Cap. 4 | Opiniones divididas.

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Tras esa plática nocturna entre el vampiro y la humana, todo regresó a la normalidad. El comportamiento de la arma más peligrosa de Hellsing no fue extraña de ahí en adelante, se sintió como perder un peso de encima para la líder, un peso del que no tenía conocimiento. Podían cruzar palabras cada que podían debido a la apretada agenda de la ama, poco tiempo le sobraba al día y Alucard no estaba detrás de ella por órdenes de ella misma; sus horarios simplemente no coincidían en la mayoría de veces.

Las semanas han pasado e Integra no dejó de encontrarse con Sir Kennedy en su mansión. Más allá de cerrar negocios, la morena tenía genuinas intenciones de asistir a la residencia de Vincent con propósitos más casuales tales como una comida, una tarde de plática, intimar más y ser más cercanos. Se logró, el par ya se tenía cierto grado de confianza mutua.

Integra tenía mejor humor, era más común verla sonriendo a comparación de meses pasados.

La señora Hellsing llegaba tirando flores a su hogar cada que salía a visitarlo -no literalmente- y Seras Victoria tenía un ojo sobre ella; ¿Qué pasaba? La organización no se descuidó, sus pendientes con la reina tampoco y aún así su líder tenía tiempo suficiente para encontrarse con ese hombre. Las palabras de Alucard llegaron a su mente, Integra era una mujer fuerte capaz de tener todo bajo control y en plena paz.

En uno de esos días donde Integra estaba ausente, Seras fue en busca del mayordomo, encontrándolo en el jardín regando las plantas que su ama le pidió plantar en macetas. Se trataban de flores que Sir Kennedy le regaló, todas alineadas en una hilera donde el sol lograra darles.

—¡Louis! –le llamó la vampira. —Al fin lo encuentro.

—¿Necesita algo, señorita Victoria? –respondió el mayor y amablemente le sonrió cesando con sus tareas.

—¿Ya terminó? Quería hablarle de algo... O bien, preguntarle algo. –el mayordomo asintió a su pregunta y se llevó consigo su regadera de boquilla larga.

Ya en el interior de la mansión, el hombre fue a guardar todos sus instrumentos de jardinería, Seras le esperó en la cocina. Por la hora que era, seguramente Louis iría en esa dirección para preparar la comida de la tarde.
Acertó, el hombre de ojos avellana dió a ese lugar sorprendiéndose de reencontrarse con la rubia.

—Creí que ya no deseaba hablar conmigo. –dijo arremangando su camisa hasta los codos y cambiando sus guantes de la organización por unos de plástico desechables.

—Sí quiero hacerlo... Verá, he notado ciertos comportamientos raros en Sir Integra... –Louis, que ya estaba sacando los ingredientes, se quedó quieto, poniendo nerviosa a Seras.

¿Estaba mal hablar de eso?

El mayordomo, sin decir algo, sacó lo que necesitaba para cocinar una deliciosa lasaña bajo la previa aprobación de su ama, dejó todo a un lado y se pasó a la barra de la cocina, poniendo ahí los cuchillos, ingredientes y tabla para picar.

Seras interpretó ese silencio como un «continúa».

—Sir Integra... No deja de visitar al señor Kennedy. Yo la conozco de más tiempo que usted y en lo personal me parece muy extraño, en todo este tiempo nunca se interesó por hacerse de amigos cercanos, muchos menos visitar a menudo una casa. –el mayordomo suspiró. Creyó que se trataba de algo más serio, así que las palabras de la joven le hicieron sentirse aliviado.

—Tengo entendido que usted la conoce hace menos de un año, ¿No es así, señorita Victoria? –pausó, Seras asintió. —Es más de lo que yo la conozco pero eso no le da el derecho de cuestionar el actuar de nuestra ama, es su vida y nosotros no tenemos porqué ponerle en duda lo que haga.

Victoria se sintió regañada. Sus comentarios iban más allá de criticar lo que Integra hacía, si tuviera que ponerle un nombre a lo que creía, sería sin duda un «sexto sentido», algo estaba fuera de lugar.

—¡Eso lo sé! –dijo alzando ligeramente la voz. —Pero Integra...

—Ya escuchaste al mayordomo, chica policía... –la voz de un tercero apareció en la cocina. Atravesando las paredes, Alucard miró fijamente a la vampiresa. —No deberías hablar sobre tu amo a sus espaldas, menos si es con el fin de menospreciar lo que hace.

Ambos la estaban malinterpretando, ansiaba por respuestas a sus preguntas pero nadie parecía querer escucharla. Se decidió por quedarse callada y bajar la vista.

—Lo siento, maestro... Lo siento, Louis... No estaba criticando a Sir Integra, es sólo que... –volvió a levantar la mirada, recorrió los ojos de sus dos mayores antes de proseguir; no lucían molestos. —Sir Integra parece estar muy interesada en el señor Kennedy, yo creí... O creo que tiene alguna clase de interés romántico hacia él.

El vampiro no se aguantó, se rió a carcajadas del comentario de Seras, le produjo fruncir el ceño sintiéndose impotente; no bromeaba, no encontraba la gracia. Suspiró y como una niña berrinchuda se fue de la cocina sin rumbo fijo, sólo caminó por los pasillos de la mansión calmando su estado de ánimo hasta que dió a la biblioteca inconscientemente. Era su lugar favorito después de todo.

Soltó un suspiro y fue a por el libro que leía en sus tiempos libres, tomando asiento en una de las mesas de madera que habían allí. Para su sorpresa, su maestro la observaba desde una esquina, ella lo miró en cuanto lo notó.

—¿Qué sucede, maestro? –cuestionó ella cerrando el libro.

—No sé qué es lo que te llevó a deducir que nuestra ama tiene un interés romántico... –Alucard se fue aproximando a Seras, deteniéndose al estar justo enfrente. —Sin embargo, no me agrada que ella desperdicie tanto tiempo con ese hombre... Kennedy. Le agradezco por haberme regresado mis armas pero creo que es un abuso quitarnos a nuestra ama todos los días, ¿No es así?

Seras negó.

—Realmente no me molesta que Sir Integra salga con Kennedy... Repito, lo que dije en la cocina no tenía tintes de crítica, sólo quería saber si alguno compartía opinión conmigo. –leyó el título de la novela que leía: «Besar a un ángel», sonrió. —Es lindo que nuestra ama se dé la oportunidad de amar.

—¡Integra no ama a ese tipo! –Alucard golpeó la superficie de la mesa, Seras dió un brinco del susto. La voz firme del vampiro le hacía temblar. —Ella no lo ama, Integra siempre ha puesto el trabajo como prioridad y lo seguirá haciendo en nombre de sus antecesores... Es Kennedy, no me fío de él.

La vampiresa se salió de casillas, contadas eran las veces en las que su maestro se mostraba tan enojado, pero, sin necesidad de pensarlo, era la primera vez que él se molestaba por algo tan insignificante como el que su ama estuviese enamorada de un hombre. El ex-conde notó la reacción de su aprendiz y, tranquilizando su reciente mal carácter, se dió la vuelta dispuesto a retirarse.

—Investiga más sobre ellos y cuéntamelo, chica policía. –abrió la puerta de la biblioteca. —Cuento contigo.

La joven tenía tanto por procesar. Una charla tan corta le dejó tan confundida y temerosa de abrir la boca, callaría a Integra todo lo referente a lo que vió hacer y decir de su maestro. Le costó conseguir la paz con la que comenzó su lectura, pero al final pudo retomar ese calmado hábito.

En lo más bajo de la casona, Alucard dudaba de sí mismo y buscaba excusar sus palabras y acciones. No, no tuvo motivos para alzar la voz y salirse de quicio... ¿O si?

¿Los amoríos de su ama eran de su incumbencia y por eso afectaban su estado de ánimo?

Trató de convencerse que eso no era así, sin embargo, nuevamente no pudo coincidir con su ama. Ya había caído la madrugada, seguramente ella llegaría hasta más tarde y el ex-conde, a pesar de ser un amante de la noche, no le molestaría, menos ahora que estaba sensible al enojo.

Imaginarse escuchando a Integra platicarle sobre su día con Kennedy le hervía la sangre.

Y no entendía el motivo de ese pensamiento.

She's not mine [AluGra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora