9. Te Llevo Para Que Me Lleves.

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Dio despertó como siempre. Sin ganas de vivir, sin ganas de laburar y sin un sope... Aún así se levantó porque sabía que alguien tenía que despavilar y maltratar- digo, tratar con sus empleados.

Puso una canción en la radio y procedió a abrir el local. El sol entraba radiante por las puertas, pero poco importaba porque Dio usaba mucho protector solar.

Agarró un megafono y procedió a despertar a sus empleados.

—¡Levantense vagos de mierda! —gritó por el aparato. Rápidamente algunos empleados salían de adentro de los estantes, otros por debajo de las cajas registradoras y Pucci de la oficina que compartía (por alguna razón) con Dio y Vanilla.

—Señor Dio-Sama, ¿Tiene idea de si van a traer otro inspector? —le preguntó Vanilla.

—Ni la más puta idea, en fin, hoy debo saber si acaso Hol Horse me descubrió la información de la minita de ayer. Por otra parte, necesitamos hacerle más publicidad al supermercado porque nos vamos a fundir si esto sigue así.

—Ya mismo me pongo a pegar carteles, señor Dio-sama —le respondió Vanilla.

Por otra parte, Kira acababa de llegar al trabajo y como normalmente hace, saluda de la forma más sombría y luego se sienta a leer revistas mientras atiende a los clientes. Tiene cero sociabilización en el lugar, y parece que eso va a quedar así.

Dio decidió que para cambiar esto podrían incentivarlo a charlar, por lo que le pidió a Pucci que lo trate de hacer rezar o algo, mínimo para que hable.

—¡Aaaah, bueno! ¡Ustedes encarguense de laburar mientras yo me voy a echar un cago! —exclamó Dio corriendo directo al baño.

Se sentó en el trono y se puso a pensar. Filosofar, expresar cosas en su mente. Mientras escuchaba la gotera proveniente del lavabo, él pensaba. Pensaba respecto a sus decisiones, respecto a su destino, respecto al supermercado... Pero sobretodo, pensaba en su madre.

¿Qué habría hecho ella en su lugar? ¿Cómo era ella antes de conocer a su padre?

Esa incognita rondababa por la cabeza del vampiro. Siquiera... ¿Su padre alguna vez la amó? ¿Cómo eran sus abuelos?

No lo sabe, no lo sabía y...

—¡Aaaah! ¡La puta madre, quién me manda un WhatsApp cuando estoy cagando! —exclamó sacando su teléfono.

Era un mensaje de Hol Horse, en él se leían unos datos:

IP: 190.123.21.234

Nombre: Andrea Shiobana

Estado Sentimental: Casada

Hijos: 1

Vivienda: Av. Siempreviva 21

—¡Ay la puta madre, yo no le pedí que la doxxee! —exclamó escribiendole que gracias pero que no le pidió el doxeo.

Ahora tendría que terminar de cagar e ir directamente a esa vivienda.

Una vez terminó ambas actividades (y de limpiar un poco la vereda porque un tal francés traía a su perro a cagar siempre ahí, dejando una baranda inmensa) finalmente pudo llegar a la casa de esa tal señorita Shiobana.

Tocó el timbre y fue recibido por aquella mujer.

—¿¡Qué hace acá señor!? ¡Pase, pase! —exclamó mientras lo hacía pasar—. ¡Ay, no me sigas! ¡Estoy casada, lo nuestro era algo de una sola noche!

—No vine por eso, vine por qué... —sacó una tanga—. Esto se le olvidó.

La mujer vio la tanga por unos segundos.

El Supermercado Bizarro de Dio Brando.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora