Trece lunas han pasado desde la última vez y ahora sé, gracias a ti, que solo he sido yo haciéndote pasar por una especie de historia fortuita en la que ambos caíamos. Y la verdad no recompensa porque aún resuena a tristeza envuelta en ideas distorsionadas donde yo vivía enamorada.
Desde entonces, he intentado odiar tu camisa gris y tus brillantes ojos mieles, pero cada maldito intento... ha sido en vano. Y no te culpo a ti ni a tu sonrisa mojada en simpatía, porque si esto no funciono, fue gracias a mí.
Me aferré a alguien que creí tener de mi lado y ahora vivo sofocada entre las cartas que escribí y no mande. Y sé que no deberían de estar aquí entre tantos malos momentos, pero la vida resulta ser emocionalmente abusiva e inesperada.
Dijimos todo y aprendí que nunca realmente estábamos destinados a ser, porque la claridad que buscaba, no la encontré en tus palabras. Y aunque intentáramos cambiar la trama, conocíamos el final; Wendy no elegía a Peter... pero eso no lo hacía menos doloroso.
Así que mentí.
Mentí y sonreí para no derrumbarme delante de ti y finalmente, solo así, pudiera dejarte ir... y crecer.
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Hasta que el verano se acabe ©
Storie brevi«HASTA QUE EL VERANO SE ACABE» es una recopilación de escritos y reflexiones que he ido archivando desde que tengo memoria. Son todas aquellas tormentas y retorcidas noches de las que se disfrazan las letras y de las que pocas veces se habla. Las...