Absurda Tradición ©

Doce

Capitulo doce:

¡A la bim, a la bam, a la bim bom bam!  ¡Amigos nuevos! ¡Amigos nuevos! ¡sí, sí, sí!

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El ajetreo es terrible y no sé si reír o salir corriendo pues parece que todo el mundo se ha vuelto loco. Estamos a horas de la boda y la organización es un asco. Bueno, no del todo, pero si se puede decir que están todos nerviosos y torpes.

Por ejemplo, las damas de honor están peleando por el tipo de peinado que quieren. Los del bufete quieren que Amanda apruebe el nuevo postre ya que ocurrió un imprevisto con el que se tenía planeado; sin embargo Amanda está más preocupada en que el vestido le suba, porque ahora resulta que no le cierra.

Luisa está muerta de risa con el desastre, Amelia intenta ayudar y yo en serio me debato entre huir o unirme a las carcajadas de mi prima.

— ¡Leslie ayúdame aquí! —voy hasta donde esta Marlie, la esposa del tío Walter—. Toma esto y llévalo hacia la cocina, anda.

Asiento llevándome el papel y encaminándome a la salida. Esto debe ser lo que quiere Amanda para postre ya que el anterior no se puede preparar. Camino por los pasillos del enorme hotel. Estamos en el primer piso, alquilamos una habitación y el salón y la comida es brindada por los chefs del hotel. Gordon es amigo del dueño así que el regalo de bodas es toda la comida, creo que es uno de los padrinos.

Camino por todo el lugar deleitándome con la decoración, todo es muy elegante. Cuando voy cruzando el pasillo que da directo a la cocina, alguien me hace detener en seco.

—No puedes entrar allí —dice una voz masculina y me volteo lentamente hacia su dirección—Solo es personal está autorizado.

Observo al chico que me mira detallándome con ceja enarcada. Su cabello rubio hace contraste con sus ojos aguamarina y su porte elegante y seguro intimida.

—Solo voy a darle esto al chef encargado del bufete de la boda de mi tío.

Ladea la cabeza — ¿Gordon? —asiento y se acerca—. Dámelo a mí, se lo daré a la chef.

Se acerca y lo miro con desconfianza. ¿Pero y este quien rábanos es?

— ¿Cómo estoy segura de que lo entregaras?

Se detiene frente a mí y su altura me hace alzar la mirada, me observa como si fuera una desubicada que no sabe de lo que habla.

—Solo dámelo —estira la mano hacia mí y sigo dudando.

—No pue...

No me deja terminar —Soy hijo del dueño y conozco a Gordon.

Ya sé a qué se debía su mirada.

—Oh, de acuerdo —actuó lo más relajada posible y se lo entrego—. Adiós.

Lo esquivo para regresar a la habitación y me contengo de mirar atrás. Últimamente me consigo con puro chico guapo. ¿Eso debo tomarlo como una señal?

(...)

Amelia me ayuda con el peinado y cuando termina sonrío al espejo. Luzco hermosa, y no se puede negar tal cosa. Me siento emocionada porque ya faltan minutos para la boda.

Por suerte todo se solucionó, Amanda esta hermosa junto a las damas de honor y todos en el salón esperan su llegada.

— ¿Todos listos? —pregunta la organizadora.