Cuarenta y cinco

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Capitulo 45:

Sobreviviendo a una pesadilla.

¿Será cierto eso que dicen sobre que, de lo malo surge lo bueno?

Esperen, ¿así era o...?

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Termino de firmar el papel y los ojos me pesan tanto que no me importa lucir como una maleducada y dejar a los oficiales con la palabra en la boca al cerrar los ojos y recostarme. Permanezco así, muy quieta por lo que parece una eternidad, absorbiendo la felicidad de saber que hoy mismo, luego de un par de días, dejaran libre a Dan.

Una caricia casi imperceptible me hace abrir los ojos, y mi estúpido corazón empieza a latir con fuerza, los «vip» tomando fuerza. ¡Estúpida maquina!

—Hola dulzura.

Así como su suave y melodioso tono de voz, mi cuerpo entero se ablanda, casi derritiéndose con lo armonioso que ha sonado su susurro.

—Hola.

— ¿Cómo te sientes?

—Mejor —le sonrío—, mucho más ahora.

Hackett me devuelve la sonrisa, tomando asiento y privándome de su caricia, aunque no tengo mucho tiempo para quejarme, porque toma mi mano, embriagándome con su calor.

—Eres la niña más hermosa, fuerte y gentil que he conocido.

Mi corazón se derrite, me inunda una calidez de pies a cabeza y no sé cómo no desfallecer ante esas palabras.

Suerte que estamos en un hospital.

Aun así, me obligo a hacerme la fuerte —No soy una niña —replico.

Hackett me mira desbordando ternura —Eres mi niña.

Unos golpes en la puerta me detienen de saltarle encima para comérmelo a besos, y de pronto, la habitación se llena de personas.

— ¡Lamentamos interrumpir!

—Shh —Hackett regaña a Aless—. Nada de sonidos fuertes.

Ella esboza una mueca culpable y luego hace un puchero, articulando—: ¡Lo siento!

— ¿Como esta mi hermanita la sobreviviente? A aparte de muy guapa con esos moretones.

Aless le da un golpe en la cabeza a Lex, y los rubios ríen tapando sus bocas. Muy a mi pesar, me sacan una sonrisa

—Por amor a Cristo, compórtense o los saco a patadas—Hackett los observa enojado y no puedo creer lo lindo que se ve así de preocupado por mi salud—. Leslie no necesita alborotos.

—Diablos, Agus tenemos problemas.

— ¿Qué...?

—Es que nos conocen por ser los reyes del desorden y el caos—me contesta Alex, con una sonrisa que pretende ser culpable—. Además del alma de las fiestas —me guiña un ojo y termino riéndome.

Hackett medio gruñe cuando por el ataque de risa hago una mueca de dolor y lo tranquilizo para que no salte sobre la yugular de los chicos.

—Estoy bien.

Él frunce el rostro, pero lo deja pasar advirtiendo que si me hago daño, matará a todos sin importarle hacerle compañía a Stella.

—Amigo, ni se te ocurra volver a decir eso —le pide Agus, alarmado—. Que tal que te mata porque, si no eres de ella entonces de nadie.

— ¡Chan, chan, chan...!

—No puedo creerme que aun en esta situación sean tan...

— ¿Graciosos, adorables?

Absurda Tradición © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora