Parte 4

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Sabía, que el lugar no era el más apropiado, incluso alguien del país corría peligro, pero una vez más necesitaba fármacos para el padre Josep.

Así que, vistiendo un hábito, que seguramente la dispensaría de algunos peligros, fue al mercado negro.

Pudo observarla salir a escondidas de una pequeña puerta del asilo. Como no iba vestida de monja y eso le molesto. Pero decidió seguirla desde lejos.

Observo como hacia la transacción y supuso que eran drogas, algo totalmente ilógico estado en uno de los países productores.

*-Naya

Ella se paró en el acto. No había olvidado el tono de su voz, como tampoco había olvidado otras muchas cosas.

Cuando se volvió para mirarle, la brillaban tanto los ojos que fue incapaz de hablar.

Pudieron pasar minutos o segundos, nunca lo supo, hasta que tuvo la fuerza de voluntad de mover un brazo para acariciarla los labios con un dedo.

Desde que ella se había dado la vuelta, solo un pensamiento era capaz de formarse en su cabeza. La deseaba.

-¿Qué haces aquí?

Antes de poder contestarla, una fuerte detonación se oyó en la distancia.

Ambos se tambalearon y cayeron al suelo. No tuvo tiempo de incorporarse y ayudarla como un caballero, ella corría en dirección a la detonación.

- ¡Mis niños!

Se vio obligado a moverse, cuando la multitud, avanzo hacia él.

*-¿Qué ocurre?

-Parece que han atacado la misión.

*-La misión ¿Por qué?

-Allí están los voluntarios, los curas, las monjas y los médicos, casi cualquier extranjero que viene a ayudarnos. También están nuestros niños, allí les cuidan y educan mientras nosotros trabajamos fuera de sus redes.

*-No lo entiendo

-Ellos matan y secuestran a nuestros familiares para hacerlos trabajar para ellos o para chantajearnos y que trabajemos para ellos. Quieren que recojamos su droga. Aunque tienen armas, si el pueblo está unido en grandes grupos, no suelen dispararnos, no les resulta útil, matar su mano de obra.

Estaban llegando, cuando vieron un camión de mercancías se marchaba a toda velocidad, llevándose a un grupo de niños y una monja.

- ¡Mire!

En la parte posterior del vehículo, una figura femenina asomaba. La reconoció en el acto.

- ¡Pobre mujer!

*-Que harán con ella?

-Posiblemente nada mientras ella colabore y les sea de utilidad. Incluso ellos respetan a las monjas, pero si les da quebraderos de cabeza, quien dice que no la maten- dijo el hombre al tiempo que imitaba con los dedos un cuchillo pasando por el cuello.

Varios grupos de niños salieron corriendo en dirección a sus familias, mientras que otros adultos se lamentaban y lloraban mientras que hablaban con otra hermana.

*-Hermana

-Vay a, a usted, no le conozco.

*-Llegue en el momento de la explosión. Venía en busca de una voluntaria.

-La única voluntaria que había aquí era...-Señaló con una mano, en la dirección en la que se había marchado el camión.

*-Lo sé, vi desaparecer el vehículo, pero iba vestida como una de ustedes.

-Para andar fuera de los muros de la misión, es lo más seguro para nosotras. Ella fue a comprar medicamentos especiales para el padre Josep. El pobre hombre está muy enfermo. Afortunadamente hoy estaba vestida con nuestro hábito, eso la ayudara a mantenerse sana y a salvo algún tiempo.

*- ¿Cuándo saldrá el equipo de rescate? Me gustaría participar.

-No habrá equipo de rescate, los voluntarios que vienen aquí, saben que esto puede pasar y lo asumen, tienen el mejor defensor, su fe en el señor.

*-No creo que estos padres se conforme sin más.

-Lo harán, tienen más familia de la que cuidar y no podemos responder a la violencia con más violencia.

*-¿Cuántos niños se han llevado?

-Esta vez no ha sido más de doce.

*-Podría indicarme de alguien experto que pueda llevarme hasta ellos?

-Nosotras vivimos una vida de recogimiento dentro de la misión, así que conocer, no conocemos a nadie, pero seguro que en alguna de las tabernas del mercado negro encuentra a alguien, pero no puedo decirle que clase de persona sea.

*-Gracias hermana

Ella le hizo la señal de la cruz, como una bendición, antes de irse

-Que nuestro señor le acompañe.

Se dirigió rápidamente al puesto en donde había visto comprar a Naya, si ella iba allí, al menos tenía una referencia.

*-Buenas, me mandan las monjitas.

Un hombre de rostro osco y duro le contesto.

-¿Qué quiere?

*-Básicamente quiero equipo, un buen coche para seguir a esa gente a la selva, armas, municiones, provisiones y un par de hombres que me lleven donde hay que ir para traer de vuelta a los niños y a la monja.

*Eso costara- dijo el hombre moviendo la mano en un gesto que es mundialmente entendido.

*-No ser problema siempre y cuando los hombres sean de confianza y no me dejen tirado o me ejecuten ellos mismos. Si eso sucediera, yo no podría volver y darles una jugosa propina extra a ellos y por su puesto tu recibirás el doble.

Al hombre le brillaron los ojos.

-Me gusta lo que oigo, mejor explíquese un poco más.

*-Te pagare el material para mi excursión y a ellos un sueldo de 800 mil pesos por cabeza, cuando regresemos de la misión ellos recibirán 2.000.000 de pesos y tú el doble ¿Te parece?

-Es usted un hombre muy generoso señor y muy inteligente. Paga más por regresar que por ir.

*-Además cuando yo me vaya, necesito que llame a este número- le entrego una tarjeta- y les diga que ha pasado. Es una oferta cerrada.

Cuando iba a salir la voz del hombre le intercepto.

-Sabe señor, ya es hora de que alguien haga algo, espero de corazón que tenga éxito, porque si no mi bolsillo llorara.

*-No entiendo porque no les presentan cara.

-El que más y el que menos ha estado mezclado de alguna forma con ellos a lo largo de su vida, tienen dinero, armas poder y no les importa matar, es la ley del miedo. Yo mismo tengo un sobrino entre los niños que se llevaron hoy.

*-Quizás podamos traerlos a todos antes de que entren en su red.

-Y a una monjita que no lo es...

*- ¿Cómo sabe usted eso?

-Yo la vendo las medicinas para el padrecito, no se preocupe, es un secreto.

Mi Querida NoviciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora