Cap. 1 | Líder cabizbaja.

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La vida de Integra Hellsing había sido una de las más difíciles que le pudo tocar a una británica. Con tan sólo 12 años ya estaba liderando una organización que combate vampiros, la mayoría de empleados eran hombres, por lo que, hablar con una chica de su edad era prácticamente imposible, viéndose obligada a crecer entre varones que forjaron su dura personalidad e increíble liderazgo, no había nada que se le saliera de control.

Al menos así fue hasta que ocurrió lo que los británicos llamaron "La tercera guerra mundial". Nazis, el Vaticano, miles de vidas arrancadas, un infierno traído a una pacífica ciudad como lo era Londres en ese entonces.

Integra tenía 22 años cuando todo eso ocurrió, sus dos fieles sirvientes vampiros habían salido ilesos de todo lo que tuvieron que enfrentarse. Su mayordomo lamentablemente le dió la espalda y aquel grupo de mercenarios... Poco se puede hablar, la mayoría había fallecido.

La organización se había reducido a Integra, Alucard y Seras Victoria, ni uno más, ni uno menos.

Tras lo ocurrido era obvio que la líder tenía que descansar y darse el tiempo de sanar su alma, pues, a diferencia de sus sirvientes -o al menos de Alucard-, ella tenía un corazón y sentimientos encontrados dado a todo lo sucedido. Sus hombres murieron, ella pudo haber hecho más por prevenir que ocurriese tal tragedia, no obstante, no lo hizo, ese hecho se la estaba comiendo viva y, a solas, lloraba en su habitación pensando en las familias de los que en algún momento fueron sus subordinados.

Una de esas noches en las que la tristeza abrazaba a Integra y la hacía arrepentirse de seguir respirando, Victoria irrumpió en la habitación, pues estaba harta de escuchar sollozar a su ama.

La mayor inmediatamente se dió la vuelta, secando sus lágrimas a una velocidad increíble esperando no haber sido vista por la vampiresa.

—La ví... –dijo Victoria. —No tiene porqué ocultarlo, sé que ha estado llorando desde que terminó todo.

Si algo odiaba Integra era tener que mostrarse débil ante un monstruo... Pero, Victoria no era uno. Probablemente ella era la vampira más amable y de buen corazón que habría conocido en su vida entera. Con las mejillas húmedas y nuevas lágrimas saliendo de sus azulados ojos, sonrió y regresó la vista a la joven de rojo.

—Me atrapaste. –rió suave. —No he dejado de pensar en la muerte de todos mis hombres.

—Imaginé que sería algo como eso... ¿Puedo? –señaló la cama con el dedo índice.

—Puedes. –respondió Integra y Seras fue a sentarse a un costado de su ama, poniendo su única mano en el regazo propio, mirando el suelo, era difícil hablar con ella sobre ciertos temas.

El silencio penetraba la habitación, los sollozos restantes y el moqueo de la líder de la organización era lo único que lograba escucharse. Seras estaba nerviosa, se sentía impotente de no poder simplemente abrazar a su ama y hacerle sentir bien, no sabía siquiera si eso serviría en momentos como ese. Finalmente suspiró y se giró en dirección a ella, con rostro preocupado y labios abultados.

—No me gusta verla así. –soltó la vampiresa. —Quiero ayudarla a que ya no esté triste, sé que existe un mal sabor de boca en usted pero...

—No, Seras. –interrumpió Hellsing. —No te sobreesfuerces tratando de ayudarme, de verdad que estaré bien en poco tiempo.

Esa rotunda negación hizo que Victoria se mordiera el labio inferior y mirara otra vez al frío piso de la habitación. Suspiró moviendo las pupilas de un lado a otro, no se atrevía a hablarle de frente a una mujer como Integra, usualmente obedecería a sus palabras y ya está... Pero no podía, la humanidad que restaba en ella la obligó a levantarse e irse del lugar sin agregar comentario alguno. Antes de salir hizo una pequeña reverencia para luego cerrar la puerta tras de ella suavemente con tal de no hacer ruido.

She's not mine [AluGra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora