Capitulo 34:
¿Qué rayos?
Salí de un dolor para entrar en otro.
Pero este es… aun mejor.
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Hackett se separa de mí unos centímetros, me sigue dando esa sonrisa y yo solo puedo intentar no morir. Primero porque mi corazón parece que va a explotar en mi pecho, y segundo porque estoy completamente inundada de nervios.
Sus manos se dirigen al borde de mi camisa y tira de ella, por voluntad propia mis manos se levantan para que pueda pasarla por mis brazos. La lanza a un lado y el peso de lo que está sucediendo cae sobre mí. Estoy semidesnuda delante de Hackett. Por instinto me cubro los pechos, aun tengo sujetador y aun así muero de vergüenza.
La mirada de mi novio se torna cálida, su sonrisa fácil y amable apareciendo. Se acerca a mí, dándome un beso en la nariz.
—No sientas vergüenza, siempre voy a cuidar de ti ¿recuerdas?
Trago y dejo caer mis brazos a los lados. Tiene razón, este es Hackett. Mi novio, mi chico de mirada acogedora, jamás me haría daño. No tengo porque sentir pena al mostrarme frente a él. No más inseguridades, no más miedo.
Vuelve a darme un pequeño beso, esta vez en los labios. Mi corazón sigue martillando como loco dentro de mi pecho, pero me obligo a relajarme. Hackett se aleja y me contempla durante unos segundos que se sienten eternos, para luego acercarse a mí y colocar sus manos en mi espalda. Mi respiración superficial se estanca en mis pulmones cuando desabrocha mi sujetador.
Él se detiene unos instantes observándome el rostro a detalle. No sé si busca una aprobación o no, pero asiento lentamente y así, igual de lento va quitándolo de mi cuerpo. Cuando mis pechos quedan libres, el sujetador vuela por alguna parte de la habitación. Siento como el rubor se apodera rápidamente de mí, mi rostro se calienta y estoy segura que llega hasta mis senos.
Hackett se cierne sobre mí luego de devorarlos con la mirada y no me da tiempo de procesar nada, porque me roba un jadeo al chocar su boca con la mía. El contacto es feroz y apasionado. Me mordisquea el labio inferior y tira de él, al mismo tiempo que una de sus manos va a mi seno izquierdo y lo acaricia lentamente, tira del pezón y lo frota, robándome un gemido.
Oh, demonios…
La sensación electrificarte se expande por todo mi cuerpo. Y él simplemente no deja de besarme mientras le da atención a mi cuerpo. No deja de derretirme entre sus brazos. Estoy en medio de las nubes y no quiero bajar a la tierra.
Hackett abre mis piernas con su rodilla y presiona mi zona intima con su muslo. Jadeo y me froto descaradamente contra él. No tengo idea de lo que hago, pero un lado primitivo de mi solo quiere esto. Solo quiere sentirlo y calmar el dolor.
Trago grueso cuando se separa de mí y empieza a bajar sus besos. Primero mi mandíbula, luego mi clavícula y cuando su aliento caliente esta sobre mi seno derecho, creo que me he vuelto papilla. Pero no, descubro que eso es apenas el comienzo, porque su boca toma mi pequeño montículo y lo succiona, haciéndome arquear la espalda y contener un gemido.
Muerdo mis labios cuando no deja de darle succiones, lametones y mordiscos. Jesús bendito, nada nunca se había sentido tan bien.
Me estremezco al sentir una de sus manos colarse por mi short de mezclilla, su mano levanta la elástica de mis bragas y baja y… sigue bajando. Hasta que llega a ese lugar que late y duele, y yo solo puedo intentar respirar como se debe. Todo mi cuerpo tiembla, mi corazón creo que va a explotar en cualquier momento.
Mi boca se abre en un suspiro cuando acaricia mis pliegues húmedos y luego hace una presión enloquecedora en un lugar que envía oleadas de placer a todo mi sistema. Muerdo mis labios para no gemir, pero fracaso terriblemente. Hackett abandona mi pecho y va por mis labios, mientras sigue acariciándome allí abajo. Le sigo el beso como puedo, no pudiendo concentrarme del todo cuando me está tocando de esa forma. Cuando una de sus manos está en mi zona más intima, y otra en mi pecho izquierdo, cuando me besa como si quisiera devorarme y no dejar nada de mí.
Jadeo cuando uno de sus dedos se introduce en mí, ni siquiera sentí cuando se colocó en mi entrada. Mis manos aprietan sus hombros con fuerza y hago una mueca. Duele.
—H-Hackett…
—Lo sé amor, lo sé —susurra, volviendo a besarme.
Esta vez me besa despacio, intento adaptarme al dolor que me está ocasionando cuando presiona ese punto de nuevo y mis vellos se erizan, el dolor se mezcla con él placer y gimoteo cuando su dedo empieza a moverse. No sé que está por encima de que, si el dolor o el placer, pero me concentro en lo bien que se siente lo que me hace.
Mi cuerpo toma impulso, contoneándose y besando a Hackett como si mi vida dependiera de ello. Cuando un segundo dedo me roba el aliento, mis piernas tiemplan, mis brazos también, mi núcleo duele y al mismo tiempo siento un inmenso placer.
—Oh cielos… —apenas y logro hablar, es más como un jadeo debido a mi respiración.
Gimo cuando los dedos de Hackett se mueven dentro de mí y lo aprieto con fuerza, me besa con fuerza mientras yo intento no sucumbir ante esta explosión que se forma dentro de mí. Sus dedos se mueven robándome gemidos suaves que la boca de Hackett amortigua y empiezo a moverme por voluntad propia, me contoneo contra él llenándome del placer arrollador que siento.
Sus dedos tocan un punto que me hace volcar los ojos debido al estallido de éxtasis que provoca y un fuerte gemido me abandona. Creo que voy a volverme completamente loca, creo que…
Se detiene.
Hackett detiene los movimientos y retira sus dedos de mi interior. Su mano deja el interior de mi short y sale a la superficie. Lo miro desconcertada, con la cara en llamas y mi pecho subiendo y bajando. Voy a preguntar qué rayos ocurre, por qué diablos se detuvo, cuando se aleja de mí y mira su mano.
Observo embelesada como dos de sus dedos brillan, él sonríe de forma enloquecedora y los succiona. Jadeo.
Y creo que he muerto. He muerto, este chico me ha matando.
—Toda una dulzura —pronuncia, luego de sacarlos de su boca, con una sonrisita juguetona.
Yo no sé como respirar. Y tampoco tengo tiempo de pensarlo, cuando toma mi short y lo baja de un tirón, llevándose a mis bragas de por medio. Suelto un gritito al sentir el aire en mi cuerpo desnudo.
Hackett ríe y me observa — ¿Me ayudas aquí amor?
Se refiere a mi pobre ropa que ha quedado estancada un poco más debajo de mis rodillas. Elevo mis piernas y se deshace de ellas. Tiemblo entera cuando su mirada me recorre. Estoy desnuda.
Mierda, mierda. Estoy desnuda frente a Hackett.
¡Tomates jugosos, me está viendo desnuda!
Me cubro la cara con una mano. Estoy tan avergonzada, ¿por qué me siento de esta forma tan bochornosa?
Dedos cálidos toman mi mano y la bajan lentamente. El rostro de Hackett me recibe, su sonrisa me derrite el corazón.
—No te escondas de mi dulzura, soy yo —me besa la nariz—. Soy solo yo.
Lo tomo de la nuca y lo obligo a besarme. Besarlo calma el caos en mi cabeza.
Pronto estoy sumergida en el remolino de emociones que me ocasionan sus caricias y mis muslos se untan de humedad con la necesidad de que vuelva a tocarme allí.
—Hackett —me separo un poco de él, apenas respirando con normalidad—. Tócame.
Su mirada se oscurece, sus ojos devorándome en segundos. Una sonrisa ladeada me roba el aliento antes de volver a comerme la boca. Siento como una de sus manos se cuela entre nosotros y la otra tortura mi pezón erecto y adolorido. Todo en mi grita por su atención, necesito que me toque como respirar justo ahora.
Jalo de su cabello, succionando y rozando su lengua con la mía, cuando lo siento. Me estremezco al sentirlo rozándose contra mis pliegues húmedos y me aparto con brusquedad. Lo alejo lo suficiente para ver todo su rostro a una distancia prudente.
—N-no…
Trago grueso, mis manos empiezan a temblar y me maldigo internamente una y otra vez. Lagrimas de frustración me inundan la mirada. Hackett sube su mano a mi rostro y me acaricia.
—Está bien —susurra—. Si no quieres no te obligaré a nada, ¿lo sabes, no es así? Si no estás lista…
Lo detengo.
—Lo quiero, quiero esto, es solo que…
Me detengo, aprieto mi mandíbula y vuelvo a maldecirme. Dios, tengo tantas ganas de llorar. No quiero que me arruine, no quiero ni nombrar ni pensar en quien esta estropeando mi mente y por consecuencia este momento.
Tomo a Hackett acercándolo a mí.
—Solo bésame, bésame y no me dejes pensar en nada más. Solo en ti.
Y así lo hace. Me besa con vehemencia, me besa alejando la niebla de mi cabeza, los gritos y regaños, al monstruo que me atormenta.
—Hazlo Hackett —susurro contra su boca, apretándolo contra mí—. Alivia mi dolor.
Me contoneo, haciéndole ver que de verdad lo deseo, y lleva una mano entre nosotros volviendo a posicionarse allí. Un suspiro tembloroso me abandona y lo sujeto con fuerza. Esto realmente va a ocurrir. Esto está sucediendo…
Miles de pensamientos empiezan a nublarme la cabeza. Esta vez menos atormentadores, pero igual de intentos. ¿Y si duele? ¿Podré soportarlo? Tengo miedo…
Me reprendo a mí misma. No, no más miedo. No voy a ser una cobarde, no más. Ya no más.
Hackett sujeta una de mis piernas y la levanta —Envuélvelas en mi cintura.
Lo hago, envuelvo mis piernas en su cintura y suspiro de forma temblorosa cuando mi zona intima que no deja de palpitar adolorida y necesitada, queda contra su erección. Hackett me mira, y deja un beso en la comisura de mis labios.
—Va a doler amor, ¿lista?
Asiento, juro que no podría hablar ni aunque quisiera. Soy una masa temblorosa en estos momentos. Mi corazón late dolorosamente en mi pecho y no puedo controlar mis nervios.
Hackett dirige su… uhm, miembro, a mi entrada y contengo la respiración. Lo sujeto con demasiada fuerza y se detiene.
—Relájate amor, si estás tensa será más doloroso.
Inspiro hondo, de forma entre cortada y temblorosa y obligo a mis extremidades a no estar rígidas, cierro los ojos y hago todo lo posible por relajarme, así este muriendo de nervios. Hackett me toma de la nuca y me besa, su beso me pone lánguida al instante. Me hundo en las caricias lentas y húmedas de su boca y lo siento.
El pinchazo y el dolor latente me hacen esbozar una mueca. Me tenso y gimoteo de dolor.
—Shh, tranquila amor, tranquila —Hackett me susurra ─y aunque intenta sonar cariñoso, se nota la tensión en su voz─, y sigue hundiéndose en mí.
El pensamiento de apartarlo no sale de mi cabeza, las ganas de empujarlo lejos me invaden por completo, pero no lo hago. Intento absorber todo el dolor, intento adaptarme a él hasta que deja de moverse y ha entrado por completo. No se mueve, Hackett se queda muy quieto y yo solo quiero pedirle que se aleje porque duele. Me duele mucho.
Respiro con pequeños jadeos y él empieza a darme besos castos.
—D-duele —jadeo, apretándolo con fuerza.
Él asiente lentamente y toma mi labio inferior mordiéndolo.
—Ya no lo hará más —asegura y entonces, empieza a moverse.
Con la primera estocada, se me escapa un fuerte gemido. Me sorprendo a mí misma, pero a medida que más se mueve, mas gimoteo sin poder detenerme. Los gemidos se me escapan, fuertes y claros, llenando toda la habitación mientras Hackett no deja de moverse.
Me besa, acallando mi voz y a medida que se mueve, el dolor se va convirtiendo en otra cosa. Pronto se mezcla con el placer y no puedo dejar de temblar y de gemir, incluso mientras me besa. Lo aferro con mis piernas y empiezo a encontrar sus movimientos.
Una bola enorme de placer se va formando en mi núcleo, unas enormes ganas de orinar me abarcan y en mi mente digo: ¿Qué rayos?, pero ni siquiera puedo pensar en si eso es normal o no, porque cuando la caliente y húmeda boca de mi chico abandona mis labios y va por uno de mis pechos, mordiéndolo y succionándolo, simplemente sucumbo ante la sensación arrolladora. Tiemblo y gimo, todo mi cuerpo hormiguea y cierro los ojos sintiendo como si una gigantesca ola de placer me hubiera inundado el cuerpo.
—Estoy en el cielo —susurro pero sé que solo yo me he escuchado, y siento como el cuerpo de Hackett se separa de mí.
No puedo abrir los ojos, solo puedo absorber la sensación que sigue hormigueando en todo mi cuerpo.
Cuando por fin ─luego de minutos, segundos, horas, no lo sé─, abro los ojos. Veo a Hackett con una toallita húmeda limpiando su… eso, que estuvo dentro de mí. Mis parpados están caídos y me ha dado sueño, me da una sonrisa y se la devuelvo.
Cuando se acerca a mí, estiro una mano para tocarlo y la toma, dándole un beso.
— ¿Estás bien?
Asiento y me arropa con el edredón. Me da un beso en la frente y cierro los ojos ante la dulce caricia.
—Descansa dulzura, iré a buscar la cena.
Murmuro algo ininteligible y escucho su suave risa antes de que su calor me abandone. Quiero decirle que se quede y me abrace pero no tengo fuerzas para protestar, así que hago lo que mi cuerpo me pide. Me quedo muy quieta y me acurruco en la cama.
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Absurda Tradición ©
RomanceLa familia de Leslie se rige por pensamientos arcaicos y anticuados, ideales que no son bien vistos en pleno siglo XXI, y es por ello, que la chica de 17 años vive reprimida del mundo. Su padre es un hombre tosco y estricto, la disciplina es una pal...