Capitulo 2

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– Oye tú, el nuevo – dijo Luzu acercándose.

Samuel vio como el chico volteaba para encontrarse con el grupo de chicos a su alrededor, cada uno con huevos en sus manos. El chico se veía diminuto a su lado, no por la altura, ya que era más alto que algunos, pero sus amigos tenían el cuerpo bien formado por ser miembros del equipo de fútbol de la escuela. Vio cómo su cara se transformaba en una expresión de horror cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, vio como sus ojos achinados que hace unos segundos estaban relajados se abrían como platos, vio su boca abrirse un poco en símbolo de sorpresa, sus labios rosados partiéndose, noto como la sangre corría a sus mejillas abultadas convirtiéndolas en un color carmesí. El horario que estaba sosteniendo anteriormente cayó al suelo cuando el chico levanto sus manos para protegerse. Samuel ya había visto a varias personas entrar en pánico en una situación como está sin embargo la expresión de terror que le mostraban los ojos de este chico era nueva para él.

– Yo... tú... – el chico intento hablar pero las palabras lo traicionaron, mientras sus ojos se paseaban nerviosamente por todos los chicos que lo miraban con una sonrisa maliciosa.

– Queríamos darte la bienvenida que una persona se merece... – dijo Luzu, dando un paso hacia adelante – aquí nos preocupamos mucho por nuestros compañeros y nos queríamos asegurar... – los otros también se acercaron, incluyendo Samuel, porque eso era lo que esperaban que hiciera – de que tuvieras un buen desayuno en tu primer día. – finalizó Luzu, las esquinas de su boca arqueándose en una pequeña sonrisa.

El chico dio un pequeño paso para atrás pero se encontró con los fríos casilleros, estaba acorralado y nadie iría a rescatarlo, nadie nunca iba a rescatar a nadie en esa escuela porque nadie se atrevía a enfrentar a Samuel y sus amigos. Los maestros no les decían nada ya que la mayoría solo venía por la paga o necesitaban al equipo para que la escuela siguiera manteniendo el prestigio que se le había otorgado. El chico iba a vivir una experiencia asquerosa y nadie en ese pasillo lleno de gente haría algo para ayudarlo.

– Y porque eres nuevo – continuó Luzu, acercándose todavía más. – Tendrás el honor de conocer a nuestro líder. –

No... por favor no, pensó Samuel, Luzu lo jalo del brazo y lo colocó enfrente del chico con la mirada inquietante. Samuel sintió como su estómago se revolvía una vez más, dolorosamente.

– ­Chico nuevo, – Luzu rodeó a Samuel con el brazo y éste se estremeció demostrando su incomodidad por la situación – Conoce a Samuel de Luque, el será el encargado de darte tu primer regalo de bienvenida. –

Luzu ahora miraba a Samuel, esperando que le estrellara los huevos que tenía en la mano en su cabeza. Los ojos de los demás chicos también se posaron sobre él y sintió miradas que lo cuestionaban, preguntándose por qué no lo había hecho ya, por qué se estaba tardando tanto.  Samuel también se estaba preguntando por qué no lo había hecho ya. Él era malo, era grosero con la mayoría de las personas. Era un abusador, en verdad, aunque no lo gustará ese término, lo era. Tendría que tragarse las sensaciones que su estómago le estaba provocando y hacer lo que se supone que debe hacer.

Movió su mirada de Luzu a los demás chicos, todos dándole miradas alentadoras. Samuel miró al chico, sus pequeños ojos lo miraban nervioso, su mirada le estaba rogando que no lo hiciera, sus mejillas se tornaban cada vez más rojas. Pero él lo debía hacer, no tenía opción, y si la tuviera, aun lo haría... ¿verdad?

Samuel aparto su mirada de los ojos llenos de terror del chico y sonrió maliciosamente, levantando su mano hasta la cabeza del chico y aplastándola, sintiendo el huevo escurrirse por sus dedos y viendo como caía sobre la cabellera negra del chico – bienvenido, espero tu estancia aquí sea... placentera. – dijo con una risa malvada.

Los demás chicos al ver esto estallaron en carcajadas y le lanzaron los huevos que sobraban. El chico se recargo sobre su casillero, asqueado y se deslizo hasta quedar casi sentado en el piso, abrazó sus piernas y enterró su rostro sobre éstas.

– Habrá más sorpresas de donde esa vino. – Le dijo Luzu mientras le estrellaba el último huevo en la cabeza. Los chicos comenzaron a caminar mientras reían ruidosamente, Luzu dirigiéndolos.

Samuel camino con sus amigos hasta que estaban cerca de llegar a sus respectivos salones de clases, luego uso la excusa de que había olvidado algo en su casillero. Corrió hacía a el y lo abrió, pretendiendo que buscaba algo, mientras que de reojo miraba al chico, aun se hallaba en el piso, rodeado de cascarones y liquido amarillo. Llorando.

El chico se puso de pie, con mucho cuidado, su cuerpo tieso por el huevo. Samuel miró como azotó la puerta de su casillero con un fuerte gruñido y se encamino hacía el baño.

Samuel esperó a que el chico desapareciera por completo y que el pasillo quedara desértico y se dirigió hacía el casillero del chico. En el piso vio algo que le llamo la atención, el horario que el chico estaba mirando antes de... pues, antes de lo sucedido. Samuel se hincó y lo tomo, asqueado por las manchas amarillentas que había adquirido el papel y observo que en la esquina había una pequeña foto. A pesar de que era algo difícil ver por las manchas que causo la yema, la foto era el chico indiscutiblemente. Samuel puedo notar los ojos achinados y las mejillas abultadas. Sus labios delgados y rosados y una expresión de incomodidad. Samuel desvió su mirada al lado de la foto, en busca de un nombre.

Guillermo Diaz.

Sideways - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora