6. Mariposas.

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Al día siguiente de haberse cagado a tiros con la banda del GioGio, el supermercado abrió como si nada y tenía un nuevo cartel que decía "Vengan de a uno Giles!!" O "Chorro que entra, chorro que muere" y más cosas amenazantes contra los criminales, como invitándolos a venir a la tienda.

Principalmente porque Dio quería volver a ver a esos pibes, en especial al "rubiecito" que ya lo tenía fichado. No sabe el por qué, pero hay algo en él que le llama poderosamente la atención.

Era sábado y mañana sabía que iba a venir el Diavolo a cobrarle el dinero, pero de todas formas, sabe que seguramente vaya a ganar.

Ese día, vino una chica a la tienda, algo raro para los muchachos, más aún que era una chica linda, hermosa se le viera por dónde se viera.

—Hola, ¿Todavía están buscando ayuda? —preguntó aquella chica—. Quiero trabajar aquí.

—Claro —respondió Dio—. Ven a mi oficina.

Ya en la oficina, Dio se sentó apoyando las patas sobre la mesa. La chica pensó que esto era extraño, pero aún así, preferiría ahorrarse problemas y obviar la situación.

—¿Nombre?

—Jolyne Kujo.

Al oír ese apellido, Dio recordó al padre de esa chica, poniendo una ligera mueca de odio.

—¿Edad?

—18 años —respondió sin titubear.

—Bueno, pasas, ¿Tienes experiencia barriendo?

—No.

—¡Perfecto!

Dio aceptó porque tener una mujer en el local quizá los haría ver menos homosexuales a todos, (Incluyendo a Mariah)

Una vez Jolyne fue presentada en el trabajo, Dio le dio las indicaciones de donde podía limpiar y donde no. Básicamente en cualquier lugar que no sea la carnicería o los cuartos de arriba, pues Dio ya estaba armando un pequeño negocio nocturno.

Mientras trabajaba, notaba como algunos empleados la miraban, aunque el más extraño fue Kira, que solo miraba a sus manos. Jolyne supuso que porque le gustaba como le quedaron las uñas que se las pintó su abuela Holy.

Por otro lado, Dio estaba en su oficina, sin camisa, abrazado con Pucci que estaba en pijama viendo la tele (Nada gay) hasta que de pronto sintió como golpeaban la puerta, así que procedió a abrirla. Era Hol Horse, que venía con buenas noticias.

—Dio, ya mandé a los pibes allanar el kiosco de la esquina, y ya secuestramos a sus dueños así no rompen las pelotas.

—Perfecto, quiero que pongas a Kenny a atender el local —respondió Dio con una sonrisa.

—¿No será mucho para él?

—Bueno, mándala también a Mariah —contestó Dio.

—¡Dale Dio que empieza el partido de Boca! —gritó Pucci.

—¡Bueno dale, deciles que digo yo, que dije que yo digo que se pongan a laburar en el kiosco! —exclamó Dio cerrando la puerta para posteriormente correr a ver la novela.

Hol Horse se dirigió hacia Mariah, que tenía una curita en la jeta por la bala que recibió ayer, pero por suerte Dio la había curado con sus poderes de vampiro metrosexual.

En cuanto a Kenny G, él fue uno de los que fue a allanar el local de la esquina, así que era cuestión de mandarle un WhatsApp.

Después de esto, las cosas en el supermercado Dio están así:

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora