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La noche siguiente, Jennie observó a Jisoo entrar en el bar, que estaba vacío porque todavía no había abierto. Caminaba con pasos decididos y una expresión que parecía decir cuidado con provocarme.

Jennie sonrió, porque eso era precisamente lo que quería hacer, aunque sabía que debía actuar con cautela. Jamás un beso la había excitado como el de la noche anterior, ni la había mantenido despierta y dura como el acero. Nunca una cacería le había resultado tan apasionante. Quizá porque era una situación en la que no se había encontrado tampoco hasta ese momento.

Observó atentamente a Jisoo para ver cómo reaccionaba al verla, y su gesto impasible le dio más información que cualquier expresión de sorpresa o desagrado. Que tuviera que esforzarse tanto para disimular solo podía significar que la emoción que sentía era igualmente fuerte. Como le sucedía a ella, con la diferencia de que no tenía la menor intención de ocultarlo. A Jennie le gustaba pasarlo bien y ser directa.

–Hola, cariño –la saludó confiando en hacerla reaccionar.

Jisoo esperó a llegar a la barra para contestar –¿Te has olvidado de mi nombre? Soy Jisoo –dijo con sorna– Desconfío de las personas que usan expresiones cariñosas. Sospecho que es porque no recuerdan el nombre de la mujer con la que están –dijo ella pasando al otro lado de la barra. Al ver la sonrisa de Jennie añadió– Te ha pasado en más de una ocasión, ¿verdad?

Tenía razón, pero Jennie no estaba dispuesta a admitirlo, y se limitó a observar, desilusionada, cómo el trasero de Jisoo, enfundado en unos ceñidos vaqueros, desaparecía tras el delantal.

–Todavía no hemos abierto, así que no puedo servirte nada –dijo Jisoo.

–Da lo mismo –dijo Kim, indicando un vaso a medias– Me ha atendido tu jefe. He venido para hablar con él de la fiesta. ¿Te parece bien el sábado de dentro de quince días?

Jisoo se mordisqueó el labio y frunció el ceño.

–Tengo que hablar con Jimin. Esa noche trabajo.

–Ya está arreglado. Vendrás como invitada, no como camarera –al ver que Jisoo mantenía el gesto contrariado añadió– ¿No vas a tomarte una noche libre por tu mejor amiga?

–Claro que sí.

–Entonces, ¿Cuál es el problema?

–Que no tendrías por qué haberlo resuelto tú –dijo Jisoo clavando sus
ojos en ella con una frialdad que Jennie empezaba a encontrar frustrante.

¿Qué le molestaba? ¿Qué se hubiera entrometido?

–Lo he hecho por ayudar –dijo con sinceridad– Quería que a tu jefe le quedara claro que esa noche no podía contar contigo, y que si para ello tenía que contratar personal extra, yo estaba dispuesta a pagar.

–¡Qué encanto! –se burló Jisoo, pero de pronto pareció más preocupada que molesta y continuó– Estando tan cerca de las Navidades, vas a tener que darte prisa para que los invitados se reserven esa noche.

–De eso no te preocupes.

Jennie sabía que la gente aparecía donde había comida y bebida gratis.

–Tendrás que preparar las invitaciones –añadió Jisoo colocando sobre la barra una bandeja del friegaplatos y poniéndose a vaciarla.

Jennie sonrió. Tanta eficiencia solo podía significar que estaba nerviosa –¿No basta con que envíe un mensaje de texto?

–¿Quieres que venga cualquiera y se beba el bar? –preguntó mirándolo fijamente– Como mínimo, tienes que hacer una lista de invitados y dejarla en la puerta para restringir la entrada. Pero lo mejor sería que hicieras invitaciones formales.

Jodido Bikini - JensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora