3. La Balada Del Boludo.

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—¡Ya estoy en casa, familia! —gritó un hombre de alta estatura al entrar a su hogar. Este sujeto llevaba una gorra en todo momento, haga frío, calor, o estén lloviendo aplanadoras.

Al entrar pudo ver en la sala a uno de sus amigos jugando con su hija al playstation.

—¿Y quién va ganando? —les preguntó.

—¡El tío Kakyoin va ganando, pero ganando una derrota! —exclamó Jolyne, hija de Jotaro, el hombre que entró a la casa.

—¡Tu hija sabe jugar muy bien, JoJo!

Jotaro sonrió y fue directo a la cocina, donde estaba su mujer hablando por teléfono.

—Sí, sí, te dejo que ya vino, después hablamos. Chau —dijo antes de cortar el teléfono—. Si te preguntas por tu comida, pasa lo siguiente, hacetelo vos.

Jotaro la miró con desprecio pero igual se encontraba feliz.

—Me pasó algo en el trabajo, quiero que vengas al living así se los cuento a todos —le mencionó, llamando la atención de su esposa haciendo que ambos fueran al living—. Apaguen la play que les tengo que contar algo.

Acto seguido Jolyne puso pausa el juego y prestó atención a lo que su padre tenía que decir. Kakyoin ahí presente también estaba escuchando.

—Hoy estaba tranquilamente en la pescadería, aburrido como siempre hasta que de la nada entra Dio.

Todos se quedaron callados unos segundos como si no fuera nada importante.

—Dio entra a la pescaderia, con sus ropas que parece prostituto y lo primero que hace es pedirme que le venda 20 kilos de merluza, yo lo miro extrañado y para colmo me quería pagar una miseria —terminó Jotaro de explicar, viendo que a nadie le interesó.

Excepto a Kakyoin.

—Disculpa que no haya dicho nada JoJo, pero, ¿No te pareció extraño? Es decir, Dio comprando pescado.

—Lo que me pareció raro es que estaba comprando, justamente él comprando. Con plata, dinero, ¿De donde lo sacó si no trabaja? —continuó el JoJo—. Y yo se lo cuestioné, a lo que me dio un folleto.

Lanzó el folleto en la mesa frente al televisor.

Más temprano esa mañana... en el Supermercado Dio.

Vanilla Ice se encontraba quejándose de que ya no quedaba más pollo, por ende, no podría vender más milanesas.

—¡Sin pollo no puedo hacer mis milanesas!

—¿Y cuanto puede valer la carne de pollo? —le preguntó Dio.

—No lo sé, pero Don Joestar lo compraba de la mejor calidad y al por mayor, así que ponele que unos 30 mil pesos te saldrían 20 kilos.

—¡La concha de la lora! —gritó Dio—. Espera, tengo una idea. Conozco a un ser miserable que vende una alternativa y a un precio muchísimo más barato.

Dicho esto, Dio salió a la calle y caminó unas ocho cuadras hasta la Pescadería Bucciarati.

El origen de esta pescadería es algo curioso, fue fundada por un tal Paolo Bucciarati en los ochenta, sin embargo y tras unos inconvenientes el dueño murió y quién la heredó fue su hijo, Bruno en el 2001, en plena crisis. Bruno al estar pendiente de "otros asuntos" no la podía atender todo el tiempo, así que buscó a un empleado digno.

Bruno quería que el empleado supiera tratar bien a los peces y tuviera buena conducta. Tras varias personas conocidas, fue a dar con un sujeto el cual en su juventud quiso estudiar biología marina, pero por azares del destino no pudo y terminó fracasado y sin un peso.

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora