VI

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Estaba con él días y horas de la semana, aún sabiendo que su relación no era saludable ni le hacía bien en absoluto. Él podría estar muriendo y darle igual a su novio, era todo blanco y negro en esa relación...
Blanco y negro los cortes que se hacía en las muñecas por no recibir la atención necesaria que necesitaba, la sangre roja salía de los provenientes cortes del cuchillo y siempre optaba por vendarse para luego esconder esas vendas con un suéter arriba de una remera.
Estaba en un estado deprimente, aunque lo aceptaba y conocía la razón no se quería separar de la misma. Su novio era todo el mundo de él, era lo que lo hacía sentir vivo con cada cachetada que le daba para luego venir una ola de insultos hacia él y su físico.
Estaba arto, aunque no lo quería admitir. El amor lo había cegado y aria todo lo posible para que él siga con vida, o al menos eso pensaba hasta el doce de Marzo...
Doce...
Maldito número que maldecía con ganas, ese día fue sometido a una tortura física que no duró más de seis horas, seis horas en donde se dio cuenta que esto era demasiado para él.
Seis horas debido a la tortura y partes de su cuerpo en el suelo, pero las zonas ya estaban vendadas y su "amor" se encargaba de darle el cariño necesario con besos y abrazos...
Como si eso fuera a curar todo. Pensó.
Lo malo era que él ya estaba sometido, su novio lo controlaba y si hacía falta no dejaba que salga de su casa para torturarlo más o darle tiempos de amor, obviamente como manipulación.
Lo que hacía su novio ya era fácil de ver, le daba oleadas de amor y cariños para que luego el cuchillo que se posaba en la espalda del chico se clave profundamente, pero ese objeto no provocaba casi nada de daño, lo estaba manipulando. Él no lo sabía, pensó que así era el amor verdadero, imagino cuando era pequeño que querría una relación sana pero ahora por temas de dinero debía de estar con alguien que lo torturaba. Pero ese dinero pasó a algo más...
Ya no necesitaba dinero, solo quería su "cariño" y "amor" del cual tanto hablaba.
Su cara llena de lágrimas mientras aquel torturador lo abrazaba, aquel torturador el cual limpió sus lágrimas y lo llenó de besos pero ese chico débil creía que sabía todo. Esa era la línea que había cruzado la franja, el doce fue el límite de todo. Así que por la noche, mientras su amor dormía salió de allí.
Corriendo, fue directo a la estación de policías para denunciarlo, y apenas llegó hubieron médicos que se interesaron en sus heridas así que luego de atenderlas, fue con los policías a contarles todo.
Los policías, hombres mayores que no les dan importancia a los niños en esa ciudad, le restaron importancia a su caso y dijeron que llamarían a su novio. Pero cuando él escuchó eso comenzó a llorar pidiendo a gritos que no lo hagan.
Por suerte, los policías se dieron cuenta que algo andaba mal y lo ayudaron a salir de su problema con el plan de ir a su casa.
Pero...
¿Quien lo hubiera dicho?
Quien hubiera dicho que su amor tenía una pistola, quien hubiera dicho que su amor mataría a todos y lo más importante...
¿Quien hubiera dicho que él iba a ser libre?

Las cosas que pasan...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora