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–¡No comprendes que no quiero tu dinero! –gritó Jisoo– Quiero todo lo demás... tu amor y tu apoyo emocional, no económico. Tu fuerza, tu humor, todo lo que te hace maravillosa. Te amo, y solo quiero que me ames.

Jennie la miró perpleja.

–¿Por qué no me los has dicho nunca? Nunca me lo has demostrado. Te daba vergüenza desearme.

–Eso no es verdad. ¿Qué querías que hiciera? Jamás has estado con una mujer más de una semana. Tenía que protegerme a mí misma. No podía pensar en ello más que como una fantasía que acabaría pronto.

Jennie la miró, inmóvil –¿Qué crees que siento por ti?

–Lujuria.

–Desde luego que sí –Jennie dio un paso hacia ella– Pero aunque ahora mismo estoy enfadada, también siento admiración y respeto. Y por encima de todo, amor.

Jisoo ladeó al cabeza y esta le alzó el rostro para que la mirara a los ojos.

–¿Por qué crees que quiero dártelo todo? Porque te quiero más de lo que he querido nunca a nadie.

–Jennie –susurró ella.

–¿No entiendes que soy la persona adecuada para ayudarte con tus estudios? ¿No sería más fácil sabiendo que puedes hacer conmigo lo que quieras una vez hayas acabado de estudiar, y que podemos estar juntas tanto como queramos?

A Jisoo le costaba creerlo.

Jennie masculló algo ininteligible y, abrazándola, la besó como si fuera la única manera de convencerla. Y Jisoo anhelaba dejarse convencer y sentirse segura en sus brazos.

–¿De verdad tengo que regalar todo mi dinero? –preguntó ella– ¿Si fuera un estudiante pobre lo compartirías todo conmigo?

–Desde luego. Pero no lo eres. Por eso es una situación tan desequilibrada –dijo Jisoo con un suspiro de tristeza.

–Pero eso solo es temporal. En un par de años, te habrás licenciado y tendrás un buen salario con el que podrás proporcionarme el estilo de vida al que estoy acostumbrada.

Jisoo soltó una carcajada –¿Y cuál es ese estilo?

–Cenas en restaurantes caros cada noche...

–Mejor, una ensalada en el bar de la esquina.

–Sexo todas las noches...

–Y cada mañana.

–También –Jennie la besó de nuevo– Por cierto, tenías razón. Hago mi trabajo porque me hace sentir mejor persona. Me gusta ayudar a chicos desfavorecidos porque me reconcilia con el mundo. Así que no debo ser tan mala persona –Jennie suspiró– Pero tampoco soy buena del todo. No quiero sentirme demasiado próximo a nadie, y me oculto tras una fachada. Porque como tú, odio el fracaso. Cuando descubrí que la relación de mis padres era una farsa, juré que nunca me casaría, y que no tendría hijos para no fallarles. Ya no tengo opción, cariño. No me interesa nadie más. Quiero que lo nuestro funcione. Me haces mejor persona.

–Yo tampoco soy perfecta.

–Nadie lo es. Pero tú te esfuerzas tanto que vas a matarte. Y no necesitas ser siempre la mejor. Si fracasaras, te querría igual. ¿Lo comprendes? Te amaré pase lo que pase.

Jisoo abrió los ojos desmesuradamente al comprender finalmente la profundidad del amor que Jennie sentía por ella.

–Eres un ser humano maravilloso –continuó Jennie.

–No es verdad –gimió Jisoo– Contigo me había dado por vencida porque estaba aterrorizada. No estaba dispuesta a cambiar mis prioridades por temor a descubrir que tú solo querías pasarlo bien una temporada.

–Y lo hemos pasado maravillosamente –dijo Jennie sonriendo– Pero podemos pasarlo aún mejor si me das una oportunidad.

Jennie estaba ante ella, desnudando su alma, haciéndole una oferta que Jisoo no podía rechazar.

Tras la máscara solo quedaba una chica genuina y cariñosa. Aunque hiciera comentarios arrogantes, como si se creyera una bendición para el resto del mundo, en el fondo era una mujer con las inseguridades de cualquier otro ser humano. A pesar del dinero y del éxito, seguía
dudando que alguien pudiera quererla por quien verdaderamente era. Por la mujer a la que ella amaba.

–Solo te necesito a ti –contestó ella.

Y Jennie necesitaba alguien a quien solo le importara ella en esencia. Afortunadamente, esa persona era Jisoo.

Ella se abrazó a su cuello y le ofreció los labios para que la besara.

–Tienes que ir a acabar tu turno –dijo Jennie.

–Así es –dijo Jisoo– ¿Me esperarás?

–Siempre.

   

    

–Haremos sesiones de dos horas –dijo Jennie al día siguiente, después de desayunar– Dos horas de estudio y dos horas de sexo.

–¿Llamas a eso encontrar el equilibrio? –preguntó Jisoo, sarcástica.

–Desde luego –contestó con toda solemnidad– Siempre que lo cumplamos las veinticuatro horas del día.

Jisoo rió –¡Qué gran equilibrio!

–No tiene sentido que vayamos en contra de nuestra naturaleza, ¿no crees? –Jennie le guiñó un ojo– Por el momento, yo tengo que ocuparme de la jurisprudencia y la cafeína; luego, me dedicaré al servicio de masajes.

–¿Servicio de masajes?

–Por dentro y por fuera –dijo Jennie con una sonrisa sensual.

Jisoo sintió sus músculos internos contraerse.

–Quizá deberíamos cambiar el orden de las actividades.

–No, cariño. Primero el trabajo y luego el placer –dijo Jennie. Y se colocó en el extremo opuesto del escritorio, delante del ordenador.

Ella se sentó a su vez y se colocó delante una pila de papeles –Más te vale que el placer compense esta tortura –masculló.

–Jisoo –dijo Kim con voz aterciopelada– Te aseguro que va a ser espectacular.

Y lo fue.

    

     

    

    

   

              

                    

                        

                       

                   

                          

                     

                

                  

                    

FIN.

Jodido Bikini - JensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora