, en tal encierro... en tales cadenas que son las mismas que antes apretaban mis muñecas, con la diferencia de que ahora aprietan las tuyas.
Tal vez no adoraré verte sufrir, quién sabe. Pero no pienso hacer algo por ayudarte si, nuevamente, tú no estuviste para mi cuando lo necesitaba. Sólo estaban tus palabras, vacías. Mentiras completamente incoherentes las cuales yo solía creer pero, gracias a eso, me hiciste otra persona. Más fuerte, menos débil. Más capaz de cumplir mis propios objetivos y expresarme en vez de embotellar todo.Ojalá algún día te des cuenta de lo que te hacen. Pero no vuelvas, porque desde mi punto de vista, no quiero verte nuevamente a la cara. Mejor dicho, no soy capaz de verte a la cara sin enojarme un poco por todo lo que nos causaste, a mis amigos y a mi.