5. Con Una Nueve.

182 23 74
                                    

Viernes.

Finalmente llegó el viernes y el fin de semana se hacía cada vez más cerca. Esa mañana Dio estaba contando todo lo que habían juntado en la semana en su oficina.

Eran las 12 del mediodía con 12 minutos. El día estaba soleado y en la radio se escuchaba a los Pibes Chorros de fondo.

Oingo atendía la caja registradora ya que andaba con la gamba hecha pelota, pero por otro lado, al menos podía descansar y Dio le dio permiso de fumarse un faso mientras atendía, así que todo bien.

—Che Oingo, disculpame pero me parece una falta de respeto fumar adentro del establecimiento —le dijo Pucci en un tono serio—. Ya se que Dio te dio permiso, pero hay un límite para todo, ¿No te parece?

—Eh callate vo' que so' gorra? —le dijo Oingo con su acento de falopero—. Mira que me re planto vite

El sacerdote lo observó con odio pero mejor siguió barriendo mientras contaba números primos. Los números primos lo re calmaban mal.

De pronto sintió un feo olor proviniendo de la carnicería, así que se acercó. Esa zona la manejaba Vanilla Ice, como era sabido, así que le tenía que preguntar el por qué del olor.

—¡Che Vanilla! ¿Y ese olor?

—Estoy aplicando la receta que me dio Lord Dio —explicó el vampiro mientras metía un pedazo de bife adentro de un barril azul.

Pucci se perturbó y juró, en nombre de Cristo, que no tocaría una carne nunca más.

Mientras el local era atendido, un chico de gorra y buzo azul entró al local. Llevaba la barriga al descubierto y tenía unos pantalones de jean.

Oingo lo reconoció apenas lo vio, era el tipo que ayer le había pegado un tiro.

—¡Hol, loco, acá está!

—¿Eh? ¿Qué decís? —le consultó el chico de buzo, solo para ser encarado por el pistolero más loco de zona sur.

—¡Eh amigo! ¿Qué te pasa con el Oingo, gil? —le preguntó mientras le apuntaba con su pistola.

El pibe de buzo se dio cuenta de quién era, así que sacó su arma y le apuntó a Hol Horse.

—Mirá gato, vamos a hacer las cosas con calma. O me das toda la guita o te re cago a tiros, una de dos —dijo Mista, apuntando su arma a la sien del chavon.

—Sos fiambre pibe —le respondió Hol Horse, cargando su revolver.

Entonces empezó un tiroteo adentro del local. Mista se cubrió detrás de una pared, mientras que Hol Horse detrás del mostrador. Los demás empleados rajaron a la mierda porque si bien tenían stands, no podían parar balas.

Bueno, Vanilla capaz que sí, pero él está ocupado lavando la carne.

—¡Dio abrí! ¡Abrí Dio! —gritaba Pucci desesperado mientras tenía a Oingo en sus brazos y golpeaba la puerta de la oficina—. ¡Abrime por favor te lo pido!

Adentro Dio estaba dormido y re duro por drogas ingeridas hace un rato, así que no iba a poder moverse de todas maneras.

Fuera del local estaba un pibe de pelos rubios subido a un auto mientras escuchaba la radio. Se trataba de Giorno Giovanna y venía con sueño a full.

—Che como tarda este Mista —se quejó—. Solo teníamos que comprar pan.

De pronto su teléfono empezó a vibrar a lo loco, lo abrió y tenía como siete audios del WhatsApp de Mista.

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora