Parte 13

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Un zumbido le sacó de su sueño y ¡Maravilla de las maravillas! Naya estaba junto a él, acoplándose a la perfección a las formas de su cuerpo.

Le gusto tanto que inmediatamente se excito y así pudo darse cuenta de que aún seguía dentro de ella, que gimió aprobando la idea.

*-Naya...

-Hum...

* - ¿Estas despierta?

-Apenas...

Lo justo, pensó Don, que comenzó a moverse, curveando contra ella, haciéndole gemir y suspirar, mientras que el ondulaba para hacerlo lentamente. Don sonrió, esta vez sí sería lento, muy, muy lento.

Tiempo después, un molesto teléfono sonaba en algún lugar de la casa. Ella tuvo que salir de la cama, luciendo su gloriosa desnudez para atenderlo.

-Sí...si...es que estoy enferma.... Vómitos y fiebre.... Si gracias...Iré en cuanto salga del médico.

Colgó el auricular y volvió a la cama.

*- ¿Quién era?

-Tu jefe de personal. Quería saber el motivo por el que no he ido a trabajar.

*-No sonó el despertador?

-Sonó y te despertaste, pero en vez de ir a trabajar...

*-Lo hicimos lento...

La sonrisa desapareció del rostro de Don, al apreciar la extrema seriedad de Naya.

*- ¿Qué ocurre?

-Creo que esto ha sido un error.

*-¿Hacerlo lento?

-Simplemente hacerlo.

*-Bien.

Don salió de la cama y fue a vestirse s al salón, comprobó que no había olvidado nada y se marchó sin despedirse.

''Tonta. Tonta. Don era posiblemente el único hombre del mundo en alterarla de esa manera, pero así, no iban a ningún lugar''

Había conocido bastante gente últimamente, sobre todo hombres, pero ninguno la había interesado.

Ninguno era capaz de revivirla con una mirada como la sucedía con Don.

Sabía que los ojos no hablaban, pero los de él, no la miraban, la acariciaban haciéndola sentir mujer.

Lo sabía, desde el principio. Se había ido a Misgarnia huyendo, porque era lo único que sabía hacer y para olvidarse de su problema.

No había podido realizar los votos, porque aunque amase a Dios, también amaba a un hombre.

Un hombre que había compartido con ella una sola noche, por lo que no podía presentarse delante de él y confesarle que le amaba.

Seguramente se hubiese muerto del susto o reído de ella hasta estallar.

Eso no podía hacérsele a un hombre de mundo como Don.

Cierto que él la buscó, pero solo para liberarse de su conciencia y para liberar su cuerpo ¡Y qué cuerpo!

Después siempre daba un paso atrás acusándola de tener otros hombres, aunque la reconociera el derecho de poder hacerlo.

No había estado mal del todo durante los meses de separación gracias a estar siempre ocupada con el trabajo de voluntaria en el centro de indigentes, que hacía después de salir de la oficina.

De allí eran esos hombres que la habían llevado a casa la noche anterior y así recoger documentos e información sobre Misgarnia, ya que pensaban ir allí de voluntarios.

Al presentarse a Don allí, de esa forma antigua y celoso. La había dado una alegría, hasta que de nuevo sus celos brotaron, le lanzó el reto sin saber si lo aceptaría porque no quería discutir con él y al tiempo se moría por besarlo.

Lo había aceptado, pero seguían en la misma postura que antes de separarse.

Britany insistía en que no debía estar siempre disponible para él.

Esa tarde, pidió disculpas a su jefe de personal, informándole que solo había sido algo que había comido en mal estado.

Sin volver a hablar con él, se instauro entre ellos una guerra fría.

Él no la buscaba, pero ella no lo evitaba en el trabajo y cuando se encontraban, la mirada masculina seguía siendo incendiaria.

Durante la fiesta de la empresa en navidad, todo el mundo había empezado a beber antes de terminar el turno.

Un grupo fue hasta el despacho del presidente, pero no se atrevieron a entrar, así que se quedaron en la puerta haciendo ruido en espera de que el saliera, pero no lo hizo, así que ella entro con las cartas del correo en una mano y dos vasos de plástico con champan en otra.

-Debe salir a brindar con la gente.

Reía sin motivo y a los ojos masculinos parecía algo achispada.

Al intentar coger uno de los vasos, el contenido del otro termino sobre sus pantalones.

Ella se puso de rodillas mientras intentaba limpiarle con un pañuelo, alegando que quedaría mancha, así que la cogió por los hombros y la sacudió levemente.

*-No quiero que lo hagas.

-Bien...

La vio caminar a gatas por la moqueta, enseñándole el nacimiento de sus medias, hasta llegar al marco de la puerta que uso para levantarse y salir haciendo eses.

Tuvo que seguirla, aun medio borracha era impresionante.

Se unió a sus trabajadores los cuales ya llevaban rato de fiesta, bebiendo, comiendo, bailando y cantando.

Ella era el alma de la fiesta y estaba encantada.

Al coincidir debajo del muérdago, los presentes empezaron a corear el clásico ¡beso! ¡Beso! Así que cedió rápidamente, en parte porque lo estaba deseando.

Naya permaneció quieta, fría, estática, como un pescado frío, mientras que el casi se abrasaba.

*- ¿Qué ocurre?

-Ya no funciona

*-¿A qué te refieres?

-A tu beso, tu magia ya no funciona conmigo.

El la volvió a besar, poniendo en el beso toda su maestría, pero noto que ella no reaccionó ni un ápice.

-Es una lástima Don, pero ya no funciona.

*-No digas tonterías, es que tu no cooperas.

-Antes no hacía falta que yo hiciera nada. Has perdido tu toque.

Irritado se marchó, pero no al despacho, si no a su casa. No quería ser amigable

Mi Querida NoviciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora