Capítulo 11

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– No voy a conocer a tu padre, Díaz, – Samuel negó con la cabeza. – No me interesa si es parte de los términos para que no digas nada, no lo haré.

Había tomado una ducha en el baño de Guillermo y cuando volvió a entrar a su cuarto se dio cuenta de cómo estaba decorado, parecía sacado de esas revistas de diseños de interiores.

– ¿Por qué eres tan cabrón, Samuel? – le dijo Guillermo, cruzando sus brazos y frunciendo el ceño. – Solo quiere saber quién fue el que paso la noche en el cuarto de su hijo, solo eso.

Samuel negó con la cabeza de nuevo, el otro chico lo estaba convenciendo y Samuel quería, necesitaba, gritar. No lograba entender todo lo que había sucedido, o el por qué había sucedido o por qué él quería que sucediera.

– No lo hare.

– Entonces el subirá.

Samuel gruñó y Guillermo lo alzo una ceja. El jugador en verdad no quería conocer al padre de Guillermo y menos en la habitación donde... hicieron lo que hicieron.

– Dios, está bien, – dijo con tono de voz molesto. – Desayunare con los Díaz, ¿feliz?

Guillermo sonrió, provocando que Samuel se sonrojara, luego se dirigieron a la salida del cuarto.

– Espera, – dijo el jugador antes de que bajaran las escaleras. – quiero pedirte algo.

– No creo que estés en condiciones de pedirme cosas, Samuel, – dijo Guillermo, con una sonrisa.

Samuel iba a protestar y Guillermo simplemente negó con la cabeza y río suavemente.

– Es broma, dije que no le diría a nadie, ¿cierto?, – le aseguro el chico nuevo. – dime que necesitas rápido, antes de que mi padre se vaya a trabajar.

Samuel lo pensó por un momento. Le quería pedir que nunca jamás hablarán de lo que había sucedido entre ellos pero tal vez el después iba a necesitar hablarlo, tal vez algún día lo iba a requerir. Así que simplemente bajo las escaleras, adelantándosele a Guillermo.

– Olvídalo, – dijo, con voz que denotaba derrota. – vamos, debemos apurarnos.

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– Así que, Samuel, – dijo el padre de Guillermo una vez que todos estaban sentados en la mesa de la cocina. Guillermo comía un plato de frutas mientras que Samuel comía cereal. – Guillermo me comenta que están haciendo un tipo de tarea juntos.

– Es un proyecto, papá, – corrigió Guillermo.

– Cierto, proyecto. ¿Cómo va eso? – el padre del chico dirigió su mirada cuestionante hacía Samuel. El jugador miro a Guillermo que se encontraba del otro lado de la mesa frente a él, observó cómo puso los ojos en blanco mientras pelaba una banana y se la metía a la boca. La mente de Samuel comenzó a divagar, ¿todos se veían así de seductores cuando se comían una banana? Pensó Samuel, tragando ruidosamente y bajando su mirada al plato de cereal.

– Va, b-bien, – dijo, tartamudeando. – Incluso vamos adelantados.

Esté era, fácilmente, el momento más incómodo que Samuel había vivido, y eso que los papas de Lana los habían atrapado teniendo relaciones sexuales varias veces.

– Que bueno, – el padre de Guillermo asintió, – ¿De qué es la tarea?

– Proyecto, papá, – Guillermo suspiró cansado. Samuel levanto la vista y justo en ese momento Guillermo volvió a morder la banana y de repente su mente se comenzó a llenar de imágenes de la boca de Guillermo haciendo cosas... haciéndole cosas. – Y es de orgullo y prejuicio, – finalizó Guillermo.

Sideways - WigettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora