Cap. 14 | Realidad deseada.

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Alucard despertó estando aún en la cama de Integra. Lo primero que vió fue el amplio techo color blanco de la habitación ajena, sintiendo una cálida temperatura envolviendo su cuerpo; eran las sábanas, estaba cubierto con ellas.

Confundido miró a sus alrededores buscando la figura de su amada, ¿Había funcionado? Lo quería averiguar, pero no la encontró, estaba completamente solo en la pieza. Con esa misma confusión se levantó de la cama notando que sus ropas eran las mismas de siempre, esa misma gabardina colorada, hasta sus lentes anaranjados seguían puestos en sus ojos.

¿Cómo terminó en esa situación?

Quería salir de ese lugar, pero cuando se dirigió a la puerta, esta se abrió asustando ligeramente al ex-conde. Era Integra la que entró sin avisar, llevaba consigo una bandeja de comida, o bueno, un par de platos con bolsas de sangre en ellas.

—Cariño, te traje el desayuno a la cama, ¿Qué haces despierto? -Alucard se extrañó, ¿Por qué le llamó así?

Recordando su atentado de la noche anterior, la miró a los ojos. El color de sus iris ya no era el azul cielo que tanto la caracterizaba, ahora era rojo vivo al igual que los de él. El vampiro sonrió; había funcionado.

—Buenos días, condesa. -le respondió y cumpliendo con los caprichos de su amada se fue a recostar a la cama, ahora con su querida a un costado suyo.

Cuando le mordió el cuello imaginaba que al llegar el día Louis y Seras junto con los demás empleados de Hellsing estarían apuntándole con todas las armas existentes y por existir, pero no era así, no había más ruido que el que ellos mismos generaban. Le extrañaba, pero no le molestaba para nada.

Miró de reojo a Integra a la hora de desayunar, tenía curiosidad de verla bebiendo sangre tal como él y su aprendiz. Esperó con ansias preparándose para burlarse al ver algún gesto de asco o de miedo por parte de su ama, pero en cambio obtuvo una reacción totalmente inadecuada.

La rubia tragó toda la sangre con gula, la bebió por completo haciendo ruidos exagerados al tragar, eso sin mencionar que no tenía cuidado de no manchar su ropa o las sábanas que deslumbraban un hermoso color blanco hasta hace unos instantes.

¿Qué había sido eso? El apetito del vampiro se fue de repente.

—¿Te lo vas a comer? -cuestionó Hellsing a lo que Alucard negó. En un dos por tres la sangre que le correspondía al varón había sido bebida por Integra también.

Su ropa se manchó de carmesí, la cama también, era un desastre... Y a ella no le importaba.

—¿Qué te ocurre, mi conde? -llamó la británica a lo que Alucard se giró a verla, aún confuso por lo recién ocurrido. —Me acabas de decir que no la querías, ¿Te arrepentiste? ¿Tienes hambre?

—No es eso, Integra. -interrumpió él. —No tengo hambre.

—¡Vamos, sólo dime si tienes ganas de comer! -la mujer rió, acercando su cuerpo al del vampiro. —No me molestaría sacrificar a toda mi gente con tal de que comas, ¿Recuerdas a Louis? Esta sangre es de él.

—¡¿Qué?! -exclamó Alucard inmediatamente después de oírla. —¿Acaso el mayordomo está muerto?

—Está muerto, sí. -respondió ella sin arrepentimiento en sus palabras o en su rostro. —Pensé que te molestaba su presencia, así que me deshice de él... Tranquilo, aún tenemos mucha sangre de ese anciano para que puedas comer.

Asqueado por sus comentarios, el nosferatu se puso de pie y se alejó algunos pasos de la cama a la vez que miraba a Integra con el ceño fruncido y los labios torcidos a modo de disgusto. Esa no era la mujer que conocía y a la que había convertido en una vampira, ¿Quién era esa impostora que le había llamado cariño?

—¿Qué pasa, mi conde? –

—¡Cállate, cállate! –gritó el pelinegro, huyendo casi al instante.

No corría, caminaba a paso rápido por los largos pasillos de la mansión Hellsing. Cada tanto miraba hacia atrás esperando que la rubia no le estuviera siguiendo, pero igual terminó encontrándose con ella, aparentemente se había teletransportado frente al cuerpo de Alucard haciendo que los dos chocaran. Ninguno cayó ni se tambaleó, era de esperarse, Integra ya no poseía fuerza humana.

El nosferatu había vivido mucho, había pasado por muchas situaciones, había hecho muchas cosas cuestionables, conoció a miles, millones de personas, pero jamás, jamás se había arrepentido tanto por lo que había hecho como en esos instantes, esa mirada de Integra ya no le gustaba, esa mujer frente a sus ojos no era la mujer por la que se había dejado llevar por la locura y obsesión al grado de convertirla sin su consentimiento, no, no era ella.

¿Dónde había quedado su ama de la que estaba perdidamente enamorado?

Se dejó caer sobre sus rodillas sintiendo una gran impotencia crecer en su ser, bajó la mirada y llevó las dos palmas de sus manos a sus ojos, cuando menos lo supo ya se encontraba llorando lágrimas de color carmesí, totalmente arrepentido de sus actos.

Quería creer que todo se trataba de una mala broma, Integra no era así, Integra no actuaba como... No actuaba como Alucard.

—¿Por qué lloras, cobarde? –preguntó la líder de Hellsing. —¿No soy lo que querías que fuera, pequeño monstruo?

—Esta no eres tú... –replicó el ex-conde. —¿Dónde...? ¿Dónde la dejaste?

La fémina se rió a carcajadas ante esa pregunta. La risa que resonó por todo el pasillo provocaba un extraño e irritante dolor de oídos en el vampiro, cada cosa que ella hacía o decía se sentía muy impropio de ella.

—Tienes razón, no soy yo. –continuó Integra. —Así que... Despierta.

Oscuridad.

El color negro se adueñó de la escena incluso si Alucard no se estaba cubriendo los ojos, luego vió frente a él a Louis de pie en el sótano de la mansión.

—Por fin despertaste. –dijo el hombre mayor. —Sir Integra quiere hablar contigo de inmediato, lo que quisiste hacer ayer en la noche la molestó.

—¿Qué...? –murmuró el pelinegro. —¿Qué pasó?

—Quisiste convertir a nuestra ama en un vampiro, Alucard. –el mencionado comenzó a mirar a todos lados, tal parecía que ya no estaba soñando, pero sus mejillas se seguían sintiendo húmedas. —Pareces confundido... Pudimos neutralizarte y traerte hasta acá antes de que le hicieras daño a Sir Integra.

—¿Y para qué me quiere? –cuestionó el nosferatu mientras se secaba las lágrimas que manchaban sus pálidas mejillas.

—Ya lo verás. –añadió Louis, acto seguido le dió la espalda al contrario y se retiró del sótano tirando fuego de lo molesto que estaba.

No le dijo directamente lo que harían con él, pero Alucard ya lo sabía bien.

She's not mine [AluGra]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora