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-¿Qué haces? -oyó que Jennie le preguntaba cuando se acercaba de
puntillas a la puerta.

Jisoo dio vuelta y al verla en aquel diminuto short, descalza y con el abdomen desnudo, sintió un intenso calor interior.

-No puedo trabajar aquí -dijo con un patético hilo de voz.

Jennie se cruzó de brazos y el abdomen se le marcó. No era justo que tuviera un cuerpo tan perfecto.

-Estabas yéndote a escondidas.

-No quería despertarte.

-¿Cómo piensas volver a casa?

-Andando. - respondió Jisoo impaciente

-Son más de las dos.

-Siempre vuelvo del bar andando.

-Llévate mi coche

-Eres muy amable, pero no, gracias.

-¿Por qué te cuesta tanto aceptar ayuda? -preguntó Jennie con un resplandor.

En lugar de contestar a esa pregunta, Jisoo explicó -No tengo el permiso.

Jennie la miró boquiabierta -Todo el mundo sabe conducir. ¿Tu padre no te enseñó?

Su padre tampoco conducía desde que el accidente en la fábrica le
había dejado medio cuerpo paralizado. Desde entonces, vivían de una modesta pensión en una casa húmeda, en un barrio feo y cada día más peligroso. Y dependía de ella que las circunstancias cambiaran.

-Lo habría hecho si tuviera coche -dijo bruscamente.

-Te llevo yo -dijo Jennie, volviendo al dormitorio.

-No hace falta, de verdad -protestó. Jennie ya había hecho más que suficiente.

Jennie volvió en un torero y con una camiseta en la mano.

-Es demasiado tarde y voy a llevarte a casa -dijo ella con firmeza.

Jisoo rezó para que se pusiera la camiseta cuanto antes. Llevaba teniendo unas fantasías tan tórridas que temía volverse loca. Pero Jennie interpretó su expresión de impaciencia erróneamente.

-No admito discusiones -dijo. Y ordenó- Al coche.

Jisoo notó, horrorizada, que se le humedecían los ojos. Llevaba tiempo agotada y soportando un nivel de estrés excesivo, durmiendo poco... Pero no pensaba quejarse ni compartirlo con nadie. Y cuanto antes dejara de fantasear con Jennie, antes podría concentrarse en lo que
verdaderamente importaba.

Jennie abrió la puerta del acompañante en tensión. Para ser alguien tan independiente, que Jisoo no supiera conducir resultaba increíble. Estaba pálida, y le preocupaba todo lo que le quedaba todavía por hacer.

Jennie habría querido estrecharla en sus brazos y besarla. Nunca había deseado tanto a una mujer. ¿Cómo podía haberle afectado tanto una fotografía? Pero no era solo eso. La deseaba cada vez que abría la boca y le hablaba con severidad mientras que le devoraba con la mirada. Estaba convencida de que, si algún día acababan acostándose, la experiencia sería inolvidable.

Pero a Jisoo no le interesaba el sexo casual y ella era eso lo único que le interesaba. La dejaría en casa aquella noche y al día siguiente buscaría otra amiguita con la que jugar. Aunque la idea la dejara frío y la imagen de Jisoo ocupara su mente.

-En cuanto a la fiesta de Yunjin -dijo cuando esperaban en un semáforo- si es demasiado para ti... 

-No lo es -le interrumpió ella esforzándose por sonreír- Una vez escriba este trabajo estaré al día. Quiero ayudarte -indicó un edificio y añadió- Es aquí, a la izquierda.

Jodido Bikini - JensooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora