Cap. 7 | Un problema tras otro.

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Jayden, el general de las fuerzas de la organización Hellsing tuvo la tarea de llevarse a Seras y a Louis lejos de la mansión por el bien de Integra, o al menos eso era lo que el mayordomo y la vampiresa tenían entendido, pues el auto no dejaba de conducir sin rumbo aparente, y Jayden no saciaba sus dudas.

—Disculpe... ¿A dónde vamos? –preguntó Louis, la noche cayó desde hacía unas horas y la aguja de la gasolina marcaba una E, generando así la preocupación del canoso varón.

Victoria, por su lado, escuchaba la conversación expectante, sintiendo culpa por haber permitido que los llevasen tan lejos sin traer ella un armamento adecuado. Sí, podía defenderse con su «brazo vampírico», no obstante, prefería evitarlo si era posible. Suspiró, mirando por la ventana, ¿Dónde se supone que estaban? Uno que otro árbol y ganado que descansaba en santa paz era el único paisaje de la zona.

En determinado momento, el auto se detuvo por completo, el motor se apagó y Jayden mostró su rostro ante los sirvientes; se veía asustado, aterrado, preocupado, varias emociones se adueñaban de su cara por un motivo, probablemente, terrorífico. El general salió del vehículo y gritó a los cuatro vientos, un alarido, todo lo que hacía era tan aleatorio que los otros dos se quedaron perplejos, sin habla, ¿Qué debían hacer?

El mayordomo dió el ejemplo al salir del coche. Al igual que Jayden, él miró al cielo pero no para gritar, fue involuntario, posterior a esto, examinó la zona en la que fueron a dar. Con un simple vistazo no pudo ubicarse, eso lo hizo golpear el capó del auto e ir con Victoria, abriendo la puerta correspondiente a su asiento trasero.

—Salga, señorita, este hombre seguro nos tendió una trampa. –imposible de creer para Seras, ¿Por qué haría eso?

Hizo caso a la petición del varón canoso y salió del coche imitando a la perfección lo que anteriormente Louis había hecho; tampoco pudo identificar el lugar. Era rural, con cultivos y casas de posibles campesinos los rodeaban pero a distancias muy lejanas, si no fuese por las luces encendidas en el interior, no se darían cuenta de ellas.

—Necesito que nos expliques el porqué estamos en medio de la nada, Jayden. –habló Louis, sumamente molesto.

El nombrado, aún tembloroso, se hincó ante los pies de los sirvientes y comenzó a hacer reverencias cortas pero muy repetidas, a causa del silencio de la atmósfera se pudieron percatar de su llorar. Seras y Louis no entendían nada de lo que pasaba, empezando a dudar de la existencia de algún peligro para Sir Integra.

—Lo siento... –murmuró Jayden entre lágrimas. —Fue mi culpa... Fui débil ante él, soy débil... Perdónenme.

—¿Débil ante quién? –cuestionó la rubia. —¿Qué quieres decir con eso?

—¡Alucard! –gritó el general, bajando el volumen de su voz inmediatamente después. —Alucard me hizo traerlos aquí... Y fui débil... No pude negarme a seguir sus oscuras peticiones.

Eso era definitivamente una estúpida mentira. Para Seras, eso era. No había chance de que esa excusa la convenciera, su maestro no haría algo tan bajo como pedirle al general que los llevara lejos, ¿Con qué propósito? La chica de rojo no tuvo piedad, con una rabia naciente en su interior tomó al general por el brazo y lo obligó con fuerza a levantarse, haciendo que cruzaran miradas.

—Mi maestro no haría algo así. –dijo Seras, soltando la ropa de aquel hombre.

—Sí lo hizo... –insistió él. —Quería estar a solas con Sir Integra... O eso me contó, ya no sé en qué creer.

—Es mentira... ¡Mi maestro no-! –

—¡Seras, silencio! –interrumpió Louis con voz firme, tomando el hombro de la fémina. —Lo que dice tiene sentido. Esta mañana Alucard me ordenó llamar a Sir Kennedy... Me dijo que fue una orden de Sir Integra pero, siendo directos, él no quedaría feliz luego de que le hubieran arruinado su oportunidad de matarlo el otro día.

Viéndolo de esa forma, Victoria tenía mucho qué pensar. Su maestro intentó matar a la pareja de su ama, era claro que había un disgusto de su parte por el simple factor de ser el novio de Integra... Tenía sentido, la sed de venganza y las ganas de terminar lo que inició pudo impulsarlo a utilizar a los sirvientes de la mansión como peones y alinear todo a su favor.

—Si se deshacía de nosotros, él podría atacar... –murmuró Seras, girándose a ver a Louis. Este asintió a su idea.

—Y lo logró, se deshizo de nosotros... Sólo Dios sabe lo que esté ocurriendo en la mansión. –respondió el mayordomo.

Sin la necesidad de compartir palabras, los tres pudieron estar de acuerdo en abandonar el auto e ir a buscar un lugar para refugiarse de la noche y de los peligros que podrían haber en ella; dos humanos y una vampira que comenzaba a tener síntomas de debilidad a causa del hambre por no haber ingerido más sangre además de la de Bernadotte no era una increíble mezcla. En pocas palabras, el trío estaba perdido si Victoria no se alimentaba adecuadamente.

Y así, los tres se fueron sin rumbo alguno. Louis no apartaba la vista del supuesto general el cual ya había desprestigiado ese honorable rango, se dejó llevar por el miedo y ahora su ama se encontraba en peligro, muy posiblemente.

Tenía en sus planes ser cruel con Jayden, hacer comentarios que le recordaran la estupidez que cometió, obligarlo a buscar un lugar para dormir, darle de su sangre a Seras para que se fortaleciera, en su mente ya le tenía un itinerario completo, una agenda apretada. Sin embargo, no estaba tomando en cuenta la estabilidad de Jayden. El hombre treintañero se enojó de sobremanera con su persona, tanto como se enojaron Louis y Seras.

Sí sintió la culpa, la razón de sus lágrimas fue la impotencia de no poder evitarlo. Quiso, lo intentó desde el fondo de su corazón, pero algo que no comprendía lo obligaba a seguir conduciendo... Eran los poderes de Alucard, tenía control completo sobre él, por culpa de su pobre alma terminaron extraviados.

Se le iba a salir el corazón de lo rápido que latía, se iba a caer de tanto que temblaba, sus ojos quedarían secos luego de tanto llorar. Y ahí, en medio del pastizal por el que caminaban, sacó su arma de mano.

—Alímentate, Seras. –fueron sus últimas palabras antes de disparar a su cabeza y volarse los sesos dándose una muerte instantánea.

El estruendo de la bala captó las miradas de los sirvientes, los dos voltearon sincronizados al cadáver sin vida de Jayden, vaya sorpresa inesperada, lo último que podían necesitar.

Seras cayó hincada de la impresión y se aproximó al cuerpo de quien fue el general, gritando de desesperación. Louis no titubeó, fue a darle el consuelo a la rubia, abrazándola de lado, frotando su mano contra el hombro de la joven. Todo se estaba poniendo más jodido conforme avanzaban los minutos, ya estaban perdidos pero sin Jayden era aún más difícil poder identificar la ruta de vuelta a casa. El hombre no era amado por Louis, así que su fallecimiento no le afectó tanto como a la chica policía.

Era debatible si ella lloraba por Jayden o por sentir que no hizo lo suficiente por protegerse a ella y al mayordomo.

Lidiando con llevarse el cadáver, caminaron a donde ellos creyeron que podían estar a salvo, o bueno, donde podían idear algo por hacer. Seras no se ofreció a llevar a Louis volando con sus poderes, sería ridículo intentarlo a sabiendas que caería en cuanto avanzara unos metros. Seguramente Bernadotte estaba enojado en su interior, esa no era la chica fuerte que él conoció. Su pelea consigo misma la dejaría para después.

Agradecieron a Dios por ponerle una casa abandonada. Para situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Entraron rápidamente, Seras llevando el cuerpo de Jayden cargando, con un rastro de sangre tras de ellos, sangre que caía desde la cabeza del general -o lo que quedaba de ella-. Les servía como señuelo para volver al vehículo que abandonaron atrás.

—El amanecer no tardará en llegar, señorita Victoria... Le pido que por favor... –antes de poder decir toda su frase, Seras cayó al piso rendida por el sueño y el cansancio en su cuerpo.

Louis supo que ella estaba debilitada y si no consumía sangre rápido, sería peor para ambos y volver se complicaría más de lo que ya era.

Sólo quedaba rezarle a Dios por que Integra estuviese bien en su hogar y que las suposiciones contra Alucard fuesen mentira.

She's not mine [AluGra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora