◇2◇

4.8K 502 49
                                    

Alicent se encontraba escandalizada, el hombre frente a ella había mandado a matar a su propio padre y hermano -Solo elimine una parte del problema, me encargaré del resto después.- le aseguro y la mujer lo miro ¿Resto? Los niños.

-Le prohibido terminantemente que dañe a Jacaerys, Lucerys o Joffrey Velaryon. Lord Strong.- le dijo con voz autoritaria, jamás había querido herir a alguien pero en eso había terminado la ambición que su padre había plantado en ella. Pero Alicent jamás se perdonaría al lastimar a niños que no tuvieron la culpa de los crimenes cometidos por su familia. Sumando a eso que su hija menor tenía un cariño inexplicable por los tres jóvenes y aun más por el mayor.

Apesar de el desagrado de Alicent, Jacaerys no había hecho nada para demostrar que era alguien malo para su hija y en realidad encontraban una devoción en los ojos oscuros del... Velaryon. Cosa que en algún momento vio en los ojos del mismísimo Harwing Strong al mirar a Rhaenyra. Cuando Alicent regreso a su habitación se entero de que Lady Laena Velaryon de igual manera había falleció durante el parto, por lo que ahora toda la familia tendría que ir a Driftmark a el funeral.

A la mañana siguiente, cuando Daella se entero de ambas muertes se escabullo por uno de los pasajes del castillo para llegar hasta donde se encontraba Rhaenyra, al entrar de manera sigilosa pudo escuchar los sollozos de su hermana mayor por lo que sin decir nada se acerco a abrazarla. Esto sorprendió a la mayor pero sabía que al igual que Jace, Daella no era ignorante de la verdad -Mi más sentido pésame, hermana. Ser Harwing era un buen hombre- los ojos de la joven se llenaron de lagrimas.

Ese hombre le había mostrado el arte de la espada y la había protegido de manera devota a pesar de las oposiciones de la reina y ahora se había ido.

Daella se encontraba triste por ambas muertes, la esposa de su tío, Laena fue a visitarlos solo un par de veces a desembarco del rey pero se había portado de manera maravillosa con ella por lo que el tener que despedirla era algo que la ponía en un humor poco agradable. Sus sueños tomaban diferentes rumbos desde Dragones danzando entre sangre y fuego hasta una hermosa cena familiar llena de risas.

¿Que camino deberían tomar? ¿Qué decisiones tenían que hacer? Las preguntas y sueños rodaban por la mente de la menor mientras sus doncellas comenzaban a preparar sus cosas para dirigirse a Driftmark al funeral de Laena. -Iré en Dearax- le anuncio a su madre quien no tenia energía para discutir con su hija.

Al llegar a la fosa de dragones y comenzar a buscar a su montura, Daella se encontró con que Aemond se estaba acercando demasiado a la dragona -¿Que haces?- le pregunto al ver como el príncipe extendía su mano para tocar a la creatura que se encontraba inquieta por la presencia del segundo hijo, estaba a punto de atacarlo cuando Daella lo coloco detrás de ella y hablo -Tranquila, Dearax!- le grito protegiendo a su hermano del dragón, cuando Dearax se tranquilizo y retrocedió Daella miró a su hermano -¿De nuevo?- No se encontraba de humor pero sabía que su hermano mayor estaba harto de no tener un dragón propio y eso le costaría. -Yo se que quieres un dragón, pero debes de dejar de tratar de reclamar a dragones que ya tienen jinete. Dearax es mia, Dream fire es de Helaena y Syrax es de Rhaenyra.- Aemond bufo molesto.

-Tu no lo entiendes- fue lo único que el mayor dijo antes de dar la vuelta para comenzar a alejarse, pero la menor sabía que debía hacer algo para evitar el derramamiento de sangre.

Por su mente cruzo una idea poco segura pero era probable que funcionará-No es el mejor momento pero... puedo llevarte a reclamar a Silver Wing- esto provoco que Aemond se detuviera y mirara a su hermana.- según los cuidadores, su nido está en una de las islas cercanas a Driftmark. Si logramos escabullirnos por la noche y volamos a la isla este... puede que por la mañana regreses montando tu propio dragón.- le sugirió pero una idea más oscura cruzo la mente del príncipe.

𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐒 𝐋𝐎𝐕𝐄// 𝐉𝐀𝐂𝐀𝐄𝐑𝐘𝐒 𝐕𝐄𝐋𝐀𝐑𝐘𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora