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C.3: El vuelo de los amantes
Palabras: 4300
Advertencias: sueños subidos de tono, adrenalina máxima, tensión sexual.
Comentarios míos: Capitulo tres y bien intenso para comenzar. Esta niña y sus sueños UFFF, alguien tírele agua bendita. Se nos vienen los problemas para Daemon aka mama osa Lady Rhea dará muchas indirectas para molestarlo.
Runestone, the Vale
98 d.C
Nuevamente se encontraba en Dragon Pit.
La gran diferencia, era que ahora estaba cerca de un desconocido dragón que dormitaba en un sueño profundo. El ambiente en el lugar era caluroso, por la temperatura elevada que emanaban las respiraciones de los dragones. El vaho de humo salía de la nariz de uno, pero no podía reconocerlo.
Sin embargo, las desconocidas ásperas manos en sus brazos la hicieron dar un respingo. Sabía a quién pertenecían aquellas manos, pero no esperaba a que nuevamente ambos se encontraran allí. A oscuras. Dejo que las manos del conocido recorrieran sus brazos, pasando por sus hombros y clavículas, en delicados toques que le sacaron varios jadeos suaves.
Los labios del príncipe se posaron en su cuello, húmedos y calientes, una mezcla increíble que la hizo cerrar sus ojos y olvidarse de donde estaba. Fue volteada sin previo aviso, asustándola al sentir escamas a través de su vestido ¿Acaso el príncipe la había apoyado en su dragón?
– Tranquila, Caraxes no te hará nada –murmuró ronco, poniéndola nerviosa.
– Mi príncipe, creo que este no es un lugar adecuado para...
Fue interrumpida por los deseosos besos del joven peliblanco. Su experta lengua ingreso en su boca sin previo aviso, comenzando una lucha en la que él era el vencedor. Quien llevaba la delantera con su dominancia y fiereza. El ambiente comenzaba a aumentar su temperatura, podía sentir el calor emanando por la ropa del príncipe. Ardiente, atrayente, llamativa.
Deseaba más de él. Mucho más.
Pasó sus manos por los fuertes brazos del contrario, besándose con ansias de continuar su travesura. Las manos de Daemon se posaron en su cintura, afirmando con fuerza, sacándole un gemido ahogado. Su toque era atrevido, lo que le gustaba de una manera increíble. Quería que la tomara con fuerza, que la hiciera gritar su nombre hasta perder el conocimiento, que todos en King's Landing se enteraran que él era aquel hombre que la acariciaba y poseía.
