Parte 3

101 8 0
                                    


No había vuelto a ver a su hermano desde la boda, puesto que, aunque ambos trabajaban en la compañía familiar, lo hacían en diferentes centros. Además se suponía que habían estado de luna de miel, por eso cuando le vio entrar a toda prisa, se levantó de su butaca alarmado.

*-¿Qué ocurre?

-Es lo que quiero que me expliques.

*-Siéntate y dime que sucede, ponme en antecedentes de lo que pasa para poder aportar mi información.

Su hermano se dejó caer sobre la silla que tenía frente a la mesa de despacho.

-Quiero que me expliques con toda precisión lo que hicisteis Naya y tú, en nuestra noche de novios en el hotel.

El color desapareció del rostro de Don.

*-Realmente no creo que quieras saberlo ¿Qué te lleva a pensar que fui yo el que tuvo algo que ver con ella o que pasara algo entre nosotros?

-Don, soy tu hermano y te conozco bastante bien. Me di cuenta de la atención extra que la otorgabas.

*-Pero no consideraste oportuno advertirme de que ella era una monja.

- ¿Por qué? Cuando yo la conocí, también la miré dos veces y ella se encargó de explicarme las cosas. Supuse que contigo haría lo mismo.

*-No lo hizo.

- ¡Vamos Don! Todo el mundo en la fiesta lo sabía y comentaba abiertamente. Incluso solo el párroco se atrevió a sacarla a bailar. Nadie quería bailar con una monja.

*-Ninguna monja debería tener derecho de estar así y de que su ropa le hiciera resaltar así.

-Bien, veo por donde vas. Secundo la moción, desde ahora pediré que todas las monjas sean vieja y feas. Cuéntame que paso.

*- Prefiero que te lo imagines, no estoy muy orgulloso.

-Bien.

*- ¿Pero ¿Cómo sabes que ocurrió algo entre nosotros? ¿Acaso hay repercusiones?

Pol le miró intentando leer entre líneas, aunque su hermano mayor siempre era un buen amigo, también era un enigma cuando subía la guardia y ahora estaba pálido y nervioso.

-Algunas, sí.

*- ¿Algunas? Habla.

Viendo que su hermano no hablaría de lo que pasó esa noche, solo le quedo hacerlo él y ver que resultaba.

-Naya tendría que haber pronunciado sus últimos votos hace unos días, de hecho, acordamos nuestra luna de miel, para estar presentes en esa especie de ceremonia religiosa. Britany la quiere como si se tratara de una hermana. A veces me abruma el cariño que le tiene, aunque por lo que habla de ella es casi una santa. Llegado el momento no hizo sus votos, rehúso el honor y cuando en público el párroco le preguntó el motivo, confesó haber pecado y no estar arrepentida. Le dijeron que pecar es humano, que hasta el Señor lo hizo, que se confesara y tras la penitencia pronunciara los votos, pero se negó.

*- ¿Entonces en tu boda aún no era monja?

-Llevaba años vistiendo lo hábitos. Era una novicia.

*- ¿Y no se confesó? ¿Nadie sabe que pecado cometió

-No lo hizo, solo se negó a ingresar para siempre en la orden religiosa.

*-Que me quede claro, ¿No es monja, pero sigue siendo una novicia?
-Ya no tiene nada que ver con el clero.

La calma fría que se había obligado a mantener comenzó a desaparecer, siendo sustituida por una excitación nerviosa que podía advertirse en la forma agitada de respirar.

Mi Querida NoviciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora