Capítulo 17| Teorías conspiranoicas

22 8 3
                                    

Lexie

Recordar significa literalmente volver a pasar por el corazón.

Cuando comencé el último año de instituto estaba tan preocupada porque mis notas me permitieran acudir a la universidad de mis sueños que hice todo lo posible por evitar cursar matemáticas. A decir verdad, nunca se me han dado del todo mal. Pero sí que era demasiado inconstante. Y cualquier cosa que fuera lo contrario a la estabilidad —en lo que se refiere a las calificaciones¬— no era bienvenida a mi vida. Así que, me matriculé en economía. Sabía que, si finalmente entraba en periodismo, tendría que estudiarla. ¿Qué momento mejor que ese para prepararme de cara a mi educación superior? No obstante, nada salió como planeaba y me obligaron a cambiar de optativa. Me obligaron a elegir alguna que tuviera un poco más que ver el resto de las asignaturas que había escogido. Historia avanzada, literatura universal, historia del arte Ahora que lo pienso, es cierto que la que era mi primera opción no pegaba ni con cola con esa combinación de materias.

El caso es que acabé decidiéndome por latín. Al principio, no me mostraba demasiado interesada. No estaba ahí por gusto, no me habían dejado otra opción. Acudía a todas las clases, pero lo hacía resignada. Sin ganas, derrotada. Hasta un día cualquiera en el que comenzamos a ver lo que se acabó convirtiendo en uno de mis campos de conocimiento favoritos, la etimología. Aprendimos el origen de cientos de palabras, algunas muy predecibles. Otras, me calaron tan hasta el fondo que, aún hoy, las guardo a buen recaudo en un rincón de mi memoria.

Recordar significa literalmente volver a pasar por el corazón.

Viene del latín Cor, cordis, que quiere decir corazón. Al añadir el prefijo -re, adquiere la denotación de volver al corazón. Volver a pasar por el corazón. Y no se me ocurre una mejor forma para definir el concepto. Porque, ¿Acaso cuando recordamos no ocurre precisamente eso?

—Si que pareces concentrada —admite mi amiga gratamente sorprendida— ¿Crees que conseguiremos aprobarlas todas?

Sonrío para mis adentros. Si tan solo supiera que llevo toda la hora divagando con tal de no seguir estudiándome el tema de la Unión Europea que tengo delante. Llevamos viniendo toda la semana a la biblioteca, nos hemos dado cuenta de que en equipo avanzamos más rápido. Salvo cuando pecamos de irresponsables y acabamos cotilleando a cerca de cualquier tontería que se muestre más interesante que el temario. Estamos a jueves, lo que implica dos cosas: mañana acabamos los exámenes finales. Por lo que me toca volver a Evershot.

—Tendremos que ser positivas, tía. No creo que nos haya ido nada mal, aunque no he tenido todo el tiempo que me habría gustado para preparármelos. Lo de Derek ha sido una sorpresa non grata.

—Lo sé, Lex. Pero seamos positivas también con eso —sonríe de lado— Me pone muy triste que no vayamos a vernos en todas las vacaciones

—A mí también —reconozco— Deberíamos hacer alguna fiesta por el fin del semestre.

—¡Es la mejor idea que has tenido nunca! —exclama con un brillo renovador en la mirada— Podríamos ir a cenar todos juntos y luego a alguna discoteca.

En estos últimos días hemos creado una especie de grupo de amigos. Me hace muy feliz, es la primera vez que tengo uno. Surgió de la manera más rara de mundo, nos dio a todos por visitar a Derek el mismo día —a pesar de que normalmente nos ponemos de acuerdo para no agobiarle— y el acabó echándonos, fingiendo molestia. Addie y yo nos encontramos en la entrada con Axel y un chico al que no conocíamos, que resultó llamarse Nick y ser bastante agradable. Sarah y Dylan llevaban con él toda la mañana. El resultado fue una reunión improvisada en la cafetería del hospital. Algo deprimente al principio, pero muy divertida al final. Nos prometimos hacerlo más a menudo, y esta es una excelente oportunidad para descubrir si realmente tenemos madera de grupo de amigos.

El abismo del pretérito Donde viven las historias. Descúbrelo ahora