4. Raros Peinados Nuevos.

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Dio estaba en el supermercado con un hielo en la cabeza recuperándose de las trompadas que Jotaro le había metido ayer. Osea, era inmortal, pero lo dejó de cama.

Para colmo, nadie lo vino a socorrer.

Ahora bien, Mariah no se había presentado al trabajo así que Kira debía suplantarla. De todas formas, él nunca se quejaba. De hecho, hablaba muy poco. No destacaba en nada.

Era un miércoles por el mediodía y la mañana por suerte había tenido muchos clientes, fácil ya habrán juntado cinco mil pesos y estaban en una tranquilidad absoluta. Eso hasta que llegó una mujer con corte de honguito y su hijo agarrado de la oreja.

—¡Señor dígame una cosa! ¿¡Usted le anda vendiendo alcohol a mi hijo!? —gritó esta mujer, la cual era la madre de Josuke.

—Sí —respondió Dio sin dudar. No iba a hacer de cómplice de nadie y Josuke se dio cuenta al ver como lo dijo sin problema.

—¿¡Y me lo dice así tranquilo!? ¿¡Usted sabe el problema que esto genera!?

—No —respondió desinteresado—. No y me chupa un huevo, vieja baqueteada.

La señora suspiró y fue que le encajó una trompada en medio de la nariz.

—¡Mamá tranquilizate!

—¡Yo no me voy a tranquilizar nada, pendejo! ¿¡Por qué me haces esto a mí, yo que siempre te cuidé, te bañé, te lavé los calzones!? —le gritaba haciendo un escándalo. Ella no esperaba que su hijo anduviera en malos pasos.

—¡La concha de su madre vieja trola! —le gritó Dio, solo para recibir otra trompada. Fue ahí que decidió no meterse más porque lo iba a boxear.

—¡Vas a ver que esto no se va a quedar así papafrita! —le gritó antes de llevarse a su hijo—. ¡Te vas a fundir, malparido!

Pucci se acercó a Dio luego de apreciar como lo cagaron a palos.

—¡Lord Dio! ¿Está bien?

—¡No boludo! ¿No viste como me cagó a trompadas esa vieja chota? Ahhh... —gemía del dolor—. Ayer Jotaro vino re caliente y me hizo pelota además de que el trolo del Kakyoin me rompió el local...

—Uuuhh —dijo Pucci, a punto de dar un sermón—. ¿Ve amo? Esto le pasa porque está haciendo las cosas mal. No le voy a reprochar, nomás le aconsejo de que vayas viendo otras formas de laburar.

—¿Cómo cuales? —preguntó Dio re enojado y dolorido.

—Como ser más considerado y más amable. Ahora esa vieja se enojó, ¿Pero sabes que podes hacer? Es ir y hacer buena letra.

—¿Pero qué me interesa a mí una vieja chota?

—No, no. Esas viejas son las que más compran cosas —dijo Pucci animandolo—. Vos andá con una pastafrola y decile que viniste a hablar con Josuke y a regalarles eso. A Josuke le hablas de que está mal, que esto, que lo otro y vas a ver como la vieja se va a disculpar. Haceme caso porque sino nos arma alto escandalo.

—¿Vos decis?

—Si vieras como andan escrachando gente como vos en las redes sociales...

Dio lo pensó un toque. Si le servía podía mantener a esa clienta y a Josuke, quién le venía comprando desde que empezó el local. No podía perder a su mejor cliente en cuanto a birras se refiere.

Solo por esto fue que le mandó un WhatsApp a Hol Horse para que la siguiera a su casa y le dijera en donde vive. La pensaba visitar.

—Se exactamente que haré ahora... Pucci necesito que me bañes en protector solar porque voy a salir —le dijo al sacerdote, el cual aceptó sin hacer queja alguna.

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora