1. La Rubia Tarada.

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—¡La concha de tu madre rubia malteñida! —gritaba Diavolo, un hombre esbelto y de pelos rosas mientras le pegaba a un rubio el cual poseía una mirada seria—. ¡Por tu culpa perdimos mucha plata! ¡Sos un pelotudo, te tendría que matar!

—¡Chúpame la pija Diavolo! —gritó Dio, el rubio al cual estaban cagando a trompadas como hace media hora—. ¡Me chupa un huevo lo que me digas! ¡Matame, matame de una vez!

Diavolo iba a asestarle un golpe más, hasta que empezó a pensar detenidamente mientras miraba fijamente a Dio. Su respiración dejó de ser tan agitada como hacía unos momentos a la par que aflojaba su mano la cual todo este tiempo estaba sosteniendo la camisa de su contrario.

Dio lo miró fijamente, con una expresión de odio, midiéndolo y pensando que hacer ante el más mínimo descuido.

De pronto, Diavolo empezó a reír descontroladamente.

—¿Qué te pasa che? —preguntó Dio—. ¿Te acordaste de la malcogida de tu vieja?

—¡Cerrá el orto vos! —le gritó Diavolo dándole una bofetada—. Pará un poco eh, que acá vos sos el que va a terminar con el culo roto.

Dio arqueó una ceja.

Diavolo sacó un revolver carmesí de su pantalón y apuntó el cañón a la cabeza del rubio, el cual lo miró fijo a los ojos morados del mafioso.

—'Cúchame una cosa pibe, acá en la familia, en Passione nos regimos por reglas, ¿Men'tendes? —pronunció el jefe con un tono más amenazante y casi susurrando—. Ma' vale que te consigas un laburo pronto porque sino te hago tus bolas en almibar.

—¿De qué me estás hablando? ¿No me ibas a matar, tano malparido?

—Te voy a dar una oportunidad —dijo el jefe, recargando el arma—. Tenes cincuenta días para conseguirme la plata que me hiciste perder. Cincuenta días para evitar que te haga boleta.

Dio tragó saliva. En ese momento, Dio sintió el más profundo terror, y no por el hecho de que le debiese dinero a Diavolo, sino por el terror que le causaba trabajar.

Dio odia laburar, por lo que para conseguir cosas suele pedirlas fiadas o directamente las roba gracias a su poder de seducción.

—Me conseguís los cien mil dólares para dentro de cincuenta días o sino te hago pelota, ¿Entendes, rubio malteñido?

—¡Pará la moto, tano hijo de puta! ¿Qué sos, exquisito? —le reclamó Dio—. ¿Con lo que está el dólar te parece que voy a...

Diavolo lo agarró con fuerza.

—¿Querés que te mate acá o querés la oportunidad de hacer algo bien en tu puta vida por primera vez? —dijo mientras le acercaba más el arma.

Dio iba a responder, pero de pronto Diavolo lo golpeó con la fuerza de su pistola.

Tiempo después despertó en el baúl de un coche, con la boca tapada y las manos y pies atados.

Empezó a pensar como fue que llegó a ese punto... quizá debía empezar por el inicio.

Todo empezó cuando consiguió un contacto que andaba metido en una mafia, entonces con su banda decidieron planificar una emboscada. Iban a encargar un montón de merca y cuando fuesen a comprarla empezarían a los tiros para quedarse con la merca y no pagar nada.

Tristemente la cagaron con los preparativos, dejando la droga inutilizable, varios heridos y mucha plata perdida.

Diavolo al enterarse de esto lo primero que hizo fue secuestrar a Dio y cagarlo bien a palos.

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora