Capítulo 5| Princesas que no necesitan ser salvadas

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Axel

Estoy desesperado. Ayer le pedí a Nick que la encontrara. Lo hice sin pensar, sin replantearme que haría después. Que haría si al final lo conseguía. Muchas veces desearía borrar todo lo que ha pasado estos últimos meses. Todo lo que pasó aquel día. Hacer las cosas diferente. Tomar otras decisiones. Y ojalá fuera posible.

Pero no lo es.

Salgo de mi cuarto desorientado. Mis ojos, que ya se habían acostumbrado a la penumbra de mi habitación, me suplican que de media vuelta y vuelva a la cama. Cuando estoy a punto de hacerlo, mi estomago se rebela y un gran rugido me recuerda que no he comido nada desde ayer al mediodía. No tengo ganas de afrontar el mundo real, pero tampoco quiero morir desnutrido. Así que, me desperezo como puedo y bajo despacio y en silencio a la cocina.

—Buenos días, hermanito. ¿Qué te pasó el otro día? Te fuiste de mi fiesta sin decir nada. Sé que últimamente tienes muchos problemas, pero al menos podrías haberte despedido. Era mi cumpleaños —dice Sarah apenada. Sé que se está haciendo la víctima. Y por alguna razón, le está funcionando.

—Lo siento —balbuceo con sinceridad— No esperaba ver a Hannah, me afectó más de lo que esperaba. Aún no la he superado.

Ella me mira confundida y su reacción me confirma algo que ya suponía: ella no tuvo nada que ver.

—Te prometo que yo no la invité —dice seria. A juzgar por su expresión, es consciente de que es un tema delicado.

—Lo sé, ella me reconoció que fue mamá —algo cambia en su mirada, no distingo si es un atisbo de indignación o de incredulidad. Puede que ambas.

—Suelo evitar los enfrentamientos directos con ella, pero esta vez se ha pasado. ¿Habéis hablado?

—Para qué. Sé que me va a decir. Siempre es lo mismo. Hace bastante que me cansé.

Sarah suspira, creo que entiende muy bien a qué me refiero. No me apetece seguir hablando de ello, por lo que le dedico una sonrisa lo más cálida posible, y me hago el desayuno. Estoy totalmente extraviado en mi mundo interior cuando mi móvil comienza a sonar. No me da tiempo a descolgar la llamada, esta finaliza cuando por fin sostengo el teléfono entre mis manos. Lo agradezco en silencio, odio hablar por teléfono. Abro WhatsApp, tengo varios mensajes acumulados.

Y ahí es cuando se desata el caos. Tres palabras. Solo tres palabras son necesarias para que mi corazón se desboque. Para que todo mi mundo tiemble.

La he encontrado.

Leo una y otra vez el mensaje de Nick, como si así fuese a cobrar un significado distinto. Evidentemente, no lo hace. Nunca se me ha dado del todo bien interpretar mis emociones y esta no es una excepción.

Me quedo paralizado por completo. ¿Qué debo hacer ahora? ¿Cómo le explico la forma en la que he llegado hasta ella?

No sabes la suerte que he tenido, tío. Justo ayer empezó a trabajar en la tienda de tu tío. Cualquiera diría que el universo quiere que estéis juntos.

Sonrío involuntariamente. Es cierto que parece que una fuerza mayor se empeña en unirnos, pero ya podría ponérnoslo un poco más sencillo. Me vuelvo a guardar el móvil en el bolsillo y continuo con el desayuno. Ya decidiré que hacer cuando acabe.

—Sarah —la voz sale de mi tan de repente que hasta a mí me sorprende— ¿Hace cuánto que no vemos al tío Derek?

Ella me mira desconcertada, es normal que no entienda a qué viene mi pregunta. Llevo demasiado tiempo sin preocuparme por nadie que no sea yo mismo.

—No estoy segura, pero desde principios de año estimo. ¿Por qué lo preguntas?

—Me he puesto nostálgico —miento descaradamente.

El abismo del pretérito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora